LONDRES.— Entre los tantos guiños visuales que tuvo la ceremonia diseñada por el laureado director de cine británico David Boyle para la apertura de los presentes Juegos Olímpicos, estuvo un homenaje a Timothy Barnes-Lee, el padre de lo que hoy conocemos como Internet.
Este físico británico lideró un grupo que creó lo que por sus siglas en inglés se denomina lenguaje HTML (HyperText Markup Language) o lenguaje de etiquetas de hipertexto, el protocolo HTTP (HyperText Transfer Protocol) y el sistema de localización de objetos en la web URL (Uniform Resource Locator).
Gracias a estas ideas, la sociedad actual está completamente interconectada. Y estos Juegos Olímpicos son una inmensa muestra de ello, aunque, contradictoriamente, sus organizadores se han empeñado en dictar muchas prohibiciones en ese sentido, tanto para atletas como para espectadores.
Sin embargo, este martes comenzó la «rebelión», encabezada por algunos miembros de la delegación estadounidense, quienes reclaman expresarse en las redes sociales como Twitter y Facebook con toda libertad, y no como dictan las reglas del Comité Olímpico Internacional. «No estamos dispuestos a hablar solo de los patrocinadores», fue la respuesta de la corredora Sanya Richard durante una conferencia de prensa.
Y es que los patrocinadores como la compañía British Telecom, encargada del sistema de conexiones de Internet y que casi hemos sido obligados a contratar los periodistas que cubrimos el magno acontecimiento deportivo, solo piensan en sus grandes beneficios.
Esta misma empresa es la encargada de controlar las cabinas telefónicas rojas diseminadas por todo Londres, y que son uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad.
Según los propios archivos de British Telecom, estas cabinas aparecieron por primera vez en 1936, con motivo de la celebración de las bodas de plata del rey Jorge V.
El icónico modelo, bautizado con el nombre de K6, fue diseñado por Giles Gilbert Scott y se cree que estuvo inspirado en un mausoleo existente en la antigua iglesia de San Pancracio, en el centro de Londres.
Se ha dicho que las K6 forman por estos días el centro de un proyecto cultural, pues artistas y diseñadores londinenses las utilizarán como base para instalaciones artísticas.
Sin embargo, hasta hoy este redactor no se ha tropezado con ningún ejemplo de ello. En cambio, la mayoría se encuentra «adornada» en su interior con anuncios de señoritas ligeras de ropa, quienes ofrecen sus servicios y no precisamente como operadoras.