Acuse de recibo
No hubo comisión del barrio, ni consulta, ni acuerdo… Según cuenta la capitalina Regla Caridad Vizcaíno Villar (110 y 9na. No. 98, Romerillo, Playa), con el apoyo de algunas personas del barrio, los vecinos cuya vivienda colinda con el parque comunitario de la localidad cerraron parte de este para fines personales.
El sitio público —argumenta la remitente— se utilizaba para reuniones, actividades del CDR, FMC y otras de carácter social, de las cuales se beneficiaban los niños de la zona. Ahora el arbitrario cercado los priva de su espacio de entretenimiento y los obliga a trasladarse a la calle para estos fines, lo cual provoca un peligro notable.
A Regla Caridad el asunto la afecta doblemente, pues también con la cerca quedó clausurada la salida de su traspatio. Así «no se puede higienizar ni recoger el patio, ya que no hay lugar por donde sacar los desechos, ni limpiar la fosa de nuestra morada», afirma.
Aparte de la relatoría de trámites con las autoridades de Vivienda, Poder Popular, y otras, adjunta la lectora el dictamen de la Dirección Municipal de la Vivienda del 27 de marzo de 2010.
En el documento se sentencia: «De las diligencias practicadas se ha podido constatar que desde el 13 de febrero del año en curso se tuvo conocimiento de esta ilegalidad que afecta incluso la entrada y salida de su patio, razón por la que el consejo de vivienda se personó en el lugar y multó al infractor, imponiéndolo además de la obligación de hacer; dándosele traslado a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda para su demolición (UMIV).
«A partir de la nueva reclamación el consejo se personó nuevamente en el lugar, y volvió a multar al infractor, apercibiéndolo de la obligación de retirar el cercado; no obstante se dio traslado de inmediato a la UMIV para su demolición, por lo que debe usted esperar planificación y ejecución».
Y en eso andaba la afectada cuando nos escribió, esperando que se cumpliera la ley. Sigue siendo incomprensible la morosidad en casos como este. ¿Si existen las instituciones encargadas de impartir y ejecutar la justicia, por qué llegar a situaciones límites como estas?
La carta de Olga Betancourt Aguiar (América 9505, entre Cuba y Álvarez, Matanzas) no es para hablar de problemas propios. Ni siquiera para abordar las penurias de un ser humano. Su misiva transita el noble empeño de reivindicar a otro animal que no goza de los privilegios de nuestra especie. Es una carta de amor a los perros.
Fue el pasado 4 de agosto, aproximadamente a las 10 de la mañana. El atropello tuvo lugar en la intersección de las calles Medio (Independencia) y Magdalena, próxima a la zona cultural La Vigía, de la urbe.
Cuenta la matancera que el carro de zoonosis se detuvo a atrapar a un perro que circulaba por el sitio y agrega que quienes «visitábamos la galería Pedro Esquerré, o esperábamos para algún taller, gritamos, pero fue inútil. Entre golpes y aullidos procedieron con la captura».
Ya desde su casa, Olga contactó telefónicamente con un zoólogo de Higiene Municipal en Matanzas, encargado de controlar esta actividad. «Su respuesta consistió en apoyar lo realizado por el técnico, argumentando que esa es la forma de capturar».
Pero a Olga y a los que presenciaron el maltrato, no les da igual. Y tal vez a ninguna persona sensible. Encabezar la pirámide evolutiva no nos da derecho a dañar a los otros que forman el delicado y mágico equilibrio de la vida. Homo sapiens es más que una definición taxonómica: es la obligación de pensar y sentir humanamente.