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¿Cuándo cesará lo que a tantas personas les lacera la vida?

Más allá de atentar contra uno de los pilares fundamentales de la Revolución Cubana, la atención médica gratuita, universal y de calidad para todos los ciudadanos, el bloqueo impuesto por Estados Unidos a nuestro país es un acto cruel que afecta directamente contra las personas

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Desde los ocho años, Marilín Peña Pérez sufre de miopía aguda. Usa espejuelos con cilindros muy altos, difíciles de tallar en el país. Se ha sometido a reiteradas operaciones en los últimos 30 años. Su córnea fue aplanada, ya no es cóncava, por lo que requiere tratamientos más avanzados, con equipamientos especiales a los que el país no ha podido acceder por estar conformados por un alto componente de tecnología estadounidense. Sabemos que se prohíbe su venta a Cuba.

Las intervenciones quirúrgicas le han generado un glaucoma que la ha hecho dependiente de tres medicamentos en gotas para regular su presión ocular. Estos fármacos han escaseado en los últimos años debido a la imposibilidad de adquirirlos directamente en  Estados Unidos, los elevados costos en mercados lejanos y por el efecto integral del bloqueo en la capacidad de compra del país.

«Antes de 2019, con mucha regularidad podía obtener esos productos en la farmacia de mi barrio y me tranquilizaba muchísimo saber que mensualmente tenía mi tratamiento. Hoy no es así, tengo que gestionarlo por diversas vías, buscándolo incluso fuera del país, cambiando de medicamento todo el tiempo por similares.

«Eso afecta mi calidad de vida y las posibilidades reales de mantener mi presión ocular a un ritmo que no me conduzca más rápidamente a una ceguera. Es una preocupación a diario asegurar el otro pomo de gotas, para cuando termine uno ya tener el relevo. Eso se ha convertido en una obsesión para mí y mi familia», refiere la educadora popular y socióloga.

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Difícil es también para los pacientes oncológicos que necesitan cirugía o citostáticos, como parte de la red de radioterapia del país. El doctor Jorge Juan Marinello, presidente de la Sociedad Cubana de Oncología, Radioterapia y Medicina Nuclear, sufre a diario que las afectaciones derivadas del bloqueo en esa área obliguen a los pacientes y a sus familiares a trasladarse entre instituciones, según la disponibilidad.

«Se trata en muchos casos de tratamientos que marcan la diferencia entre la vida y la muerte. Como médicos, que a la vez somos padres y abuelos, esta situación nos afecta muy de cerca, nos conmociona», asevera.

La realidad innegable

Hablemos claro. Muchas dificultades afronta a diario la sociedad cubana y no todas, por supuesto, se deben exclusivamente al bloqueo económico,
financiero y comercial impuesto por Estados Unidos. Sin embargo, negar que es un obstáculo para el progreso pleno del país sería demasiado ingenuo.

Ningún país, incluso con economías mucho más prósperas y robustas que la cubana, podría enfrentar una agresión tan despiadada, asimétrica y prolongada, sin un costo considerable para el nivel de vida de su población, su estabilidad y garantías de justicia social.

Por más de seis décadas, la aplicación de esta política nos ha dejado un saldo de 164 141,1 millones de dólares, según refiere el Informe de Cuba en virtud de la Resolución 78/7 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Si hablamos del sector de la Salud, el dolor es inmenso. Más allá de atentar contra uno de los pilares fundamentales de la Revolución Cubana, con su atención médica gratuita, universal y de calidad a todos los ciudadanos, es un acto cruel que atenta directamente contra las personas. Las afectaciones a este sector en el período entre marzo de 2023 y febrero de 2024, ascendieron a no menos de 268 515 210 dólares. Estos números no reflejan siquiera la angustia de los que realmente padecen las consecuencias en carne propia.

La cancelación de contratos, la negativa de navieras a transportar cargas a Cuba, la imposibilidad de utilizar tecnologías con más de un diez por ciento de componentes estadounidenses y el incremento de los costos de comercialización, han impactado negativamente en el proceso de adquisición de insumos para la sostenibilidad del sistema de Salud.

Al mismo tiempo, el ataque intencional a las fuentes de ingreso de la economía cubana ha impedido que el país pueda contar con los fondos necesarios para hacer estas compras en otros mercados. Las crecientes dificultades en el sector no solo afectan la atención básica a la población, sino que, además, generan tensiones en el personal de salud, las instituciones médicas, y en las familias y pacientes afectados.

Las condiciones especiales en las que el país tuvo que hacer frente a la COVID-19 nos pusieron a prueba. Cuando se produjo la avería de la principal planta productora de oxígeno medicinal en esa etapa crucial que vivió la humanidad, fue triste. Ante el intento de dos compañías estadounidenses de suministrar oxígeno medicinal a Cuba, quedó demostrada la exigencia de una licencia específica del Gobierno de  Estados Unidos, aun en tiempos de pandemia. Se conocieron, además, las maniobras de agencias de ese Gobierno para impedir la venta a nuestro país de oxígeno medicinal por compañías extranjeras de dos naciones latinoamericanas.

Ante esta realidad, hay una pregunta en el tintero: ¿Cuándo cesará lo que a tantas personas les lacera la vida?

Sobran ejemplos

  • La firma Novartis, basificada en Suiza, ha planteado que, debido al bloqueo, no puede ofertar a Cuba el medicamento Cabergolina, con el cual se pudieran evitar tratamientos quirúrgicos asociados a los tumores en la hipófisis, órgano que regula el sistema endocrino.
  • No se ha podido acceder a las piezas de repuesto necesarias para reparar los equipos defectuosos de climatización de la unidad de cuidados intensivos y de los salones quirúrgicos del Instituto de Neurología y Neurocirugía, debido a que la empresa productora de origen francés fue adquirida por una transnacional estadounidense y no está autorizada a vender a la Mayor de las Antillas.
  • El Centro de Neurociencias de Cuba no pudo concretar la ejecución de dos contratos ya firmados con una empresa española para equipos y reactivos de laboratorios, así como para accesorios destinados a Infantix, sistema cubano auditivo y de visión en niños de un mes de nacidos. Dado que los productos eran de origen estadounidense, los distribuidores europeos se negaron a su venta.
  • No se han podido contratar las piezas de repuesto para el equipo de la marca Bosch, dedicado al encapsulamiento de medicamentos y llenado de frascos. Desde 2020, la firma Bosch Packaging Technology fue vendida al grupo CVC Capital Partners, con intereses en Estados Unidos, el cual desarrolló una nueva marca llamada Syntegon Technology, con la cual no han fructificado las negociaciones. Esta situación provoca continuas interrupciones en el plan nacional de producción de medicamentos.
  • Un fabricante europeo, cuya empresa fue adquirida por la multinacional de origen estadounidense Trane Technologies, canceló un contrato destinado a la venta de cuatro máquinas enfriadoras para la Empresa Laboratorios AICA y uno adicional para la unidad empresarial de base Novatec, perteneciente a la Empresa Laboratorios MedSol. Sin ellas, no es posible fabricar los medicamentos, en tanto garantizan el clima óptimo de las plantas de producción.
  • No se han podido adquirir los gasómetros de la empresa Radiometer para la atención de pacientes graves en terapia y casos de cirugía cardiaca, debido a que dicha compañía es parte de la corporación Danaher, con sede en territorio estadounidense, y por tanto, tiene prohibida la venta de estos insumos a Cuba.
  • En la especialidad de neonatología y la atención al recién nacido, existen más de 20 equipos médicos con obsolescencia tecnológica, incluidas incubadoras, cunas térmicas, ventiladores neonatales, entre otros.

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