Acuse de recibo
El pasado 25 de septiembre, desde El Abra de Castellón, en el municipio cienfueguero de Cumanayagua, el campesino Florencio Almeida Capote contaba que cerca de las 2,48 hectáreas que él trabaja, hay tres caballerías (una caballería equivale a 13,42 hectáreas) cundidas de marabú, que pertenecen a la vaquería 14 de la Empresa Pecuaria El Tablón, y supuestamente debían servir de pastoreo para las vacas.
Refería Almeida que él solicitó las ociosas tierras en usufructo al Delegado de la Agricultura en ese municipio, y le fueron denegadas. No conforme, se dirigió al Delegado de la Agricultura a nivel provincial, y tampoco tuvo respuesta efectiva.
El campesino se dolía porque, de adjudicársele esas tierras, podría producir muchos más alimentos para el pueblo.
Al respecto, responde Yoan Sarduy Alonso, delegado de la Agricultura en la provincia de Cienfuegos, que una comisión se personó en el domicilio de Almeida. «En el intercambio —afirma— se pudo comprobar que, según establece el procedimiento para la entrega de tierras ociosas, el señor Almeida debía solicitar el área ociosa ante la Dirección Municipal de la Tierra, de lo cual no existe evidencia en los registros oficiales; ni pudo este esclarecer si lo había realizado de forma verbal ante funcionarios del municipio».
Es cierto —asegura el directivo— que realizó la solicitud, pero al administrador de la granja genética El Abra, donde se le informó «que el área que interesa a Almeida no está declarada ociosa por formar parte del programa de desarrollo de la genética, lo que está reconocido en el artículo 5.2 del Decreto-Ley 300 de 2012: «Las tierras e instalaciones de los planes estatales de desarrollo de la ganadería genética y comercial, solo pueden entregarse a las empresas o granjas estatales con personalidad jurídica, unidades básicas de producción cooperativas y cooperativas de producción agropecuaria».
Afirma Sarduy que el reclamante reconoció que no conocía correctamente el procedimiento para la entrega de tierras, además de que no ejerció reclamación ante las instancias municipal y provincial del Ministerio de la Agricultura. «Y quedó esclarecido, en presencia de la comisión integrada para la investigación, acerca de los pasos que debe seguir para tramitar otras áreas disponibles en el fondo de tierras ociosas del municipio de Cumanayagua».
Agradezco la respuesta. Y al final, aun cuando la legislación citada es explícita en lo tocante, uno se pregunta algo que no queda claro: ¿Por qué entonces una entidad ganadera estatal puede permitirse tener cundidas de marabú las tres caballerías de marras, al amparo de una normativa, mientras un campesino ansía sacarles el fruto, para bien de la economía y la sociedad?
Hay algunas historias enviadas por nuestros lectores que pudieran resultar increíbles. Pero, por encima de todo, defendemos la confianza a priori que depositamos en su veracidad. Porque, aunque se han dado casos excepcionales y aislados de engaño, es muy difícil que alguien escriba con su nombre y apellidos y domicilio algo que no pueda sustentar después.
Daisy Álvarez Sánchez remite una de esas historias desde José Antonio Echeverría No. 14, en el barrio Alto del Hospital, de la localidad granmense de Buey Arriba.
A pesar de que esa localidad tiene acueducto, no todos sus habitantes reciben agua. Daisy califica de «desesperante» la situación de su barrio, y Acueducto municipal intenta resolverla con pipas, pero tampoco estas llegan a todos los necesitados.
La propia Daisy ha conversado con el Director de Acueducto en el territorio, quien «no ha resuelto nada». Según la remitente, el funcionario le respondió «que me quejara donde yo quisiera».
Agrega la lectora que, según ha podido conocer, hay una pieza rota de la turbina que bombea hacia su área, cuyo valor es de 500 CUP. Pero la dirección de Acueducto dice no contar con el presupuesto. Y los vecinos, ya apremiados, propusieron comprar la pieza haciendo una colecta entre todos.
«Y el Director de Acueducto se negó —sostiene Daisy—, alegando que entonces íbamos a exigir que pusieran el agua siempre. A toda solución que le hemos planteado, su respuesta ha sido negativa. Pero la falta de agua continúa, aunque hemos agotado la instancia municipal. Y hemos sido testigos de ver llegar la pipa dos veces a una misma casa. ¿Por qué?».