Lukiánenko ha conseguido que las tiradas de sus libros alcancen más de dos millones y medio de ejemplares al año, con lo cual se ha convertido, sin dudas, en el autor de ciencia ficción más prominente de Rusia. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
Serguéi Lukiánenko sabía de antemano que a sus padres les costaría entenderlo, pero no podía ser de otro modo. «Al terminar la carrera médica entendí que la literatura era mucho más interesante para mí —empecé a escribir obras de ciencia ficción cuando estudiaba en la universidad de medicina. Confieso que tuve que tomar una decisión muy difícil. Mis padres son médicos y mi deseo de abandonar la carrera de psiquiatría les iba a dar un disgusto. Pero al fin y al cabo confirmaron que no me equivoqué al dedicarme a la literatura».
Sus padres lo corroboraron, ¡y de qué manera! Lukiánenko, nacido en Kazajastán en 1968, ha conseguido que las tiradas de sus libros alcancen más de dos millones y medio de ejemplares al año, con lo cual se ha convertido, sin dudas, en el autor de ciencia ficción más prominente de Rusia. Tras la fama internacional que disfrutó con su novela Patrulla diurna, sus textos, han sido traducidos a los más disímiles idiomas. Como si fuera poco, la conferencia de amantes de la ciencia ficción Eurocon, que tuvo lugar en Finlandia, en 2003, lo distinguió como el mejor escritor de Europa; el mismo que ahora dialoga a través del correo electrónico con JR.
—Serguéi, ¿cuánto le ha aportado lo que aprendió sobre Psicología a la hora de conformar sus personajes?
—Bueno, los conocimientos de la especialidad no los necesito frecuentemente. Sin embargo, los propios estudios, la costumbre de «examinar minuciosamente todos las síntomas» para «hacer un diagnóstico exacto» que adquirí en la universidad, me ayudan mucho en mi trabajo de escritor. Primero, hay que ver y entender lo que pasa, y solo después puedes contarlo al lector.
—¿Por qué eligió la ciencia ficción? ¿Qué requisito debe tener un escritor que se dedique a ella?
—La ciencia ficción fue mi género preferido desde la niñez. Creo que un escritor de ciencia ficción debe saber soñar o, al menos, no «crecer», permanecer siendo un niño.
—Cuando le otorgaron el premio a la mayor contribución a la ciencia ficción y a la fantasía rusas, ¿qué tuvo en cuenta el jurado?
—El jurado fue objetivo. Mis libros gozaban de no poca fama en aquella época y fueron populares entre la gente de varias edades: desde los jóvenes que tienen preferencia hacia las aventuras, hasta los adultos, que tienen mucha experiencia y les gusta seguir el pensamiento de protagonistas, su filosofía. No quiero parecer inmodesto, pero me sentí orgulloso y satisfecho. Estaba seguro de que algún día pasaría a ser «número uno» entre los autores rusos de ciencia ficción, solo que sucedió un poco antes de lo que pensaba.
—¿Qué momento vive la ciencia ficción en el mundo? ¿Y en Rusia?
—Creo que hoy no observamos ni una crisis ni un progreso en la ciencia ficción rusa y mundial. Se publican libros, muchos son bastante interesantes. Pero durante los últimos diez años no se produjo ningún avance, ninguna sorpresa.
—Ha escrito 25 novelas, de modo que publica uno o dos libros al año, además de artículos críticos y relatos cortos. ¿Cómo hace para mantenerse tan «productivo» y continuar consiguiendo la complicidad de los lectores?
—Es que escribo de manera rápida y fácil (por la «carita» que aparece en el documento Word que me envía, comprendo que se sonroja). Si experimento algunas dificultades con producir el texto, hago pausa y espero a que me «sople» la musa. Es mucho más eficaz que «castigarse» intentando escribir varias palabras.
—¿Por qué la ciencia ficción es un género que no pasa de moda?
—Porque la gente no cesa de soñar.
—¿Qué siente cuando ve sus obras llevadas a la televisión o al cine?
—Me agrada mucho. Primero, me interesa ver a mis protagonistas vivos. Además, después de ver la película, millones de lectores leen mis libros. El cine simplifica el libro, pero, por otra parte, sirve de publicidad. Por eso muchos aficionados de cine van a comprar libros después de ver la película. Y descubren con sorpresa que leer es muy interesante.
—¿Es muy difícil para un escritor ruso acceder al mercado internacional del libro?
—Sí que es muy difícil. En general, es difícil acceder al mercado internacional a escritores que no escriben en inglés. Y es mucho más difícil a escritores rusos. Tuve la fortuna porque las películas que se inspiraron en mis guiones gozaron de fama mundial, y un agente literario, Andrew Nurnberg, me ofreció cooperar. Las agencias literarias todavía no se han desarrollado en Rusia, a diferencia de los países de Europa, Asia y EE.UU., donde el propio escritor nunca negocia nada con editores. Todo eso es asunto de su agente. Andrew trabajó arduamente, y ahora mis libros están traducidos en más de 20 idiomas.
—Cuando caracteriza su literatura como «ciencia ficción de acción ruda» o «ciencia ficción del camino», ¿qué tiene en mente?
—«Ciencia ficción de acción ruda» quiere decir que la fábula es muy dinámica, rápida y a veces ruda. El género de ciencia ficción lo permite. Y «ciencia ficción del camino» significa que la idea de la novela no se descubre en el final. Al empezar a leer un libro tal, sabemos que el bien siempre (o casi siempre) vencerá al mal. Nos interesa el proceso, cómo los protagonistas se manejan con las dificultades y se sobreponen a obstáculos para alcanzar el objetivo. Es decir, el camino es mucho más importante en la novela, que el objetivo de este camino. Por eso denominamos tales obras «ciencia ficción del camino».
—¿Con qué expectativas llegará a La Habana para la Feria Internacional del Libro?
—En primer lugar, tengo ganas de visitar Cuba, el país donde todavía no he estado, pero que quiero mucho desde mi niñez. Quiero ver Cuba, a los cubanos, entender su país y su pueblo, aunque sea posible por un plazo tan corto.
—¿Se presentará ahora algún título suyo durante la Feria?
—Claro, voy a presentar mis libros en ruso. Creo que también llevaré unos libros editados en España. En cuanto a la posibilidad de editarlos en Cuba, lo discutiría con mucho gusto, si encuentro a un editor o lector cubano interesado.