Acuse de recibo
«Para ver caer la nieve»: así califiqué el pasado 22 de abril la molesta hermeticidad de los ómnibus articulados que adquirió recientemente el país, y ya circulan en algunas rutas del transporte urbano en la ciudad de La Habana.
Y la ironía no me impidió sumarme a la satisfacción mayor: comenzaron a llegar los ómnibus, entre tantas carencias. Pero muchas personas se preguntaban por qué los articulados se adquirieron sin ventanillas para el trópico. Y el lector Ernesto Orozco resumía ese sentir en su carta.
Aunque ya hace algunos días corren explicaciones, esta columna hoy refleja la respuesta que nos enviara Néstor Alonso Rodríguez, subdirector de Calidad del Servicio de la Empresa Metrobús de la capital.
Manifiesta Alonso que una parte de esos ómnibus son donativos, y la otra adquirida por el país en el mercado mundial. En este último caso, los comprados no poseen ventanillas por incumplimiento del contrato por parte del proveedor: MCV Comercial SA (Mercedes Benz). Así, a esa firma se le hizo una reclamación comercial, que incluye las ventanillas. Esos son 50 articulados, de los cuales 31 ya están en explotación, en las rutas del depósito de Alamar.
El resto, donativos, se están explotando así debido a la crítica situación del transporte urbano, pero se prevé sustituirles los cristales por ventanillas. Para ello se asignaron financiamientos que, aún así, no permiten el ritmo necesario en esa operación.
Precisa Alonso que «la instalación en serie de ventanillas deberá comenzar a finales de mayo, por faltar solamente los perfiles de goma que se están fabricando en la empresa Conrado Piña, del Cotorro, según expresa la Conformadora de Metales de Guanajay, y para lo que se dispone del financiamiento necesario. Ese primer grupo no resuelve la totalidad de los vehículos, por lo que se continuará trabajando para solucionar el resto de los ómnibus», concluye el subdirector.
La segunda carta es también una respuesta, y la envía Vicente Misa Pimienta, director de la Empresa Municipal de Comercio y Gastronomía del municipio capitalino de Plaza, a propósito de la denuncia hecha aquí el pasado 14 de abril por el joven Gilberto Salazar, acerca del servicio en el G-Café, de la céntrica esquina de G y 23, en el Vedado.
Entonces, Gilberto denunciaba que el 23 de febrero pasado, sin una carta de las ofertas, él y sus amigos fueron mal atendidos allí por el dependiente: los mojitos que degustaron, de pésima y carencial factura, eran el anverso de los que les sirvieron a extranjeros sentados en una mesa vecina. Cuando reclamaron, les dijeron que estos pagaban en CUC y ellos en pesos. Se indignaron los jóvenes, porque bueno era lo bueno, pero no lo demasiado...
Al respecto, señala Alonso que en las investigaciones realizadas, incluida entrevista con Gilberto, «aunque muchos de los aspectos señalados no se pudieron comprobar, sí se detectaron violaciones en el servicio gastronómico y en el sistema de protección al consumidor. Los resultados obtenidos fueron analizados en el consejo de dirección, haciéndose extensiva esta experiencia al resto de las unidades. Con los trabajadores de G-Café se discutieron las deficiencias que nos fueron señaladas y el compromiso de rescatar la imagen entre todos».
Y puntualiza las medidas que se proponen para mejorar el servicio de esa unidad: garantía de carta-menú actualizada, con el gramaje y precio de cada producto, así como los ingredientes de los cocteles; unificación de los vasos con la misma capacidad y forma; presencia en el bar de todas las tarjetas de normas técnicas de los cocteles; ubicación en sitios visibles de teléfonos y direcciones adonde pueden acudir los consumidores, entre otras.
Asimismo, recalca que ningún dependiente está autorizado a cobrar en otra moneda que no sean pesos. El que incurra en esa falta será trasladado a otra plaza de menor remuneración, y si reincide, será separado de la empresa. También informa que se decidió aplicarle medida disciplinaria al jefe de turno que laboró ese 23 de febrero, como máximo responsable de las deficiencias señaladas.
Agradezco la respuesta. Gilberto y el resto de la clientela espera que la respuesta en G-Café sea mucho más que un plan de medidas, con organigrama y todo, a raíz de una denuncia.