Acuse de recibo
Las curvas de la incomunicación. Así titulamos el 12 de noviembre pasado el reclamo del joven pinareño Arnaldo Gómez Fuertes (Colón No. 161 norte, entre Mariana Grajales y Labra, Pinar del Río), quien narraba sus angustias diarias para trasladarse de la cabecera provincial al municipio de Viñales para asistir a su trabajo.
Arnaldo, abogado graduado en 2011, labora en la filial de Bufetes Colectivos del municipio vueltabajero. Y contaba que en un tiempo pretérito podía dar los viajes cada día en un camión-guagua al accesible precio de un peso. Pero después esta opción se esfumó y lo que les aparecía como variante a los que debían moverse a la importante zona turística eran máquinas de alquiler al precio de 25 pesos por persona.
El novel jurista afirmaba con pesar que, más allá de su amor a la profesión, no podía continuar con ese ritmo de costo, para él insostenible; también refería haberse dirigido a autoridades locales, sin obtener fruto alguno.
A propósito responde Frank Cruz Hernández, director de la Empresa Provincial de Pasajeros por Ómnibus de Pinar del Río. Apunta el ejecutivo que se creó una comisión y visitaron al remitente para dialogar sobre su demanda. En la conversación le hicieron saber que durante 2014 los viajes Pinar del Río-Viñales se habían reducido en dos vueltas respecto al año 2013, «esto, motivado por la disminución de combustible, que obligó a nuestra empresa a quitar nueve vueltas diarias a diferentes comunidades».
«En la planificación de 2015 —sostiene Frank— se encuentra solicitado el combustible necesario para restablecer el servicio que se brindó durante el año (2013)». Y aclara el directivo de Transporte que la ruta de Viñales se vio afectada además desde la última semana de agosto hasta el 3 de noviembre de 2014 por encontrarse la guagua rota en el taller.
Comenta el Director provincial que Arnaldo se sintió agradecido por la atención, aunque mantenía su inconformidad con el servicio que se brinda.
Agradezco la misiva. Y, sobre todo, la atención personalizada al lector. También apunto que más allá de las carencias materiales y de otros factores que pueden estar mediando la solución de problemas como este, hay demoras y «demoras», asuntos y «asuntos», en lo que se deben encontrar alternativas. Que el carro que cubre la ruta se pasara más de dos meses en el taller, sin ser reparado ni reemplazado, no parece algo totalmente justificable si se tiene en cuenta la necesidad de ese mecanismo de comunicación. ¿Se activaron todas las fórmulas y gestiones al respecto?
El breve relato del capitalino Agustín Otero Castillo (calle 2, No. 724, apto. 2 interior, e/ Zapata y 31, Vedado, Plaza de la Revolución) es uno de esos mensajes en los que poco tiene que añadir este redactor. Solo regocijarme en la virtud ajena, que debe ser espejo cotidiano para mirarnos la conducta.
«El pasado mes de septiembre necesité solicitar una certificación de defunción de mi esposa en el Registro Civil de Guanabacoa, y una vez hecha y recibida, olvidé allí recoger la tarjeta de los servicios necrológicos que entregan en la funeraria», narra Agustín.
«Ya la daba por perdida; sin embargo, al tener necesidad de volver tres meses después, por otra gestión, al mismo Registro Civil, una amable y eficiente compañera registradora, de nombre Gisela de la Caridad Brito Valdés, me la había guardado, y además me mostró que ya tenía hecha una carta para enviarla a la dirección registrada en el certificado de defunción solicitado por mí en aquella ocasión.
«Esta acción de eficiencia y bondad personal de la compañera es merecedora de un estímulo moral (…). Una calurosa felicitación para Gisela y un infinito agradecimiento por este gesto».