WASHINGTON, febrero 4.— El descubrimiento el pasado jueves de un nuevo exoplaneta potencialmente «habitable», el cuarto en un año, demuestra que las condiciones necesarias para la formación de esta clase de planetas ajenos al Sistema Solar ocurren más frecuentemente de lo que se cría, según astrofísicos.
«Este planeta rocoso es ahora el que más probabilidades tiene de conservar agua en su superficie y quizá albergar seres vivos», explicó Guillem Anglada-Escudé, quien trabaja en la Institución Carnegie, en Washington, como director del equipo internacional de astrónomos que detectó el nuevo planeta, que no orbita alrededor del Sol.
El nuevo cuerpo celeste descubierto (GJ 667Cc) es aproximadamente 50% más grande que la Tierra y gira, durante un ciclo de 28 días, alrededor de una estrella llamada GJ 667C, situada a cerca de 22 años luz de la Tierra (un año luz equivale a 9,460 billones de kilómetros).
No se sabe si este exoplaneta tiene una atmósfera, pero se calcula que se encuentra a una distancia óptima de su estrella, una «enana» menos caliente que nuestro Sol, por lo que su temperatura no es ni demasiado caliente ni demasiado fría y permite que el agua no se solidifique en la superficie.
Si el Sol fuera un foco de 100 vatios, esta estrella «enana» sería un foquito de guirnalda de luz para los árboles navideños, explicó a AFP Steven Vogt, profesor de astrofísica de la Universidad de California en Santa Cruz (suroeste de Estados Unidos), y miembro del equipo internacional de científicos.
Pero como el planeta se encuentra más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, las temperaturas son moderadas y la luminosidad es similar a la de nuestro planeta, agregó.
La estrella GJ 667C, que pertenece a un sistema estelar que comprende en total tres estrellas, no parece propicia a la presencia en su órbita de un planeta rocoso potencialmente habitable.
«Pese a ello, encontramos este exoplaneta de tipo terrestre orbitando esta estrella pobre en metal, que es muy frecuente en nuestra galaxia», la Vía Láctea, agregó.
Este hallazgo demuestra que las condiciones necesarias para formar esta clase de planetas fuera del Sistema Solar ocurren más frecuentemente de lo que se creía hasta ahora, señalaron los autores del descubrimiento, publicado en The Astrophysical Journal (Revista de Astrofísica) y cuyo manuscrito está disponible en el sitio web arxiv.org/archive/astro-ph.
«Con la llegada de una nueva generación de instrumentos, los investigadores podrán escudriñar un gran número de estrellas enanas de la misma categoría para descubrir planetas habitables similares», estimó Guillem Anglada-Escudé, profesor de la Universidad de Göttingen, en Alemania.
«Algún día, podremos también buscar rastros espectroscópicos de vida en esos mundos», como la presencia de oxígeno y agua, dijo el científico, que predice que se encontrará «un planeta hermano de la Tierra en esta zona cercana a nuestro Sistema Solar antes de que se halle uno en la zona —mucho más alejada— que explora Kepler», el telescopio estadounidense lanzado en 2009.
Hasta ahora, se ha confirmado la existencia de 729 exoplanetas (60 de ellos gracias a Kepler). Cuatro de ellos son potencialmente habitables.