El deseo de pasar con suficiente bebida las fiestas navideñas provocó otro atraco sui géneris en La Oroya, un pueblo al este de Lima. La «acción» no fue tan singular por el modus operandi como por lo hurtado: 12 000 botellas de cerveza —que posibilitaron a los cacos embriagarse con su familia de forma gratuita—, y que se llevaron de un camión estacionado cuando el chofer dormía su propia borrachera.