Acuse de recibo
Francisco Valdés Acosta (Calle 168, Edificio BDE2, apto. 9, entre 1ra. y 5ta. Avenida, reparto Flores, La Habana), viene presentando hace tiempo dificultades con el lector cobrador de la oficina comercial de la Empresa Eléctrica de Santa Fe que atiende su barrio.
¿Las razones? El empleado no sube a los edificios a entregar el recibo y cobrar el servicio. Se planta en la acera y grita: «¡La luuuuuuz……!».
En febrero pasado Francisco tuvo que pagar dos meses acumulados por esa razón. Entonces, presentó su queja en la oficina comercial de Santa Fe. Y quien le atendió le aseguró que eso no volvería a suceder, pues se analizaría el asunto con el empleado.
Pues, en julio pasado el cobrador comenzó a dejar el aviso de consumo de los vecinos que no estaban, enganchado en la reja de entrada al edificio; con el peligro de que fuera recogido por muchachos traviesos que juegan en los bajos, o personas al paso.
Francisco volvió a la oficina comercial, un sábado no laborable para no ausentarse de su trabajo. Y después de efectuar el pago, solicitó hablar con el administrador. Y le respondieron que para las quejas tenía que ser de lunes a viernes en el horario de 8:00 a.m. a 12:00 m.
El 15 de agosto, el consumidor volvió a encontrarse el aviso de consumo enganchado en la reja de los bajos del edificio. Al siguiente día fue a pagar a la oficina comercial y denunciar ¡por tercera vez! lo mismo. Lo atendió un inspector que, sin soltar el teléfono por el cual estaba hablando, anotó algunos datos y le dijo que él analizaría con el administrador la queja.
Francisco le solicitó le dijera cuándo le daban respuesta del planteamiento, y el empleado le respondió que ellos no dan respuestas a las quejas, solo las analizan con el cobrador.
Francisco cuestiona varios elementos: «¿Qué tipo de atención al cliente tiene la Unión Eléctrica que ni siquiera te dan respuesta a una queja planteada? ¿El horario de atención de lunes a viernes y de 8 a 12 es para que los usuarios afecten su jornada laboral y/o para limitar las quejas? En tres ocasiones no he podido hablar con el administrador por no encontrarse en la oficina comercial. ¿Acaso no se chequea el trabajo de los lectores cobradores de la Unión Eléctrica? ¿Hasta cuándo el maltrato a la población por una empresa que se supone deben brindar un buen servicio y trato a sus clientes?».
Odecte Rodríguez (Pedro San Martín No. 158-A, Itabo, Martí, provincia de Matanzas) denuncia el irrespeto al consumidor que representan los cigarros que se venden en CUP en su área de residencia.
«Una cajetilla de cigarros cuesta siete pesos. Pero el problema no está en el precio desde mi punto de vista, apunta, ya que quienes llevamos a cuestas este maldito vicio es porque queremos, o no tenemos la fuerza de voluntad necesaria para dejarlo. El grave problema de los cigarros está, al menos en este municipio, en que se venden viejos (al parecer almacenados por mucho tiempo) y húmedos. Tienen un olor y gusto realmente malos».
Manifiesta el fumador que los cigarros Titanic comenzaron a comercializarse rápidamente y con muy buena aceptación; pero en realidad hoy en día no pueden fumarse, pues la peste y el mal gusto no te dejan. El Criollo que se comercializa en esa zona del país, abunda, no es el de etiqueta roja producido en Holguín, sino de una fabrica del centro del país, con el mismo mal olor y mal gusto del anterior.
Del Popular ni quiere hablar. Solo el de la fábrica de Boyeros puede fumarse. No obstante, muchas veces ni eso, por la dureza que tiene.
Odecte pregunta con razón: Si esos cigarros no tienen la calidad requerida ¿por qué al menos no los venden a precios más bajos? ¿Qué se debe hacer para que existan todas las marcas de cigarros en todo el territorio nacional? TABACUBA tiene la palabra.