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Que no se duerma la pasión por la pelota

La afición matancera pide a gritos cambiar el panorama de la pelota en la provincia. Ante el reclamo, entrenadores, peloteros y dirigentes unen esfuerzos para revertir la situación

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Juventud Rebelde

La afición yumurina les exige mucho a Rosique y a sus muchachos. Foto: Alex Castro Matanzas.— Es difícil que alguien nacido en Cuba no haya jugado pelota en todas o algunas de sus variantes, dígase «el taco», o «a la mano», al suave, al duro, al ponchadito, con dos bases, en el asfalto... En fin, hasta aquellos que no son fanáticos apasionados saben al menos qué es estar en tres y dos, y qué es una base por bolas o un ponche.

De béisbol hablamos todos. Las malas jugadas de los directores, el pelotero que anda mal al bate o el lanzador al que «matan a palos» y nadie los sienta, son comentarios comunes. Igualmente son habituales las conversaciones sobre los equipos que apenas ganan juegos... como Matanzas, una novena a la que el público da la espalda.

En los trajines de frotar la bola mágica para desentrañar las posibles causas del retroceso que esta provincia ha sufrido en los últimos diez años, quedé admirado en el beisbolito de la ciudad de Matanzas con un niño talentoso y pícaro jugando la segunda base: «Los peloteros tienen que tener más vergüenza; si pierden no pueden ser los primeros para ir al comedor, nosotros hasta lloramos y estamos dos o tres días sin apetito», confiesa Kevin González, integrante de la selección cubana campeona panamericana y subcampeón mundial en 2005 en la categoría 11-12.

«No juegan con amor; nosotros sí lo damos todo en el terreno», resume quien sigue la Serie Nacional aunque su equipo pierda.

RESTABLECER LA CADENA

Juan Bregio Moreno, una personalidad del deporte nacional, estima que el béisbol es una cadena, a la que si se le rompe solo un eslabón, aparecen los problemas.

«Imagínate que la Academia Provincial de Béisbol, creada en 1973, fue cerrada hace más de diez años hasta hace un mes, cuando se reabrió», asegura quien rompió récord de asistencia en el Palmar del Junco cuando dirigió el equipo de Citricultores, campeón de la serie de 1978.

Bregio, aunque jubilado, diariamente da su vuelta por el Palmar para ver cómo andan las cosas o brindar su colaboración: «Debe ser doloroso para los entrenadores que haya que traer atletas de otras provincias porque no hemos desarrollado nuestros deportistas», comenta, mientras medita que la estrategia del territorio está dirigida a determinar dónde están las dificultades y trabajar para resolverlas.

«Antes de 2010, si se trabaja con ahínco, seremos de nuevo campeones», se muestra optimista Bregio.

Por su parte, Manuel Rodríguez Torres, subdirector técnico de la Escuela Provincial de Béisbol, coincide en que el cierre de la Academia quebró el eslabón que existía entre la preparación de los juveniles y la primera categoría.

«Los resultados de Matanzas no son por problemas de dirección, pues contamos con un grupo de entrenadores abnegados y con calidad profesional», precisa.

Explica que la Academia pulía técnicamente a los jugadores antes de llegar a las series nacionales de primera categoría, sin embargo, durante los últimos años pasaban directo de la categoría juvenil al equipo grande de la provincia.

Una gloria del montículo, Jorge Luis Valdés, rememora que él estuvo cinco años en la EIDE y luego seis en la Academia antes de pasar al team grande de la provincia: «Contábamos con menos condiciones que ahora y vivíamos enamorados de la pelota».

El estelar zurdo refiere que observa una mejoría sustancial en el equipo actual y que solo es cuestión de tiempo para que les ganen a los fuertes y vuelvan a llenar estadios.

Un aspecto importante en la debacle matancera, considera Valdés, fue el retiro precipitado de numerosos jugadores en la década de los noventa, entre ellos Junco, Figueroa, Baró, Julio Germán, Amores y él mismo, que luego «durante cinco años en la Liga semiprofesional de Japón gané 55 juegos y perdí cinco, pues me encontraba en forma óptima», resume el recordista en juegos ganados en la pelota cubana, con 234 victorias en 21 series nacionales, sin sumar sus triunfos internacionales.

Pasamos la pelota a Rigoberto Rosique, quien igualmente añora aquellos años en que había 80 jóvenes formándose en la Academia yumurina.

«Ya la instalación, para bien de muchos, se ha recuperado, y la ESPA que allí desarrollaba su docencia cuenta con otro inmueble. Y habrá una segunda Academia, en Jagüey Grande, dándole cabida a los potenciales peloteros de las escuelas en el campo y de las unidades militares de Colón, Pedro Betancourt, Jovellanos, Torriente, Agramonte, Calimete y el mismo Jagüey», afirma el actual timonel de los «cocodrilos».

«Si Matanzas no ha hecho más este año es porque no ha podido, pues el equipo es modelo de disciplina; también es verdad que perdimos 12 juegos por una carrera, que sufrieron lesiones Garlobo, Lázaro Herrera, Carlos Mesa, Lázaro Garro y Yasser Pérez, este último como baja definitiva. Pero nos sentimos en deuda con el Partido, con el Gobierno, que nos han dado todo su apoyo».

