Acuse de recibo
Ciertas inquietudes sobre los actuales exámenes de ingreso para la Educación Superior expresa en su carta Alberto Cabrera, estudiante del Instituto Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir I. Lenin, y residente en calle 271, número 26910-A, entre 136 y 152, Río Verde, Boyeros, La Habana.
Él se está sometiendo a dichas pruebas, y aplaude que los conocimientos requeridos han sido impartidos en las teleclases o por los propios profesores de su instituto. También recalca positivamente el sistema de seguridad empleado para evitar el fraude.
Alberto cree que los exámenes de Español, específicamente los dictados, son muy útiles para evaluar la ortografía del alumno y también su dominio del uso de los signos de puntuación; siempre y cuando los profesores que dicten sean los indicados, porque imparten la asignatura y están capacitados para ello.
Lo dice por experiencia personal. Quienes dictaron al grupo donde él se encontraba, no le daban la debida duración a las pausas de cada signo de puntuación. Los profesores de Español tienen un entrenamiento para dictar que ayuda a una mejor comprensión del ejercicio por el estudiante, algo tan necesario cuando este realiza una prueba de ingreso.
Alberto piensa que no le corresponde decir qué es lo que se deba hacer respecto a este asunto, pero le parece que algo así no debía suceder, con tanto rigor y exigencia que hay sobre los futuros estudiantes universitarios.
Lamentablemente llegó tarde la carta de Armando Nieto, residente en calle 183 No. 29804, entre 302 y 292, reparto Camilo Cienfuegos, de la ciudad de Matanzas. La misiva está acuñada por la empresa Correos de Cuba el 26 de abril en la urbe yumurina, y el 10 de mayo como recibida en la capital.
En la carta, Armando alertaba a Correos de Cuba para que en este Día de las Madres (8 de mayo) no ocurriera lo que el anterior. Entonces, él envió 13 postales con 12 días de antelación: 11 para la provincia de Matanzas y dos para La Habana. De ellas, solo dos fueron recibidas por sus destinatarias.
El periódico provincial Girón publicó tiempo atrás esta preocupación de Armando. Y, según este, la explicación de Correos en aquella ocasión apuntó a las deficiencias en las direcciones estampadas; lo que califica como «monumental falacia», pues siempre es cuidadoso con su letra y la precisión de los datos (lo prueba la carta que me envía esta vez).
Si la carta de Armando llegó tarde, la preocupación que la animaba no es extemporánea, pues la lectora Gladys García reafirma su inquietud con experiencias de este Día de las Madres, desde Mantua 171, Víbora Park, en la capital.
Entre el 2 y el 3 de mayo, ella depositó 29 postales en el correo de 23 y C, Vedado. Y solo cinco de ellas arribaron a sus respectivos destinos. «¿Qué pasó con las restantes?», pregunta Gladys, y reflexiona: «Eso, que también me sucedió el año pasado, aunque en menor medida, desilusiona, desestimula, entristece».
Esperemos que la respuesta sobre un fenómeno ya recurrente, tampoco corra la suerte de esas tarjetas extraviadas.
Yenia Madera Hernández (Calle 50 C No. 015, esquina a 1-B, reparto Toledo, Artemisa) está preocupada, como muchos habitantes de esa ciudad, porque desde el pasado febrero arde el vertedero ubicado detrás del cementerio, en el consejo popular Toledo.
«El humo —subraya— se esparce en dependencia de la dirección del viento y afecta tanto a pobladores que padecen afecciones respiratorias como a los que no. Este problema es conocido por los principales dirigentes del municipio y representantes de sectores responsables de velar por la salud y la calidad de vida.
«En la reunión del Programa de Higienización Ambiental correspondiente a marzo —precisa—, el compañero de Comunales explicó que la solución era tapar el vertedero con tierra, para lo que se necesitaba un carro que se encontraba en otro municipio de la provincia, y que había que esperar que lo trajeran. Alrededor de 15 días después se realizó el trabajo, pero la alegría fue de apenas unas horas. ¿Qué tiempo habrá que esperar para que se solucione ese problema?».