Acuse de recibo
EL tema de las indisciplinas en los ómnibus urbanos en la capital, ha concitado otros criterios, luego de que en días pasados esta columna publicara la respuesta de Mario Carabeo, director de la Empresa de Ómnibus Urbanos de Ciudad de La Habana, a propósito de las observaciones de un lector al respecto.
Raúl Navarro Villalón, vecino de calle 86 número 507, apartamento 2, en el municipio de Playa, manifiesta su preocupación e indignación por el hecho de que tales transgresiones persistan precisamente cuando ha mejorado la situación del transporte en la capital. No se justifica, y dice a todas claras que los problemas que nos emponzoñan no siempre son de recursos, agrega este redactor.
Navarro considera que «no se lleva a cabo un trabajo fuerte y combativo para erradicar las indisciplinas, delitos y actos ilegales que se cometen con esos medios de transporte, fundamentalmente en la base o depósito de San Agustín».
El lector observa en la ruta P4 incumplimiento de horario y de la frecuencia que debe existir. «En ocasiones han tardado más de media hora en llegar, y cuando arriban a la parada, se aparecen dos o tres carros juntos, para luego llevar una tenaz competencia entre los mismos».
Apunta que esos vehículos nuevos no llevan más de ocho meses circulando por las calles de la ciudad y ya se observan en ellos síntomas de indolencia y de «canibalismo». Al respecto, cuenta que un día observó, en un P5 en el cual viajaba, que al mismo le habían quitado el reloj digital. Al preguntarle al conductor, este le dijo con naturalidad que se lo habían robado, y que el equipo de audio lo rompieron tratando de robárselo también.
También al equipo 439 de la ruta P4 le faltaban las bocinas de audio, así como el equipo de música. Al carro 447 de la ruta P4 le falta el reloj digital. Los ómnibus salen sucios de la base tanto por dentro como por fuera. Apenas se puede ver por las ventanillas.
Navarro asegura que estos son solo botones de muestra de manifestaciones de saqueo y vandalismo. Y cree que ello evidencia falta de control y revisión en el depósito de San Agustín.
Y sostiene que tales problemas no se presentan por igual en otras terminales, como las de las rutas P6 y P15: «Se puede apreciar el cuidado de los equipos y disciplina por parte de su personal en el cumplimiento de la frecuencia de salida».
Juan Augusto Valdés, vecino del Edificio D 31, apartamento 4, en la Zona 8 de Alamar, considera que cualquier análisis y respuesta de esta problemática hay que hacerlos desde los ómnibus, desde las terminales y depósitos, que es donde están los problemas.
«Veo con dolor —señala Juan Augusto—, cómo el esfuerzo del país se echa por tierra por el descuido y la indolencia. Sé que antes faltaban recursos, pero no es el caso de hoy en la capital. Creo que hay que ponerle la mano a estos problemas, tanto en los ómnibus como en los metrobuses, donde el pago solo se ejecuta a un 60 por ciento y el resto entra por las puertas traseras.
«Y esa responsabilidad no puede ser solo del chofer, el cual, o se dedica a manejar o a cobrar. Pienso que eso hay que reajustarlo, así como el pago por el cumplimiento de la recaudación, de lo cual casi todos los choferes se quejan, como también analizar por qué parte de los que vinieron de provincias ya han regresado».
La tercera carta es de agradecimiento, y la envía Emilio García Paz, vecino de Edificio 35, apartamento 18, en el reparto Guiteras del municipio de La Habana del Este.
Emilio reconoce el alto grado de sensibilidad y atenciones del colectivo del moderno crematorio de Guanabacoa, donde fuera cremado el cadáver de su esposa el 7 de septiembre pasado.
En momentos tan duros para una familia, es sumamente noble y solidario saber que allí hay personas tan eficientes y humanas. Por eso Emilio quiere agradecer a los trabajadores de esa institución en nombre de los suyos.
Y esta sección, que en otras ocasiones ha revelado manchas imperdonables en los servicios necrológicos, se suma al reconocimiento de tanta delicadeza y devoción.