CAZANDO TALENTOS

Esta semana una comisión inició un recorrido por toda la provincia en busca de talentos para nutrir la exigua matrícula de solo 25 peloteros con que cuenta la Academia provincial.

Prestigiosos ex atletas y entrenadores están enfrascados en la captación de los jóvenes con más posibilidades. En ese grupo se encuentran Fernando Sánchez, Evelio Hernández, Leonardo Goire, Bárbaro Izquierdo, Carlos Caballero y Luis Orlando Cuba, entre otros.

Este rastreo empezó por el municipio de Jagüey Grande, donde se visitan 23 escuelas, pero en semanas sucesivas el «ojo clínico» de estos conocedores observará a los interesados de otras escuelas, unidades militares o centros de trabajo de todos los municipios.

El objetivo de esta iniciativa es nutrir la cantera que en el futuro representará a la provincia en eventos de primer nivel, o siendo más ambiciosos, en el equipo Cuba, como en 1978, cuando nueve matanceros integraron las nóminas de los equipos A y B del país. En estos momentos solo Garlobo integra el seleccionado nacional.

QUE VIBRE EL INTERÉS

Los jugadores perspicaces son los rápidos, buenos fildeadores, con respetables brazos y tacto. Los especialistas consideran que un buen deportista lleva en su sangre el 75 ó 80 por ciento de «pelotero natural» y que el resto se pule en la escuela.

Julio Serrano, director del equipo juvenil, afirma que las malas captaciones en las categorías escolares son el reflejo de los resultados en los juveniles y luego en la primera categoría.

«Hubo momentos en que se perdió el interés por parte de los jugadores jóvenes», manifiesta Serrano, al contarnos que promesas como Yosvany Torres y Endry Trujillo, quienes asistieron a un mundial juvenil, juegan en la Liga del Turismo como trabajadores de SEPSA, igual que Odelmis Gómez. También la Liga Azucarera ha hecho sus estragos, al captar a Marcos Walter.

«Perdían la motivación», insiste Serrano, al ahondar en que las provinciales eran cortas y las preselecciones posteriormente dejaban fuera a muchos jugadores. En otras provincias, las opciones laborales tentativas son menores que en Matanzas, que cuenta con un polo turístico importante.

Julio García, aficionado y jugador de béisbol antes de la Revolución, considera que hoy no se juega pelota en Matanzas, como en décadas anteriores en que existían en la ciudad o sus alrededores una docena de terrenos, ahora perdidos en su mayoría.

SALÓN DE LA FAMA

Esta provincia, de una rica tradición beisbolera, era uno de los territorios que más peloteros aportaba a los equipos nacionales, tanto amateurs como profesionales.

«Seguimos en la batalla por materializar el viejo sueño del pueblo matancero de contar en el Palmar de Junco con el Salón de la Fama del Béisbol de la República de Cuba», enfatiza Alfredo Santana, aficionado e investigador de este deporte.

En Matanzas se jugó pelota oficialmente, por primera vez en Cuba, un 27 de diciembre de 1874. Un Salón en este Monumento Nacional haría justicia histórica y consolidaría nuestra identidad en el deporte. «Eso también ayudaría a que Matanzas vuelva a los planos estelares», sentencia Santana.

CUNA DE PELOTEROS

Por estos días visitamos el beisbolito de la ciudad cabecera. Los fines de semana, decenas de aficionados abarrotan esa instalación, muchos más que los que acuden al estadio Victoria de Girón para ver la serie nacional.

Hasta allí volvió este equipo de JR. Ignacio Roca, otrora lanzador, está preocupado porque no pocos niños con cualidades se pierden en el camino, al no ser captados para la EIDE, por problemas de capacidad.

«Estoy luchando para crear un concentrado con esos muchachos que se quedan en el aire», agrega quien atiende la categoría 11-12.

Un elemento que afecta a los escolares es la falta de recursos. «Los padres aportan mucho», dice Lázaro Martínez, quien tiene a su hijo en la categoría 11-12.

Aunque parezca inverosímil, la casi totalidad de las pelotas de esas categorías las consiguen los padres (10 CUC por la calle, pues no se venden en las tiendas); los spikes supercaros, de hasta 42 dólares; un bate de aluminio de 29 pulgadas, entre 25 y 30 CUC (el INDER garantiza los de madera); una mascota de receptor 20, y así sucesivamente...

Maritza Suárez, la mamá de Yarvel Campis, está preocupada por las pocas capacidades en la EIDE y que no exista otra escuela que siga el trabajo con esos niños, que desde muy pequeñitos están vinculados a las áreas especiales y han alcanzado buenos resultados deportivos.

Otro padre, Alberto Orestes González, sugiere que en la captación para la EIDE prevalezcan la calidad, el talento y la chispa de los niños, no mecanismos esquemáticos como la selección por la talla o la fortaleza física.

Las familias que pueden emplean poco más de cien CUC para vestirlos y calzarlos, comprarles guantes y bates. Otros solamente juegan con lo que tengan a su alcance, según la solvencia económica de sus mayores.

Y aunque parezca lejana la vinculación de las insuficiencias de implementos en estas categorías con los resultados del equipo de Matanzas, tengamos en cuenta que estos son males arrastrados durante muchos años.

Ojalá Kevin, Yarvel y otros no queden en el tortuoso camino de llegar a ser grandes peloteros. No podemos permitir que se duerma la pasión.

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