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El químico que mata

Ante el complejo escenario internacional y la creciente demanda de droga y otras sustancias estupefacientes, Cuba ratifica su política de tolerancia cero y propicia la preparación constante y rigurosa de sus fuerzas para hacer frente a este problema de salud

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

No son zombies, precisamente. Son jóvenes que sucumbieron a la tentación de «darle una probadita nada más» a lo que en materia científica se identifica como un opioide sintético: el fentanilo. Su impacto tóxico y su potencial para desencadenar adicción es tal que supera a la morfina y la heroína, se consume mucho porque es barato y requiere pequeñas dosis para que quien lo pruebe pierda de inmediato el control sobre su cuerpo. No pocas muertes ha causado ya en el mundo.

Su creciente demanda en el mercado ilegal de drogas preocupa, como la imparable expansión de las drogas sintéticas, entre ellas el cannabinoide —conocido como químico— y las metanfetaminas, a la par de la mariguana que sigue siendo la de mayor presencia.

Lamentablemente, nuestro país no está exento del consumo de estas sustancias, por lo que nuestro empeño por prevenirlo y actuar en consecuencia con la ley es inagotable, expresó el coronel Juan Carlos Poey Guerra, jefe del órgano antidroga del Ministerio del Interior en el programa Mesa Redonda.

Crece la diversificación de los productos y no podemos ignorar que gana mayor relevancia la venta en plataformas digitales de estas sustancias, muy demandadas por lo fácil de fabricar, lo barato, las pequeñas dosis y el breve tiempo en sentir los efectos.

«Es muy importante contribuir a la prevención temprana para fortalecer la resiliencia y dar a los jóvenes la posibilidad de tomar decisiones saludables en función de sus vidas», agregó.

Poey Guerra explicó que las principales afectaciones en Cuba provienen del exterior, fundamentalmente de Estados Unidos, de donde viene la mayoría de los envíos. La incidencia de los hechos de recalo es fundamental, y aunque incautamos de manera rápida y oportuna, sabemos que hay presencia en el país de este tipo de sustancias también por otros canales, acotó.

Aseguró que se enfrentan a diario con el desarrollo de operaciones de droga y tráfico de personas, lo cual es un asunto de seguridad nacional y requiere de atención especial. «Persiste la intención de introducir droga en el país, con modus operandi conocidos, combinados con novedosas formas.

«El cannabinoide, por ejemplo, se ha querido introducir en polvo, impregnado en papel, en líquido o en picadura vegetal. No podemos bajar la guardia en este sentido, pues en nuestro territorio se han detectado 45 tipos de cannabinoides de 250 que circulan a nivel internacional».

En cuanto al cultivo de mariguana, describió que los hechos se han localizado en oriente (más de 38 000 plantas y más de 50 000 semillas se incautaron en operaciones frustradas de este cultivo), y además se ha registrado el incremento de operaciones de traslado de droga hacia La Habana y entre provincias.

En lo que va de año, Poey Guerra refirió que se han reconstruido las operaciones para evaluar vulnerabilidades, calibrar los sistemas en frontera y garantizar la preparación de las fuerzas en función de novedosas maneras de burlar la ley.

La Habana es el escenario de mayor complejidad, por lo que desde octubre de 2022 se desarrolla un plan de enfrentamiento con mayor rigor y se ha actuado sobre más de 3 000 personas, asegurando más de 158 kilogramos de droga, precisó.

«La familia debe cooperar, supervisar a los jóvenes, denunciar los hechos… No criminalizamos a los muchachos; se les ofrece el tratamiento que requieren por su condición médica. Nuestra acción firme es contra quienes suministran la droga a los menores.

«Urge consolidar la percepción de riesgo y que se incremente el rechazo de la población a estas conductas. La política jurídico-penal y penitenciaria mantiene el rigor, favorecemos la cooperación con Interpol y otras entidades porque es voluntad del Gobierno cubano defender la política de tolerancia cero y la necesidad de perfeccionar las estrategias de prevención y enfrentamiento.

