Si un día estudiaras latín, encontrarías una dificultad casi insalvable, a la que, por ello, se le ha llamado desde tiempos inmemoriales: puente de los asnos. Nuestra lengua tiene también sus escollos. Unos dicen que es el gerundio; otros, que la conjugación de los verbos. No falta quien, muy bien encaminado, por cierto, asegura que se trata del uso de las preposiciones. Opino —¡oye el atrevimiento!, bueno, la ignorancia siempre ha sido muy osada— que nada es tan maltratado, como las variantes pronominales, o formas especiales del pronombre personal, y más modernamente: pronombres personales átonos y tónicos.
¡Qué manera de arrogarse algunos el derecho de cambiar, a toda hora, el que va bien a los complementos correspondientes! ¿Por qué?
Veamos: Volvió en sí, y: Volví en mí. ¿El origen? Pues hace cientos de años, se pensaba que el alma de quien perdía el conocimiento, se iba por ahí, a volar, y luego regresaba tranquilamente. A veces se oye: «Cuando volví en sí...», pero nadie pudiera volver en otro.
Si una mujer expresa la opinión de varias, ha de usar: Nosotras pensamos así. Decir en tal caso: «nosotros», sería un despropósito semejante al que cometería si se refiriera a un grupo de hombres como: «ellas».
Es un secreto —dijo a los allí reunidos—, no puedo contárselo. ¡Muy bien! (Se, a ustedes; lo (el secreto). Nada de «los».
Él les (a ellos) devolvió los libros que sus compañeros le (a él) habían prestado.
Nos enviaron una carta y se la vamos a leer a los oyentes. Se (los oyentes); la (una carta). Cuando se reciben varias, bueno, pues entonces: se las.
El perro era precioso, y Papá nos lo compró. Muchas veces se oye: «No los compró». Es incorrecto. No es adverbio de negación. Usaríamos los, si se tratara de dos o más perros. Y no, si no hubiera perros.
A pesar de la necesidad que ella tenía de aquella tierra, sus hermanos se la pidieron, y ella se la cedió. Sí, fíjate que es la tierra. Si hubiéramos dicho: las tierras, entonces: se las. Aquí se está en lugar de sus hermanos. Esta forma sirve, como viste, para él, ella, usted, ellos y ellas, y ustedes.
¡Ah!, y algo de ortografía, las formas enclíticas: deme, deles, ya no se acentúan gráficamente. ¡Qué trabajo me cuesta no ponerles la tilde, no escribir: «déme» y «déle». Déselo, démelo, dámelo, etcétera, sí la llevan, por su carácter de esdrújulas.
La respuesta de hoyDelia Moraima Cao oyó por televisión, en varias ocasiones, durante un documental, el extraño plural: «los martín pescadores». Quiere saber si es correcto. ¡Qué va! Debe decirse: un martín pescador, y tres martines pescadores; como: un pavo real y tres pavos reales. El Diccionario panhispánico de dudas, registra también pavorreal, en una sola palabra; así es que en este caso, sí se admitiría: los pavorreales.