Acuse de recibo
El pasado 24 de marzo, Berta Candet denunciaba la escasez de agua que sufrían hacía casi tres meses los vecinos del edificio de calle 72, No. 1510, entre 15 y 17, en el municipio capitalino de Playa. «Tenemos vacíos los tanques —acotaba— debido, al parecer, a una reducción de la presión con que debe llegar el agua. Decimos al parecer porque aún ignoramos las causas, a pesar de que hacemos reportes constantemente».
Uno de los vecinos —contaba— habló con el Director de Aguas de La Habana en Playa, quien se personó allí pero no dejó dicho nada, ni volvió a aparecer. Solo señaló que el problema podría deberse a que creció la demanda de agua en ese municipio.
Los vecinos se preguntaban por qué son ellos los que sufren la escasez, si otros en áreas circundantes no. En un segundo mensaje a esta sección, alertaban de que Aguas de La Habana, a nivel de empresa, se comprometió a ir allí y no había aparecido.
Responde Ana Remis Castro, jefa del Departamento de Atención a Clientes de Aguas de La Habana, que ya esa queja había sido recibida. Especialistas visitaron el lugar y dictaminaron que desde principios de 2012, por problemas presentados en la fuente de abasto de Ariguanabo, se registraron cambios de horarios de distribución en casi todos los circuitos. Por ello, el servicio para la zona alta de Playa, comprendida desde 9na. a 21, se estableció, en días alternos, de 12 de la noche a ocho de la mañana, y a partir de esta última hora se abre para la zona baja, desde 9na. hasta el litoral.
Precisa que se hicieron acciones de medición de presión, y se explicó a los vecinos que los problemas del edificio son interiores, pues el mismo no posee cisterna. Para mejorar el servicio a ese inmueble, Aguas va a ampliar el diámetro de la acometida desde la maestra hasta el límite de propiedad, y los ayudará con las tuberías para llegar hasta la entrada de la escalera (15 metros).
Les sugirieron que en el futuro deben construir una cisterna, la cual prestaría servicio a los apartamentos de los altos y de los bajos.
El pasado 16 de abril alertaba Roneldo Sosa, en nombre de los vecinos de Ayestarán entre Peñalver y Desagüe, del municipio capitalino de Cerro, que hacía más de un mes que padecían la falta parcial, y en ocasiones total, de agua.
Contaba que en ese lapso habían reportado a la Oficina Territorial de Aguas de La Habana en Cerro, y los visitaron inspectores de la misma, quienes sugirieron a los vecinos consultar con Planificación Física y Vivienda municipales para conocer cómo estaba estructurado el servicio de abasto de agua en esa zona, pues ellos no lo conocían. Tampoco tenían planos de las redes exteriores de abasto.
«Es una falta de profesionalidad —comenta— que la oficina territorial no domine las redes de abasto de sus clientes, qué diámetro tienen, qué presiones recibe, cuáles son los horarios de bombeo. Una falta que hace más crítico el servicio y demerita el importante trabajo que realiza Aguas de La Habana en la ciudad», considera.
Después los visitaron los ingenieros Vladimir y Santiago Simón, con otros funcionarios de Aguas de La Habana. «Una visita muy profesional —señala—. Hicieron mediciones de gastos y presiones y determinaron que, además del problema que está afectando a los vecinos mencionados, en mi caso es necesario ejecutar una nueva acometida para la vivienda, porque la existente está compartida con parte del servicio a una base de transporte vecina. Y eso pudiera afectar el abasto también, aunque no es la causa fundamental».
Los ingenieros les comentaron que ejecutarían de inmediato una solución para el problema. Después, Vladimir le dijo por teléfono a Roneldo que habían llegado a una conclusión: era necesario cambiar unas válvulas afectadas en la intersección de las calles Maloja y Sitios con Ayestarán, la causa esencial de la falta de agua. Que podían existir tupiciones en ese tramo, y aguardaban por la aprobación de Vialidad para trabajar en una calle importante como Ayestarán.
Aún Roneldo espera, y ya ha transcurrido más de un mes. El problema se agrava. «Pueden existir además afectaciones en las electrobombas; que no estén garantizando las presiones mínimas en las redes, afirma Roneldo. No se declara ni se puede comprobar. ¿Quién asegura que se cumple el pobre horario de bombeo establecido de cinco horas por la noche? Hay demoras injustificadas en la toma de decisiones. Hay falta de información entre las mismas entidades de Aguas de La Habana», agrega el lector, que incluso se pregunta si la oficina del Cerro tendrá conocimiento de que, hasta el día en que escribió, ese es un trabajo pendiente de ejecutar en el territorio.