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La felicidad de andar

Durante casi un lustro, la Escuela Especial Amistad Cuba-Vietnam, de Santiago de Cuba, demuestra que el amor y la voluntad rebasan cualquier obstáculo

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Avanza por la plaza de la escuela, saluda, sonríe, juega. Su nombre es Yarismelys Meriño Fernández, tiene 11 años y quiere ser abogada, afirma con locuacidad.

Hace un lustro llegó desde su natal Cautillo, en el municipio granmense de Jiguaní, en la silla de ruedas a la que le había condenado la artrogriposis, y con el sueño de caminar arropada por los miedos. «Quería venir, sabía que aquí encontraría nuevas amiguitas y profesores que me iban a ayudar, y así ha sido…», dice, y hay una fiesta en sus ojos.

«Al principio tenía mucho temor, pero una amiguita mayor que yo me apoyó mucho; cuando logré soltarme de su mano y dar los primeros pasitos supe que podía. Primero me operaron un pie en el hospital Julio Díaz, en La Habana, y en febrero de 2023 me operaron el otro aquí, en La Colonia. Después de la silla de ruedas pasé a usar un andador y ya hoy, luego de las operaciones y con la rehabilitación, puedo andar solita».

A la par de estos logros, Yarismelys cursa el sexto grado, y aunque confiesa que debe perfeccionar su ortografía, dice que tiene muy buenas notas. Su asignatura favorita es Lengua Española, y le gusta pintar.

«Hoy puedo correr, jugar, participar en las actividades; soy feliz y mis padres están muy contentos», afirma con el regocijo de quien conquistó la libertad de valerse por sí misma.

La historia de la niña granmense retrata los retos y frutos de la escuela especial para niños con discapacidades físicomotoras Amistad Cuba-Vietnam, un espacio donde los sueños deambulan desde el 23 de abril de 2019, empujados por la voluntad del Estado y el amor de un colectivo que, en lidia cotidiana contra la adversidad, defiende la felicidad de andar.

A los pies de la cordillera del puerto de Boniato, en la hermosa y confortable otrora Villa Elvira, se hace realidad el anhelo del Comandante en Jefe Fidel Castro de que también en el Oriente estos infantes combinaran el tratamiento fisioterapéutico sistemático y la atención especializada de un equipo multidisciplinario con la docencia y la formación integral que propicien el desarrollo de sus capacidades y la incorporación social con independencia.

Cobija de relaciones

En un ambiente de confort y pulcritud, la antigua morada de los esposos Emilio Bacardí y Elvira Cape junta hoy espacios para la docencia, la atención médica y estomatológica, la rehabilitación física, la terapia ocupacional, el desarrollo del deporte, la cultura, la informática, y el cuidado especial, ese que sana y mejora la calidad de vida.

El centro, inaugurado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz y el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, acoge en estos momentos a 87 educandos de las cinco provincias orientales, desde Las Tunas hasta Guantánamo, que se forman desde prescolar hasta noveno grado.

El bloqueo lacera el desarrollo de los niños y adolescentes en situación de discapacidad físicomotora del oriente, afirma el Doctor en Ciencias Idiobis Rodríguez. Fotos: Odalis Riquenes Cutiño

«Esta es una escuela especial compleja —explica el Doctor en Ciencias Idiobis Rodríguez Magdariaga, director general de la institución—. Acá tenemos cuatro educaciones: la primera infancia, la educación primaria, la secundaria básica y la educación especial, pues además de atender la discapacidad físicomotora tenemos educandos en situación de discapacidad intelectual. Esa es nuestra singularidad.

«Al propio tiempo, somos también una escuela de tránsito, porque los niños, una vez rehabilitados, se vinculan con la educación regular; donde les damos seguimiento como el centro de recurso y apoyo que somos, llamado a capacitar a los maestros para la adecuada atención a estos educandos».

Al decir del especialista, admirable por su sensibilidad y preparación, en la Cuba-Vietnam un tierno entramado de relaciones, despliega el humanismo de la Revolución.

«Este centro es fruto del empeño de muchos; de los sistemas de Educación y Salud; de esa conjunción de fuerzas que funciona desde la detección temprana, el esfuerzo de los galenos, cirujanos y ortopédicos que los atienden, la entrega de nuestros maestros, rehabilitadores y auxiliares pedagógicas, heroínas en la atención de 24 horas a los encamados; más el apoyo de otros organismos. Esa es Cuba: y es lo que muchos no entienden, pero nadie puede bloquear».

Bridas a la inclusión

En un lugar así pareciera que ningún cerco ni hostilidad pudiera hacer mella, pero la cotidianidad es otra. A punto de celebrar sus primeros cinco años, fiel al empeño de que una silla de ruedas no ate nunca las ilusiones, en la escuela Amistad Cuba- Vietnam abundan las historias de avances y transformaciones, pero también son palpables los efectos de más de seis décadas de bloqueo económico, comercial y financiero, que pone bridas también a la inclusión.

