Acuse de recibo
Increíble, pero cierto: la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Victoria de Girón, sita en Las Cruces, municipio santiaguero de Contramaestre, aún no ha cobrado las utilidades por la entrega de caña de azúcar a la Empresa Azucarera América Libre, en la zafra concluida en abril pasado.
Jorge L. Romero, miembro de esa CPA y jefe de brigada integral, quien reside en carretera Central sin número, allí en Las Cruces, revela en su carta que la dirección de la cooperativa les informó a los integrantes que falta una firma que autorice ese financiamiento.
El cooperativista no puede entender que dependa de una firma lo que ellos han ganado con su sudor, en un país que pretende descentralizar su agricultura y premiar al que verdaderamente se esfuerza.
«La propia dirección de la CPA, refiere, nos dio a conocer en asamblea general la legislación que establece el nuevo precio de la caña y el pago por la calidad; por lo que no entendemos para qué se necesita esa firma, para algo que ya está legislado por la máxima dirección del país. También se plantea por parte de la empresa que el azúcar está en almacén y no ha podido ser comercializada. Pero nosotros no vendemos azúcar, sino caña».
El sistema de pago de la CPA, explica, es por anticipo; es decir, una parte de los ingresos anuales generados por la cooperativa, o a través de crédito bancario, mientras la mayor parte la reciben al cierre de operaciones o año fiscal (30 de junio). Son las utilidades las que les permiten a esos hombres de trabajo resolver sus problemas, satisfacer sus necesidades y disfrutar con su familia el fruto de su sudor.
Es inaudito para Jorge que suceda cuando este año realizaron una de las mejores zafras, luego de haber obtenido en las últimas cinco contiendas cuatro trofeos de oro y uno de bronce, reconocimientos que se otorgan a productores con rendimientos agrícolas superiores a las 54 toneladas por hectárea.
Y este año también recibieron el Sello 50 aniversario de la ANAP, el cual se entrega a las unidades productoras que se han destacado de forma excepcional en el cumplimiento de sus tareas. Entonces, ¿qué pasa con ese billete bañado en sudor?
Israel García Losada es un productor de leche perteneciente a la cooperativa de crédito y servicios fortalecida (CSF) Guillermo González, de Peralejo, en el municipio de Bayamo. Y muy alarmado me escribe porque la cooperativa le quiere pagar los 412 litros que entregó en julio pasado por el precio de una calidad inferior. O sea, cuando debieran desembolsarle 905 pesos, pretenden entregarle 135.
El argumento es nada más y nada menos que no se le hicieron los análisis a las muestras, apenas solo una vez; a lo que el productor responde, con toda razón: «Yo cumplí con entregar la leche con el máximo de calidad; si quienes tienen la responsabilidad de hacer los análisis a las muestras, no lo hicieron, ¿en qué se basaron para darle una calificación inferior a la entregada?».
Desde agosto, Israel se ha dirigido en varias ocasiones a la presidenta de la cooperativa, pero no consigue que le den solución al problema. «Me dice que están discutiendo el asunto con la Empresa Agropecuaria de Bayamo y con Lácteos; pero el afectado soy yo y no resuelvo nada con explicaciones», manifiesta.
El resultado de la calidad de la leche se conoce al resumir el mes, explica Israel. Pero eso significa, según él, que un productor, después de pasarse un mes completo levantándose de madrugada a ordeñar, a veces debajo de la lluvia y el frío, tomando todas las medidas para lograr el máximo de calidad de la leche; puede recibir la noticia de que la misma tuvo problemas de calidad.
«¿Acaso lo correcto no sería, pregunta, que si en un análisis de una muestra algo sale con problemas, se lo comuniquen al productor para que lo resuelva? He solicitado más tierras para incrementar el ganado y producir más leche, pero estas cosas desaniman a los productores».
Ambas historias son una muestra fehaciente de cómo sujeciones burocráticas, indisciplinas e inobservancias de quienes tienen que controlar y hacer cumplir, al final recaen sobre el hombre más importante del agro cubano, el que garantiza con sus manos los alimentos. Si alguien debe vivir estimulado y libre para producir sin trabas, es ese madrugador del esfuerzo.