Momento del performance Habana Cuba. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:20 pm
Todavía no se ha marchado de la Isla, y ya el reconocido artista de la plástica Crispin Gurholt, presente en la 11 Bienal de La Habana, está pensando en regresar. «Bueno, dice a JR entre risas, si me vuelven a invitar. Es algo que no decido yo, pero si me preguntan no me negaré».
Sucede que el performance Havana Cuba —ubicado en la sede de la Compañía Rita Montaner, en Línea, entre D y E, Vedado—, que se convierte en la instalación 23 de la serie Live Photo, tiene, como sus predecesores, una segunda fase.
«Es que habitualmente, después regreso a los lugares para exhibir las fotos y los videos. En este caso me encantaría volver a estar en esa edificación, que me ha parecido perfecta, gracias a la labor de búsqueda de Michel Núñez, quien ha fungido como productor acá.
«De ser posible, me gustaría mantener las habitaciones de la casona con sus detalles, pero, claro, ya no estarían los personajes. De paso aprovecho para reconocer el profesionalismo de los actores que participaron en el proyecto: Trinidad Rolando Portocarrero, Wilfredo Candebat Luzón, Greisy García García y Hamser Quiñones Herrera. Debo agradecer nuevamente a Michel, cuya seriedad en el trabajo me permitió llegar dos semanas antes de que comenzara la Bienal».
—¿Cómo se puso en contacto con la Bienal de La Habana?
—Margarita González, subdirectora del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y de la Bienal, fue invitada por el Gobierno de mi país para que apreciara varios proyectos y seleccionara el que podría representarnos en este importante evento. Estuvo en 25 estudios, entre ellos al mío, adonde llegó por las referencias que le dio la directora de un museo noruego, que ha organizado exposiciones mías no solo en mi tierra, sino también en América Latina, Europa y África. Un mes más tarde me informaron que mi propuesta había sido la elegida. De modo que envié el proyecto para que determinaran finalmente mi participación.
—¿Sorprendido por esa decisión?
—Sobre todo muy halagado, pues estamos hablando de 25 artistas con una obra significativa. Me sentí muy honrado, porque estamos hablando de un proyecto pensado especialmente para La Habana, pues en mis instalaciones trabajo en locaciones, con sujetos y cosas que pertenecen al lugar donde se producirá el hecho artístico. Por supuesto que no era sencillo concebirlo pensando en Cuba desde Noruega. Por ello cuando me dijeron que sí, supe que ya había llegado a algo.
—¿Y cómo lo consiguió? ¿Es esta su primera visita a la Isla?
—No, estuve una vez anterior, en el 2000, y eso fue esencial para mí a la hora de pensar este performance titulado Havana Cuba. Si bien es cierto que ha pasado más de una década y la Isla ha cambiado, yo he seguido desde la distancia su política, su cultura, su vida social.
—Ya en Cuba, ¿cambió sustancialmente su propuesta?
—No, solo se tornó más fuerte. O sea, la base de la instalación es la misma que envié, pero me puse a atender los detalles.
—¿Cómo ha sido la reacción del público con Havana Cuba?
—Hace unos días, mientras se desarrollaba el performance, me percaté de que una de las personas que observaba tenía los ojos húmedos, se veía emocionado. Ese el mayor premio que uno puede recibir como artista. Y lo cierto es que he recibido comentarios muy favorables del público nacional e internacional, aunque hubo una excepción.
«Me encontré una señora danesa que vino a visitar el performance, cuando escuchó por la radio que el autor era un noruego. Ella ha estado viniendo a Cuba por 20 años, así que me empezó a hablar en español. Cuando le dije que no conocía el idioma me dijo: ¿Cómo puedes hacer algo sobre Cuba si no conoces el idioma?, a lo cual le respondí: ¿Y usted qué sabe de mí? (sonríe). Pero en sentido general la reacción ha sido muy buena. No me puedo quejar.
«Con mis instalaciones trato de hacer un retrato poético, impresionista; en este caso, de la sociedad cubana actual. En él se mira con algo de nostalgia el pasado y se hacen interrogantes sobre el futuro. A la vez, dentro de la instalación se van contando pequeñas historias, detalles que el espectador debe seguir con atención, tratar de descifrar, más que ponerse a observar a los actores. Y es que busco que lo que se exprese llegue al interior de las personas, a sus sentimientos».
—¿Tenía conocimiento sobre la Bienal de La Habana?
—Para mí fue todo realmente muy nuevo e interesante. No tenía conocimiento anterior sobre la Bienal de La Habana. Lo importante de esta experiencia es que me ha dado la oportunidad de encontrarme con los espectadores cubanos que son muy especiales, sensibles, observadores. Ahora, gracias a la Bienal, estoy más cerca de Cuba.