Para obtener el divorcio la mayoría alude a engaños, discusiones de dinero, pérdida del amor, pero un israelí finalmente logró que una corte rabínica lo separara de su mujer porque los otros inquilinos le hacían la vida insoportable: le bloqueaban el acceso al baño, lo vigilaban en la cocina, hasta le robaban el alimento de la mesa e incluso ocupaban el lecho matrimonial. Los jueces intentaron reconciliar a la pareja, pero la mujer prefirió a los intrusos antes que al marido: una minucia de mininos: 550 gatos.