Ambos equipos tienen balance de cinco éxitos y dos fracasos, pero los criollos lideran el grupo C con 16 puntos, dos más que los europeos
Cuando concluya la fase eliminatoria, incluso cuando ya esta Liga Mundial sea parte de la historia, muchos recordarán el épico duelo protagonizado por las selecciones de Cuba y Rusia en la ciudad de Khabarovsk, donde los locales necesitaron cinco sets y casi dos horas y media de «combate» para llevarse la victoria.
Fue un partido intenso, balanceado, donde los dos equipos hicieron gala de sus virtudes y defectos, y que se definió con el segundo tie break más largo de la presente temporada.
Conscientes de la importancia del choque, los dos estrategas pusieron sobre la cancha sus mejores fichas. Ante la intermitencia del opuesto Rolando Cepeda, Samuels optó por mandar al «Ruso» Sánchez a la formación regular. El italiano Daniele Bagnoli, desde la otra trinchera, dispuso de todos sus pesos pesados, y movió a tal punto sus reservas que Melnik fue el único de los 14 convocados que no tocó el balón.
Así, en los primeros compases del partido se hizo notar algo de nerviosismo y descoordinación en la formación cubana, pero lejos de convertirse en un golpe contundente, el adverso 14-25 del primer set se transformó en una especie de estremecimiento necesario para ajustar la maquinaria.
El despertar se tradujo en dos triunfos seguidos por 26-24 y 25-23, que nos ponían la final de Belgrado casi a la vuelta de la esquina. Pero faltó lo de siempre, esa concentración para las últimas estocadas, esta vez mucho más difíciles gracias a una pareja arbitral que también quiso ser protagonista con sus evidentes desaciertos.
«Si yo fuera el entrenador cubano también estaría enojado con los árbitros», declaró Bagnoli en la conferencia de prensa tras el partido, donde expresó su esperanza de que los dos equipos puedan jugar la final del torneo.
Por último, el triunfo por 25-23 en la cuarta manga, y la extensa definición de la «muerte súbita» por similar tanteador, terminó por sentenciar un triunfo ruso, que no alcanzó para destronarnos de la cima del grupo C.
Los dos equipos llegaron entonces a su último compromiso bilateral de la fase clasificatoria —jugado en las primeras horas dominicales de nuestro país— con similar balance de cinco éxitos y dos fracasos, pero con el elenco cubano en la posición de privilegio gracias a sus 16 puntos, dos más que los europeos.
Es muy probable que cuando usted lea estas líneas haya disfrutado de otro partido estremecedor, como aquellos filmes basados en esas épicas batallas de la II Guerra Mundial. Y con el perdón de la historia, ojalá que los rusos no hayan salido victoriosos.
Mientras, Bulgaria (9 puntos) conservó el tercer escaño al aventajar por 3-1 a Japón (3).