Acuse de recibo
En materia de agua, no hay explicación posible cuando esta no llega, y desde la sequedad total hay que agenciársela a la buena de Dios, cargando cubos.
Elier Vargas me escribe desde Avenida 5, edificio 3, escalera 5023, apartamento 2, entre 50 y 52, en la comunidad Genético del Oeste, un pueblo de poco más de 500 habitantes en el municipio habanero de Caimito.
Hace más de cuatro meses que no reciben agua porque se rompió la turbina que la impulsa. Las gestiones hechas son infructuosas. Tienen que esperar, les dicen, «pues no hay presupuesto para comprar la turbina».
El paliativo fue una pipa, pero esta no tiene petróleo garantizado siempre, dice Elier. Cuando llega, hay que cargar cubos de agua. «Me cuesta trabajo creer que en pleno siglo XXI, cuando nuestra economía ha crecido, no haya una turbina para esta comunidad», refiere Elier.
Algo parecido sufren en el poblado matancero de Ceiba Mocha, según denuncia Urbano Guasch, vecino de Guiteras 52, en esa localidad. Desde hace tres años la turbina de abastecimiento de agua está rota. Es Cultivos Varios quien suministra el líquido cuando no tiene que regar sus sembrados.
Precisa Urbano que les han mentido con lo de la turbina nueva. Pregunta si a Acueducto no se le asigna presupuesto para enviar pipas cuando falta el líquido. «Ya es hora de atender una inversión para el abastecimiento del agua», sentencia.
Lidia María Fernández escribe desde la granja Pepito Tey, en El Rosario, carretera a Cumanayagua, en Cienfuegos: desde 1992 allí no se recibe agua. La deben cargar a una distancia de unos 600 metros. Desde entonces lo plantean y siempre les dicen que «eso se va a resolver». Los vecinos quisieran verles las caras a los representantes de Acueducto y hacerles unas cuántas preguntas acerca de un drama que lleva 15 años sin solucionarse.
En la capital, el problema se multiplica: en el edificio 30 de Ampliación de San Matías, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón, llevan cargando agua hace 20 años. Alrededor de ellos entra el agua en días alternos, pero ellos siguen en el desierto de soluciones, a pesar de haber agotado todas las reclamaciones posibles. Lo remite un vecino del inmueble, el doctor Félix Ramos. Y después dicen que 20 años no es nada...
En el propio San Miguel del Padrón, en el reparto California, hace casi diez años que los vecinos de la parte alta viven en crisis de aguas, según Marta Cuesta, vecina de calle Primera, edificio 75, apartamento 6, entre B y Avenida California. Y las pipas no llegan con regularidad. Lo que se preguntan los vecinos es por qué en determinadas ocasiones, cada vez más distantes, el agua llega sin problemas, y a veces hay que cerrar las cisternas. Ese es el tema del barrio, el único tema. Los inspectores vienen, se arregla unos días el asunto, y después las crisis de nuevo. «¿Tendremos que vivir siempre así?», cuestiona Marta.
Virgen Gutiérrez, de San Lázaro 1111, apartamento 3, entre Infanta y San Francisco, en Centro Habana, denuncia que desde febrero de 2007 en ese inmueble padecen la ausencia del «preciado líquido». ¿Quejas? En las oficinas municipales de Aguas de La Habana, y en las centrales de esa empresa...
«No le enumero —señala Virgen— todos los pretextos, justificaciones y promesas de que se arreglarán las cosas. Aunque algo han hecho: han roto dos veces la acera, han dicho que había tupición en la entrada del edificio, han comprobado que no había tal, han prometido instalar una nueva tubería, y no sabemos por qué no acaban de ejecutar», manifiesta la lectora.
Situaciones similares de escasez grave están padeciendo hace ya varios años los vecinos de la calle Larcada número 11706, entre Cotilla y Aldabó, en el reparto Los Pinos, del municipio capitalino de Boyeros, según apunta Félix Pantoja, quien reside en el número 11706 de esa cuadra. Y lo mismo sucede en el barrio de Caridad Cala Alfaro, quien reside en Calixto García 611, entre Juan Gualberto Gómez y Proyecto, en Regla. Llevan cinco meses «viviendo de limosnas de agua». Son tantos los casos y tan escaso el espacio...