Ganar el combate

Eugenio González Pérez, viceministro de Educación, expresó en el programa televisivo que las redes y otras formas de comunicación propician estas conductas y que existe una baja percepción de riesgo y mucho desconocimiento aún en adolescentes y jóvenes.

El 90,4 por ciento de los hechos con estudiantes se reportan en la vía pública los fines de semana en la noche y no en el ámbito escolar, por eso hay que incidir más en el ámbito comunitario y familiar, destacó.

González Pérez especificó que se trabaja con mayor atención en 71 municipios del país y 167 consejos populares, así como en 284 escuelas bajo atención diferenciada, y en el levantamiento de estudiantes en situaciones de riesgo y vulnerabilidad.

«La preparación e integración entre todos los factores de la comunidad es esencial. Aunque la edad promedio del consumo es de 15 años, predomina el sexo masculino y la mayoría de los hechos se relacionan con la mezcla de sicofármacos con alcohol, y mariguana. También hemos visto que la edad de inicio del consumo puede ser incluso menor. El 47 por ciento de los hechos que hemos podido estudiar se relaciona con cannabinoides.

«Nos interesan los educandos y su formación integral, y no nos satisface que adolescentes y jóvenes participen en hechos de tenencia, venta o consumo. Por eso abogamos por convertir las reuniones de padres en escuelas de educación familiar, pues ninguna familia está exenta de ser afectada por este fenómeno. Cualquiera de nuestros hijos puede ser el próximo».

González Pérez señaló que el 99,5 por ciento de los estudiantes que han participado en hechos de este tipo no ha reincidido, lo cual demuestra que cuando la detección es temprana, se salva.

«Las estrategias educacionales deben ser más sistemáticas, más efectivas, más oportunas... La percepción de riesgo debe sembrarse en la familia y debemos repensar lo que hemos hecho hasta ahora para perfeccionar el enfrentamiento.

«Es vital lograr articularnos con los líderes digitales, concebir estrategias específicas para cada rango de edad y fortalecer el trabajo personalizado».

Instó a reconocer los factores de riesgo que pueden conducir a un joven a consumir este tipo de sustancias, como la baja autoestima, la falta de comunicación en el hogar, el consumo precoz de alcohol y cigarro, inestabilidad familiar, el manejo fácil de dinero, la difícil inserción en grupos de iguales, los métodos permisivos de crianza, el fomento de la competitividad y la creencia errónea de que el alcohol y el cigarro están asociados a estilos exitosos de vida.

Debemos potenciar el protagonismo de las organizaciones juveniles, fomentar el desarrollo de una conciencia crítica y de participación social, instruir a los muchachos sobre los mitos existentes en este campo y las consecuencias de estas sustancias, y lograr que la escuela guíe el proceso con su trabajo metodológico y en coordinación con otras entidades, aseveró.

Brindar la mano

La doctora Carmen Borrego Calzadilla, jefa de Sección de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, reconoció que los pacientes son valientes al enfrentar una enfermedad tan difícil como es la adicción, la familia también y, sobre todo, el personal de la atención primaria de salud y de otros niveles de atención que brindan la mano esperada en la rehabilitación y el tratamiento.

«Siempre hemos trabajado en función de prevenir y atender, en caso necesario, a quienes flaquean ante la adicción. Garantizamos la atención médica de calidad, el acceso a los medicamentos, la ayuda sicológica, y propiciamos que evalúen el impacto del consumo nocivo y destructivo que provocan esas sustancias.

«Diagnosticar bien y oportunamente es esencial en el proceso y nos corresponde trabajar rigurosamente para ofrecer la confianza que necesita  quien “regaló” su vida a la drogodependencia».

Borrego Calzadilla recordó que existe la Línea 103 antidrogas, vía telefónica, y que en cada municipio existe un Departamento de Salud Mental, cuyos expertos trabajan de conjunto con organizaciones de masas, las familias, la comunidad y el sujeto, antes de transitar por otro nivel de atención, si fuera preciso.

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