Hay robos que se las traen. En la sudafricana ciudad de Kwazakhele, por ejemplo, un hombre fue secuestrado a punta de pistola por tres mujeres que lo llevaron a un sitio abandonado donde, después de darle a beber una sustancia desconocida, lo violaron repetidamente para consumar el atraco. Las ladronas tenían unas neveras portátiles en las que, antes de partir, guardaron celosamente el móvil de este delito: el semen del atribulado cautivo.