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Weinstein, el depredador de Hollywood

Cuando en octubre pasado la revista The New Yorker y el diario matutino The New York Times extendieron bajo el sol las denuncias de varias mujeres que alegaban haber sido acosadas sexualmente por el productor, el panorama hollywoodense se estremeció

Autor:

Luis Autié Cantón

Harvey Weinstein tiene mirada de loco y cara de ogro. Si enmarcáramos su rostro en un cartel de «Se busca», típico en los norteamericanos años 20, nadie pondría en duda su pertenencia a la mafia. Hasta hace solamente un mes, desde su torre de The Weinstein Company, su opinión podía encumbrar o sepultar la carrera de cualquiera que se lanzara al mar picado que es el mundo del cine. Como los antiguos emperadores romanos. Pulgar arriba o pulgar abajo. Pollice verso o pollice converso. Éxito. Fracaso. Imperator Harvey. Pero Weinstein es, ante todo, un depredador, un cazador de mujeres.

Cuando en octubre pasado la revista The New Yorker y el diario matutino The New York Times extendieron bajo el sol las denuncias de varias mujeres que alegaban haber sido acosadas sexualmente por el productor, el panorama hollywoodense se estremeció. Lo extraño de todo es ver cómo la investigación del caso arroja evidencias de que, aparentemente, las «manías» de Weinstein no eran antojos recientes, caprichos nuevos. Los reportes indican que desde 1980 hacía de las suyas con actrices, casi siempre, en ascenso. Lo intentaba, al menos.

Hollywood es un ecosistema complejo, de relaciones, de apretones de manos, guiños, sonrisas, favores y palmaditas en la espalda. Y las insolencias de Harvey Weinstein demuestran que, además de la podredumbre y pústulas morales que saltan ahora a la vista, en aquella gran industria cinematográfica se practica la connivencia.

Nadie hizo caso cuando en el año 2013, frente a la audiencia reunida en el Dolby Theatre de Los Ángeles, el actor Seth MacFarlane bromeó mientras anunciaba a las candidatas para el premio de Mejor Actriz de Reparto. MacFarlane, tras pronunciar los nombres de las afortunadas, soltó una línea que si bien en aquel entonces generó la carcajada del respetable, hoy produce una sensación amarga de culpabilidad y arrepentimiento: «Felicidades a ustedes cinco, que ya no van a tener que fingir que se sienten atraídas por Weinstein». Espeluznante.

La actriz y directora de cine italiana Asia Argento hizo pública, en su cuenta personal de Twitter, una lista donde se incluye ella misma junto con otras 81 mujeres que fueron víctimas de acoso y abusos sexuales por parte del productor quizá más influyente de la que es considerada la meca del cine.

Entre los nombres más reconocidos se encuentran Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Cara Delevigne, Kate Beckingsdale, Angelina Jolie, Heather Graham, Lupita Nyongo y Lena Headly. Esta última goza de una notable fama en la actualidad, gracias a su papel de Cersei Lannister en la afamada serie televisiva Juego de Tronos.

Gwyneth Paltrow en la multipremiada película Shakespeare in Love.

La afamada actriz Angelina Jolie

Este siniestro vox populi desvela una complicidad tan deplorable como inducida por el temor. Y es que en un alto porciento de las mujeres involucradas prevaleció más el miedo a fracasar profesionalmente si denunciaban al productor, que la determinación de poner fin, en su momento, a tanta vejación.

Weinstein nació en Queens, Nueva York, en el invierno de 1952, dentro de una familia judía. Ya desde el año 1970 se inclinó por los sets de cine más por negocio que por arte, cuando produjo una serie de conciertos de rock en Buffalo. Con el dinero recaudado fundó, junto a su hermano Bob, una pequeña distribuidora cinematográfica a la que llamaron Miramax. El nombre viene de la unión de Miriam y Max, sus padres. Y así, con su nueva empresa, los hermanos continuaron con la línea de la realización de filmes sobre conciertos, hasta que en 1980 adaptaron una película británica para que se ajustara a los gustos del público estadounidense. ¿El resultado? The Secret Policeman’s Other Ball, el primer gran éxito de la compañía.

La talentosa Cara Delevigne.

Durante el resto de esa década, Harvey y Bob fueron cosechando fama en el mundo del cine, hasta que en 1989, con la galardonada cinta del director Steven Soderberg, Sex, lies and videotapes, Miramax se convirtió, de la noche a la mañana, en la principal productora independiente de Estados Unidos.

En 1996, Miramax obtuvo su primer Oscar con El paciente inglés, premio que consolidó su fama, incrementada luego con títulos como Shakespeare in Love o El indomable Will Hunting.

Casi diez años después, en 2005, los hermanos abandonaron Miramax Film Corp para fundar The Weinstein Company, junto con Quentin Tarantino, Robert Rodríguez y Colin Vaines. De The Weinstein Company, la compañía de Harvey, fue despedido por su propio hermano Bob, tras los escándalos. Es así. Pulgar arriba. Pulgar abajo.

Lena Headly como Cersei Lannister en Juego de Tronos.

Fue entonces cuando Harvey trató de aferrarse a su canoa, ante la marejada, pero el agua ya le mojaba las barbas. A través de su vocera ha intentado, de manera infructuosa, mitigar la tormenta, aunque posiblemente nadie se crea ni una de sus palabras. «La forma en que me he comportado con colegas en el pasado ha causado mucho dolor, y me disculpo sinceramente por ello», ha dicho, pero ¿qué habría pasado si no hubiera sido expuesta su deriva depredadora?

Por estos días la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood se reunió, de manera extraordinaria, para debatir el futuro del productor. La lógica se impuso: ya Harvey Weinstein no pertenece a la afamada institución del cine, al menos, dentro de Estados Unidos.

Pero queda la duda. ¿Qué alcance puede tener el atierre moral dentro de Hollywood? El de Harvey no es un caso aislado, efímero. Recordemos que dos estrellas del firmamento cinematográfico, como Roman Polanski y Bill Cosby, también estuvieron en el ojo del huracán, por conductas similares. Incluso, más recientemente, la estrella de la serie House of Cards, Kevin Spacey, cayó en desgracia a raíz de escándalos por pedofilia.

Visto lo visto, y conociendo los procederes de esa industria, es muy probable que el descalabro sexual de Weinstein troque de forma macabra en el próximo triunfo de taquilla. Tiene todos los ingredientes sórdidos de la fórmula hollywoodense del éxito. Y los cines se van a llenar. No lo duden.

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