No se trata de la saga de aquel interesante filme cubano titulado Papeles secundarios. Más bien reviso documentos que se acumulan en mi archivo en espera de respuestas. Es el caso de las cartas de mi amiga Esperanza, la de Cojímar, y su entusiasta colectivo de la tercera edad. Siempre me deleito con estas misivas y ojalá tuviera el tiempo y el espacio para reciprocar sus epístolas. No obstante, les puedo asegurar que todas las leo. También veo por acá el reciente mensaje del amigo Denis Gómez, que pertenece a un genial y amistoso grupo digital: la página web de la Peña Deportiva Martín Dihigo, en homenaje a quien fuera el más grande pelotero cubano de todos los tiempos.
Denis me cuenta que esta laboriosa tropa, que tiene miembros en todo el país y allende los mares, ya goza de buena salud, luego de sufrir un percance digestivo a causa de un exquisito chilindrón que degustaron en su último Encuentro nacional. Me alegra que así sea, y ya lo dice el refrán: a un gustazo, un trancazo.
Este email me lleva casi por «carambola» a la más reciente carta de mi amigo Floro, donde con extremada preocupación me comenta: «Amigo JAPE, créame que si no fuera porque lo considero de suma importancia, no le molestaría para hablar de un asunto tan delicado y engorroso. Me refiero al apocalipsis creado por la extinción del papel sanitario. A tal punto llega el desconcierto que hace poco, en una cola, comentaba con un vecino sobre los signos zodiacales y al mencionar Sagitario, alguien desde el fondo preguntó: «Sanitario, ¡¿dónde hay papel sanitario?!».
«Mi intención principal, a sabiendas de la repercusión de su columna, es que haga pública una idea que tengo para contrarrestar dicha situación. Propongo que el papel sanitario sea repartido, al igual que las papas, por la libreta. Pienso que tal como sucedió con la demandada vianda, esta medida elimine las extensas colas y el acaparamiento por algunos de dicho producto».
Estimado cófrade, no estoy ajeno a esta situación y como comunicador social me he interesado por varios comentarios sobre el tema, algunos marcados entre mis papeles importantes. Por ejemplo: el diseñador Rolando asegura: «La crisis de este producto se debe a que el cubano es muy comilón, y ya se sabe, según…». No puedo negar que somos una cultura que simpatiza con la buena mesa y las opíparas cenas, pero no creo que la gula sea el pecado capital del cubano.
Miranda, el CVP confiesa: «Estamos en presencia de un peligroso grupúsculo con hábitos e ideas pequeño burguesas. En mis varias décadas de vida, jamás he necesitado papel sanitario. Hay muchas variantes que nos permiten prescindir de este producto, todas higiénicas y al alcance de la mano. ¡Esa dependencia del papelito suave y perfumado, para mí es blandenguería!».
Quizá haya que verlo desde el lado positivo, al modo de mi amiga la morena Marta, quien trabaja en el estanquillo de venta de periódicos: «Esta crisis ha revalorizado el papel de la prensa: ¡ya se vendieron todas las revistas y periódicos, incluso los del mes pasado!».
En fin, amigo Floro, no se trata del holocausto del universo, como a ti te parece. Estamos ante la eterna querella de la oferta y la demanda. Nos trazamos nuevas formas de producción y comercio en un mercado que aún tiene que ser ajustado. Parece complejo, pero es simple. Poco a poco llegaremos a ese equilibrio producto-consumidor que todos soñamos.