Acuse de recibo
Hoy los carteros de Placetas, allá en Villa Clara, subvierten su rol: dejan de ser portadores de la correspondencia ajena, y envían la suya, una suerte de alerta mediante las bondades expeditas del correo electrónico.
La misiva la firman diez carteros, encabezados por Eloy Consuegra (Cuarta del Sur 148, entre 5 y 6 del Oeste, Placetas). Ellos cuentan que cada uno atiende una zona de porteo o distribución en la localidad. Y esa zona no es de poca monta. Eloy, por ejemplo debe recorrer en bicicleta unos 15 o 16 kilómetros a diario, bajo sol o lluvia; pero algunos de sus compañeros lo hacen a pie.
Además de la correspondencia, cada uno de ellos distribuye 500 periódicos cada día; y se encarga del pago a domicilio de 200 jubilados y pensionados de la Asistencia Social. Y como si fuera poco, cobran la factura telefónica allí en la propia casa: tan solo Eloy lo hace a más de 600 clientes en su zona. Y también asumen otros servicios, como el cobro de la electricidad, créditos sociales y pagos a estudiantes.
Menudo trabajito el de esos carteros, y aún así, Eloy asegura que la población está satisfecha con el trabajo de ellos. Lo demuestran las escasas quejas que se reciben.
Sin embargo, denuncia Eloy que trabajan a pulmón vivo. No cuentan con un respaldo técnico para las bicicletas, que son medios básicos. Faltan piezas, gomas y cámaras en las asignaciones estatales para ellos.
«A nosotros en todos los niveles, afirma, nos dicen que no hay presupuesto en CUC. Así llevamos un año viendo cómo nuestro salario se desangra en las bicicletas, porque si no, tenemos que hacer este trabajo a pie».
Sí, la opción es comprar esos componentes por su propia cuenta en las tiendas, a los elevados precios que se ofrecen. Si las bicicletas son sus medios de trabajo, ellos no entienden que se esfume la posibilidad de solución. «Los carteros de Placetas estamos comprometidos con nuestro trabajo, y lo queremos; pero estamos al explotar sin más», sentencia.
Lágrimas por medallasUn niño entristecido y desalentado es la acusación más severa contra los adultos. Y en la ciudad de Trinidad hay siete niños campeones que lloran y aguardan todavía por las medallas que ganaron con mucho sacrificio en la Zonal Nacional de Occidente de Karate Do, categoría 10-11 años, masculino y femenino, celebrada en Villa Clara en febrero del presente año.
La denuncia la hace Andrés Cruz Rodríguez (Antonio Guiteras 216, entre Miguel Calzada y Frank País, Trinidad), en nombre del resto de los padres de los muchachitos: Yoni Alberto Arbolestrache obtuvo medalla de plata en kumité (combate); Antonio Gregorio Pérez, bronce en kumité; Madelaine Pérez, bronce en kumité: el trío de katá formado por Rosmeris Cruz, Madelaine Pérez y Beatriz López, plata; y la propia Beatriz López, bronce en katá individual. Ninguno ha recibido su presea.
Los padres han indagado en la Dirección municipal del INDER, y les han manifestado que a la provincia llegaron tres medallas de plata nada más, ninguna para Trinidad. Y en total, las cuatro de plata y tres de bronce que deben entregárseles a los pequeños campeones, aún no se han entregado al comisionado de ese deporte. Lo peor es que no hay una explicación de este lamentable y desestimulante vacío.
Más de una vez esta sección se ha hecho eco de los desa-guisados que se cometen en competiciones y confrontaciones deportivas de carácter infantil, que tanto valor educativo y formador deben fomentar. Un fracaso en tal sentido puede significar la frustración de los sueños de esos niños atletas. ¿Quién sabe cuántos futuros astros pueden estar incubándose en esos pequeños gladiadores?
No hay nada más vergonzoso que los menores de edad constaten la inconsistencia y el olvido de los «mayores», estos que se supone seamos sus entrenadores en el largo combate por la vida.