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Cuando bailas, te vas del mundo

La nueva Directora de Codanza afirma que ese colectivo se encuentra ante una nueva etapa, en que asume retos creativos que la desafían sin perder su esencia fundacional

Autor:

Jorge Fernández Pérez

HOLGUÍN.— «Siempre que haya una persona con deseos y capacidades para hacer, habrá danza», asegura Vianki González Miranda, a quien la naturaleza dotó con un talento innato para transmitir sensaciones y sensibilidades a través de la creación artística.

Basta escucharla hablar para asumir que no se concibe de otra forma. Cual puesta en escena, va la vida de la nueva directora de la compañía de danza contemporánea Codanza, de la provincia de Holguín, que ha estado marcada por giros, desplazamientos, sacrificios y, sobre todo, por mucha entrega.

Con la misma capacidad histriónica que deslumbra en los escenarios, cuenta que sus primeros pasos en el baile fueron resultado de las casualidades y el buen ojo de otros, que durante su niñez detectaron el talento y las aptitudes físicas que poseía.

«En mis inicios en este mundo no tuve muchas referencias visuales de técnicas o normas básicas de los bailarines. Fui llevada a las pruebas por personas que me vieron las condiciones físicas.

«Al principio, no entendía qué me estaban haciendo; pero cuando vi cómo era la escuela me gustó. Hoy, las captaciones son mucho más generales y hay información suficiente sobre la danza en Cuba, pero en mis tiempos no era así. Yo agradezco a la casualidad y a aquellos que creyeron en mí».

Una trayectoria estudiantil fructífera la hizo ser escogida para continuar su superación en la Escuela Nacional de Arte. Con orgullo, rememora sus prácticas preprofesionales en el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, que antecedieron su retorno a Holguín como docente.

«Empecé a dar clases en la Escuela Elemental de Arte, de donde mismo salí, como profesora de Folclor y Técnica de la Danza. En ese momento, a Maricel Godoy se le ocurre la maravillosa idea de crear una compañía».

Así surgió Codanza, pequeño proyecto que se fue expandiendo a fuerza de trabajo hasta apropiarse de un sello característico, que le ha merecido los aplausos del público nacional e internacional.

Vianki estuvo ahí desde el principio. Quizá uno de sus mayores aportes a la cultura cubana radica en su permanencia en la compañía que vio nacer y ayudó a edificar. Pertenecer a esa generación fundadora le ha legado múltiples retos, pues además de ser una de sus bailarinas principales, varias coreografías la tienen como autora.

«Cuando comencé no tenía idea de muchas cosas y me gusta estudiar antes de hacer algo. El rol de coreógrafa surge de las inquietudes de una persona con muchos deseos de hacer y, por qué no, de las ganas de ir en contra de imposiciones con las que no estaba de acuerdo. Para mí, el mundo de la creación es complicado y nada entendible.

«Es maravilloso crear ideas desde cero. A diferencia de otras manifestaciones del arte, la danza es muy fugaz y efímera. El reto está en transmitirle lo que deseas al público que te ve en escena. La coreografía es mi forma de escape, ahí es donde soy feliz».

Hoy día afirma que la creación coreográfica es el centro de sus jornadas y no permite que nadie ponga en duda su amor por la danza.

«Me encanta bailar y lo estuve haciendo hasta los 50 años. Cuando bailas, te vas del mundo», asegura con la misma pasión de sus inicios, matizada por la experticia que debe a varias décadas sobre las tablas.

Una nueva oportunidad

Hace cuatro meses, Vianki González asumió como directora de Codanza. Varias instituciones y organismos culturales de la provincia de Holguín se unieron en un llamado conjunto. Luego de pensarlo con detenimiento, no fue capaz de negarse.

«Me siento en mi propia casa. No se me ha hecho difícil, pues llevo muchos años en la compañía. Estoy cómoda, a pesar de tener cargos directivos que conllevan otras responsabilidades.

«No estoy sentada en una oficina, también tengo que estar en el tabloncillo, pues asumí en un momento en el que nos quedamos casi sin bailarines. Tuve que montar una coreografía acorde con el nivel que nos caracteriza».

De ese propósito surgió Kardia, el más reciente estreno de la compañía, que marcó su regreso a los escenarios. La sala Raúl Camayd, del complejo cultural Teatro Eddy Suñol, de la Ciudad de los Parques, volvió a vibrar al ritmo de la danza.

Con una clara referencia al corazón como órgano imprescindible para la existencia humana, Vianki demostró que, mientras algo palpite, tiene vida. Este espectáculo fue un reto desde su concepción inicial y el trabajo con los jóvenes una pieza clave para el éxito.

«Codanza ha sido siempre una escuela y cuando asumimos su dirección nos tocó la titánica tarea de trabajar sin apenas bailarines profesionales. En estos casos, debemos de funcionar con lo que tenemos, siempre con mucho amor y cariño.

«Fue un reto complicado y para algunos hasta loco, por eso sentimos tanto orgullo del éxito de la función que concebimos con estudiantes, que están haciendo sus prácticas laborales con nosotros. Creo que no hay mejor forma de hacer que haciendo, y la ocasión me ha facilitado entablar diálogos diferentes, para elevarles su nivel y mejorar su desempeño.

«Esta es una nueva etapa. Estamos hablando de una Codanza renovada, llena de jóvenes talentosos, que aún deben seguir puliéndose. El cambio trae consigo modificaciones en el pensamiento, pero el estilo de la compañía no se va a perder».

Nutrirse de sangre joven será siempre uno de los objetivos de esa compañía, que nació en un centro de enseñanza y no ha perdido de vista su misión formadora. Vianki sabe que las nuevas generaciones pueden aportarle mucho a la danza contemporánea y por eso se siente dichosa de contar con su ímpetu.

«Mi consejo para los jóvenes es que si aman lo que hacen, lo disfruten. No hay nada más maravilloso que trabajar en lo que te gusta. Es fundamental que sean disciplinados y vivan cada día como si fuera el último».

Cuando hace balance de lo vivido, esta maestra se define a sí misma como una mujer afortunada y llena de sueños para su compañía, que sobrepasa las tres décadas de fundada y ha sabido reinventarse con el paso del tiempo.

«Me siento privilegiada de haber bailado hasta los 50 años. Aún tengo fuerzas para hacerlo, pero el tiempo ya no me alcanza. Tengo muchas responsabilidades sobre mis hombros.

«Al emigrar tantas personas, debemos enfocarnos en recuperar el repertorio que se quedó un poco tambaleante. A medida que se vayan  sumando nuevos bailarines, lo iremos rescatando.

«Codanza es fuerza, vitalidad y destreza. Una de nuestras principales proyecciones para el año en curso y los venideros es lograr compartir escenarios con otras compañías de Cuba y el mundo, pues, sin importar las circunstancias, la cultura no puede estar estática».

Vianki González, al centro, en la obra Árbol de Fuego. Foto: Carlos Rafael

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