La afición espirituana disfrutó de un torneo de altos kilates. Autor: Ariel Cecilio Lemus Publicado: 22/12/2017 | 10:55 pm
Cuando sonó la campana que anunciaba el final del último round, y que a la vez cerraba la actividad competitiva del 56to. Torneo Nacional de Boxeo Playa Girón, muchos tuvieron la misma sensación. Y es que, limitaciones aparte, aquel era el adiós —hasta el próximo año— de uno de los espectáculos deportivos con mayor calidad atlética de los que se realizan en Cuba.
Se trató este año de un buen espectáculo, lo suficientemente bien organizado como para no desentonar con la calidad deportiva, y que a pesar de algunos detalles, dio vida a la afición local, que llenó (casi) siempre la Sala Yara para animar desde el respeto a propios y extraños.
Como siempre, hubo sorpresas, aunque no tantas como se esperaba. Una de ellas fue la reaparición del otrora medallista olímpico Emilio Correa, incluso a pesar de la baja forma exhibida que le hizo ceder en su primera presentación.
También el minimosca agramontino Damián Arce acaparó titulares con su triunfo ante el doble campeón del mundo y coterráneo suyo, Johany Argilagos, y una progresión de forma que pudiera convertirlo en un serio aspirante a la titularidad dentro del equipo nacional en el transcurso del actual ciclo.
Noticia fueron Roniel Iglesias y Julio César La Cruz: el primero por lograr su décima corona y colocarse como tercero con más títulos junto a Lorenzo Aragón; el segundo, además de sumar su noveno título, inauguró con éxito sus andanzas por la división pesada.
Los jóvenes hicieron de las suyas y lograron por mérito propio adueñarse del aplauso de las gradas. Además del capitalino Armando Martínez y del yayabero Darieski Palmero, protagonistas de la mejor pelea del evento, se sumó a la lista el talentoso villareño Osvary Morrell, nuevo rey de los semipesados.
Donde sí no hubo casualidad fue en la tabla de posiciones, que por séptima ocasión consecutiva tuvo en lo más alto a la tropa de los «tinajones». Ahora bajo las órdenes de Robinson Poll y su colectivo de entrenadores, los de la tierra de El Mayor demostraron que, además de contar con buenos representantes en varias divisiones, son ejemplo del trabajo en la base.
Mención aparte para los colectivos de La Habana y Sancti Spíritus, que mejoraron sus posiciones de 2016, e igualmente para guantanameros y pinareños, que año tras año se mantienen en la avanzada.
Uno de los únicos puntos discordantes del Playa Girón, y hablo en nombre de colegas y aficionados, resultó ser el tema de los horarios y las fechas escogidas para realizar los carteles definitivos. Resultó un desacierto el hecho de que tanto la semifinal como la final del torneo se realizaran martes y miércoles, y que para colmo comenzaran a las diez de la mañana. Sería bueno tomar nota de ello para próximas ediciones, en el sentido de preservar un espectáculo de altura como este.