El genio musical de Mozart, que un día viera brillar la ciudad de Salzburgo, hoy cobra piel en el corazón de La Habana, para crecer libremente entre los dedos de los más jóvenes intérpretes cubanos.
Es el Liceo Mozartiano de La Habana ubicado en el oratorio de San Felipe Meri (Aguilar, esquina a Obrapía), un proyecto que desde hace varios meses se viene gestando de mutuo acuerdo entre la Oficina del Historiador de la Ciudad, la Embajada de Austria en Cuba y el Instituto Superior de Arte. Una idea que parte de la premisa de la Fundación Internacional Mozarteum de llevar el signo viviente del increíble compositor a todas las partes del mundo, como señalara su presidente Johannes Honsig, el pasado viernes en la firma del protocolo que estableció oficialmente el nacimiento de dicha institución en la Isla.
Al igual que su homólogo salzburgués, el Mozarteum criollo posee una sala de conciertos; y se inserta en el trabajo de la enseñanza musical con la creación de una orquesta sinfónica, integrada por jóvenes estudiantes del nivel superior que anhelan probar sus cuerdas con las complicadas notas de Wolfgang Amadeus.
Anabel Estévez es una de las muchachas que integra la orquesta, y me explica cuánto la entusiasma formar parte de ella pues «no solo nos ayuda a interpretar la música clásica, sino que nos enseña a comprender más de la vida y obra de uno de los músicos más grandes que haya existido jamás. Me parece muy bien, porque en nuestro país realmente no existe una tradición al respecto».
Para Laura Valdés, quien el próximo curso comenzará sus estudios en el ISA, no solo es una gran oportunidad sino, además, un reto pues «somos jóvenes deseosos de tocar a Mozart. Esto, por supuesto, conlleva mucho esfuerzo y dedicación, debido a que sus partituras son muy difíciles de interpretar. Casi siempre se va más a la música cubana, porque la llevamos en la sangre, o a la música de concierto contemporánea; pero creo que Mozart sigue siendo válido para nuestras inquietudes, pues sus composiciones son de un valor incalculable».
«La orquesta escuela aúna a muchachos que estudian distintos instrumentos y que se unen para hacer lo que llamamos la práctica de atril», me explica el prestigioso músico Ulises Hernández, quien tiene a su cargo la dirección del Liceo.
«Lo que queremos es que esta sea una asignatura, y que los alumnos antes de salir a la vida profesional tengan la experiencia de haber trabajado y conocido en detalles en qué consiste el desempeño de una sinfónica.
«Aunque existen orquestas juveniles que representan un adelanto en este sentido, la nuestra se crearía en el nivel superior, en el ISA, en cuya Facultad de Música no existe ninguna», añade el pianista.
Pero el Liceo Mozartiano además de defender y promover el legado del maestro compositor, pretende también incentivar las sonoridades criollas, con un respeto hacia nuestras raíces que reconoce la obra maravillosa levantada por los cubanos, tanto en música antigua como contemporánea, según expresara, además, Johannes Honsig.
«La “contaminación”, por decirlo de alguna manera, no va a ser nociva, sino que será buena, —me comenta el compositor Jorge López Marín—, pues tendremos la música de Mozart en Cuba y llevaremos, por qué no, la cubana hasta Salzburgo».
Este sentir del autor de Médico de pianos, es también compartido por Ulises Hernández: «Queremos centrar mucho la atención en los compositores nuestros —aclara— para que, además de ser este un centro donde las personas puedan venir a investigar acerca del repertorio de Mozart, también puedan indagar sobre la obra de músicos cubanos. Estos son los dos polos esenciales del Mozarteum de La Habana».
A mi pregunta de cuánto podría influir la asistencia del Mozarteum austriaco, Hernández señaló que «aunque es determinante el apoyo material para sostener la calidad requerida, la colaboración va mucho más allá. Existe un intercambio entre especialistas y profesores que también nosotros necesitamos y deseamos para fortalecer la cátedra de dirección, y para avalar el trabajo de las cuerdas y de los vientos.
«Contamos, a la vez, con la presencia de un luthier que nos asesorará en la reparación de los instrumentos y la formación de dos muchachos de la orquesta, ya que nosotros en esto no tenemos ninguna clase de tradición».
Además de la orquesta de la escuela y la programación de conciertos que regularmente se realizarán en la San Felipe Neri a partir de enero próximo, la institución funcionará como una gran biblioteca, añade su director.
«El Liceo estará abierto al público, y se convertirá en un gran centro de información con mucha bibliografía sobre Mozart y la música cubana. Se podrá desde consultar libros hasta oír audiciones o encontrar partituras para consultas».
Solo le resta al Liceo Mozartiano de La Habana convertir su nacimiento en una próspera existencia, tan fructífera como la producción musical de su figura emblema, Mozart, a quien se le reconocen más de 600 obras y el cual sigue componiendo, en esta Isla del Caribe, los sueños juveniles de una sinfonía.