Las dificultades del país para conseguir sillas de ruedas, andadores, bastones y muletas adecuados, explica Rodríguez Magdariaga, lacera el buen desarrollo de los niños y adolescentes en situación de discapacidad físicomotora del oriente cubano, tanto los matriculados en la institución como otros que la escuela atiende.

«Tenemos una necesidad grande de estos equipos y medios: muletas de axilares y antebrazo; sillas de ruedas mecánicas y hasta eléctricas, pues hay niños que no pueden impulsar una silla con sus manos. Se dificulta el acceso a sillas de ruedas especializadas que les permitirían practicar deportes; a las prótesis mecánicas modernas; a los pampers, que usan muchos, y a equipos y piezas imprescindibles en nuestro gimnasio de rehabilitación, como un bipedestador, o la reparación de los equipos de magnetoterapia y electroterapia. Nuestros rehabilitadores son muy creativos e innovan, pero esos equipos hacen falta.

«Hasta la labor solidaria de países y asociaciones que apoyan nuestro trabajo es entorpecida por el bloqueo, que obliga a realizar los envíos por terceros países, con el consecuente incremento de los costos y la demora en la llegada de recursos para mejorar la inclusión social de estos niños».

Apoyada por Elia Saver, Danaisy Labaceno reta la parálisis cerebral desde las paralelas. Fotos: Odalis Riquenes Cutiño

Elia Saver Fernández, responsable del servicio de Rehabilitación, lo sabe bien. Está aquí desde que se inauguró el centro, siempre corrigiendo posturas, aportando elementos para mantener lo logrado con la atención. Ha vivido la satisfacción de ver a muchos transitar desde la silla de ruedas hasta la independencia, y por eso, —confiesa—, sufre cuando la falta del equipo ideal pone en peligro su trabajo.

Explica que un bipedestador, usado para conseguir la incorporación progresiva de los niños y ayudarles a corregir la postura y aumentar la fuerza muscular, sería de gran ayuda en la escuela, donde abundan las dificultades con la marcha como efecto de parálisis cerebrales.

Mas, aunque existe la voluntad de un hospital santiaguero de prestarle uno y tienen las mejores relaciones con Electromedicina, refiere, ponerlo a funcionar demandará mucho esfuerzo innovador.

También golpea la falta de sillas de ruedas con condiciones para descansar o apoyar los pies. «Cuando el pie queda péndulo va adoptando una posición equina, que va aumentando con el tiempo, y al estar la mayor parte del día en esa postura, lo que lograste en el gimnasio se pierde», lamenta la especialista.

Las actuales afectaciones con el combustible, al decir de Rodríguez Magdariaga, impactan igualmente en el transporte que lleva y recoge a los educandos seminternos, y reduce los «descubrimientos» de salidas y visitas.

El bloqueo muestra sus garras cuando las intervenciones quirúrgicas que precisan estos infantes deben postergarse. «Tenemos estudiantes a la espera de operaciones, pues los insumos de los que hoy el país dispone dan prioridad a las urgencias. En tanto, continuamos la rehabilitación, pero para conseguir avances muchas veces primero hay que operar, y si esto no se produce en el momento preciso puede conducir a la degeneración de la discapacidad».

Contar con un transporte especializado con su elevador para subir y bajar las sillas de ruedas durante el traslado de los niños, que exonere a los trabajadores de cargarlos y evite el riesgo de un mal agarre, es otro sueño trunco aquí, pues «esas guaguas son muy costosas, y también las piezas para adaptarlas».

Desde el punto de vista de la docencia, explicó el pedagogo, la cruel política se hace notar en la carencia de medios de enseñanza específicos, como computadoras especializadas, con softwares y aplicaciones inteligentes que al privilegiar la parte táctil contribuyan a la inclusión tecnológica; o equipos para el desarrollo del lenguaje y juguetes para la terapia ocupacional, así como la falta de los insumos necesarios para la impartición de los talleres de oficios, y de una reserva de piezas para reparar y mantener las sillas de ruedas activas.

En la escuela especial Amistad Cuba-Vietnam, en Santiago de Cuba, se defiende el bienestar de andar, correr, saltar. Fotos: Odalis Riquenes Cutiño

«Si gozáramos de esos beneficios, nuestros niños y adolescentes fueran más felices y sería más expedita la inclusión social», enfatizó el Director de la Cuba-Vietnam.

En primera persona

Bárbara Samantha Rivera Téllez ríe con la intensidad de sus 14 años. El pasado curso, la esperada operación corrigió la deformación de su pierna derecha y ya está lista para una prótesis que haga más plena su adolescencia.

«Cuando la tenga me acostumbraré a usarla», recalca. En la escuela practica deportes y le gusta bailar; participa en la danza, la sanabanda, disfruta mucho los ritmos cubanos y quiere estudiar Enfermería.

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