Acuse de recibo
«Como un naufragio hacia adentro nos morimos,/ como ahogarnos en el corazón,/ como irnos cayendo desde la piel del alma», escribió Neruda. Y a este naufragio sin salvamento, vela eterna de la poesía, nadie ni nada debe ponerle más soledad.
Por eso el espirituano Andrés García López (Carretera Central km 379, Sancti Spíritus) se quejaba en la columna el día 8 de este mes de las condiciones en que se iban quedando los muertos en la necrópolis de su ciudad.
Decía entonces el lector que los nichos de ese camposanto, construidos legalmente o no, estaban en franco hacinamiento y que algunos indolentes habían edificado la última morada para sus seres queridos obstaculizando o destruyendo otras ya existentes.
Lamentaba Andrés que, al acometer ciertos entierros, se arrojara tierra o fragmentos de ataúdes encima de tumbas y que a veces recorrer el lugar equivalía a ir chocando con cruces y afectando otros panteones.
Ya para algunos familiares, señalaba entonces el doliente, resultaba una tarea titánica llegar adonde los suyos, pues las áreas del cementerio no se hallaban debidamente clasificadas y enumeradas.
A propósito responden Raúl Navarro Morales, director de Servicios Comunales en la provincia de Sancti Spíritus y Gonzalo A. González García, jefe del Departamento de Necrología de dicha entidad. Comentan los directivos que aunque reconocen el derecho del remitente a plantear su queja en cualquier forma y medio, en ningún momento con anterioridad él había comunicado sus opiniones a la institución que ellos representan.
«Es cierto que en el cementerio de la cabecera provincial existe hacinamiento de bóvedas y guardarrestos, debido, en primer lugar, a que este data de finales del siglo XIX, cuando no existía una estructura organizativa para las inhumaciones; provocando esto desigualdades en la colocación y distribución de los terrenos para las construcciones de bóvedas, panteones y nichos», refieren los ejecutivos.
Por otra parte, apuntan la falta de terreno para la ampliación de la necrópolis, cuyas dimensiones actuales no satisfacen las necesidades de inhumaciones y dificultan mucho las exhumaciones, que, inevitablemente, deben hacerse.
«A veces —reconocen las autoridades de Comunales—, y debido a lo expuesto anteriormente, se hace necesario pasar por encima o muy pegado a bóvedas y panteones ya existentes para llegar al lugar donde se ha de proceder a dar sepultura a un nuevo cadáver…
«Pero lo que no es cierto es que existan edificaciones ilegales… Todos los panteones, bóvedas y guardarrestos que en él se encuentran están debidamente autorizados y legalizados, como lo acreditan los documentos de propiedad, en posesión de los dueños y los que obran en nuestro poder referidos a los estatales».
En estos momentos, informan Raúl y Gonzalo, se está acometiendo una reorganización de la documentación referida a las formas de propiedad en manos de los pobladores.
Sobre la acumulación de restos de ataúdes y residuales de tejidos o tierra sobre otras sepulturas o bóvedas, los directivos sostienen que solo se produce en el momento de alguna exhumación o inhumación; pero que, inmediatamente después, es efectuada una limpieza del área y los materiales excedentes son conducidos al crematorio y destruidos por la acción del fuego, como está establecido.
«Queremos dejar aclarado que existen libros de inhumaciones y exhumaciones donde se anotan cuidadosamente los datos de los fallecidos, de forma tal que la ubicación de los mismos queda clara y explícita para su identificación y localización por los familiares o autoridades que las solicitan».
Por ende, enfatizan los funcionarios, no existen indisciplinas ni negligencia por parte de los trabajadores del cementerio, quienes acometen las complejas labores diarias con el debido respeto y sensibilidad hacia los difuntos y sus familiares.
Casi al final de su misiva de respuesta, que fue igualmente comunicada al lector, afirman los ejecutivos que está solicitada a las autoridades competentes una parcela de terreno donde construir un nuevo cementerio para la comunidad.
Agradezco la detallada y rápida respuesta de la Dirección de Comunales en el Yayabo. Y espero que las autoridades de la provincia gestionen cuanto antes un área para ampliar la última residencia de los seres queridos. Mientras tanto, también corresponde a quienes llegan al cementerio con su dolor, velar porque no se dañen, ni siquiera involuntariamente, los sitios de recuerdo de otros. De cómo respetemos la muerte, saldrá dignificada nuestra pasión por la vida.