Rodrigo Malmierca Díaz expuso los principales problemas que inciden en la atracción de inversión extranjera, considerada una actividad fundamental para el desarrollo de nuestra economía. Foto: Abel Rojas Barallobre Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 20/12/2021 | 11:13 pm
Que el país necesita inversión extranjera, pero no de cualquier tipo, y que los requerimientos nacionales de esta y de la cooperación internacional apuntan a su desarrollo intencionado desde municipios y provincias, parecen las conclusiones más hondas del debate que siguió a la información rendida a los diputados por Rodrigo Malmierca Díaz, ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex).
El exhaustivo balance, basado en los resultados de la Ley 118 De la Inversión Extranjera, en vigor desde junio de 2014, y del Decreto Ley 16 De la Cooperación Internacional, en funcionamiento desde abril de este año, expuso ante la Asamblea Nacional un cuadro de la marcha de estos programas, priorizados ya en los siempre vigentes Lineamientos económicos y sociales del Partido y la Revolución.
Bajo la premisa de la inconformidad, el ponente refirió la nueva cartera de oportunidades de inversión extranjera, con 678 proyectos —56 de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel— que involucran unos 12 533 millones de dólares, y comentó algunas de las dificultades para el fomento de esta práctica del desarrollo.
El paisaje conquistado al respecto se compone de 302 negocios con inversión extranjera, 104 empresas mixtas, 54 empresas de capital totalmente extranjero y 144 contratos de asociación económica internacional, pero el recrudecimiento del bloqueo y el azote de la pandemia han ralentizado su avance, por lo cual el enfoque del Mincex y de nuestra Asamblea en pleno es eliminar las deficiencias de gestión que sí están, totalmente, en manos cubanas.
Si bien es un lastre la calificación de Cuba como país de alto riesgo —¿qué país, fabricante de riesgos, lo habrá provocado?— y en nuestra economía prevalecen premisas que desestimulan al inversor de afuera, los errores y deficiencias de organismos, entidades y empresas nuestras involucradas en este frente pasan por la insuficiente preparación del personal, la dilación para negociar y aprobar, las demoras en estudios económicos
y la incorrecta concepción de proyectos. Y todo ello, se dijo con acento, está en nuestro terreno.
A ello hay que añadir la observación hecha al final de la sesión por el diputado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República: nuestros equipos negociadores deben fortalecer su perfil jurídico para asegurar el blindaje del contrato pactado. Los acuerdos tienen que seguirse al detalle, el resto de entidades cubanas involucradas está llamado a asegurar su parte en el asunto y —algo muy aplaudido de lo dicho por el Presidente— los proyectos tienen que dedicarse a desarrollar los insumos y tecnologías que produzcan lo que, y donde, el pueblo necesita.
Cooperación de allá y de aquí
El Decreto Ley 16 De la Cooperación Internacional muestra en su cartera 912 proyectos —74 aportan al desarrollo local, especialmente en agricultura y producción de alimentos— por un valor de 465 millones de dólares. Fueron creadas facilidades especiales, como que para las donaciones puntuales, que no sean de emergencia, el Mincex traspasó funciones al resto de las entidades con participación.
En lo que va de año se han aprobado 50 nuevos proyectos por 137 millones de dólares y se continúa el trabajo para crear una plataforma informática que concentre los esfuerzos requeridos.
En los primeros nueve meses del año Cuba recibió en donaciones puntuales 117 millones de dólares y se proyecta que para el cierre de 2021 ronde los 150 millones por ese concepto. De igual modo, el informe refirió la labor de casi 30 000 colaboradores cubanos en 74 países y la formación en nuestra tierra de 8 600 jóvenes de otras naciones bajo diversos esquemas de financiamiento.
Al igual que con los de la inversión extranjera, los programas de cooperación internacional se ven afectados por el muro del bloqueo y las crisis sanitaria y económica internacionales, pero también por fallas cubanas que atrajeron más la discusión de los diputados. La falta de jerarquización de esta modalidad, la deficiente planificación para las inversiones de los proyectos y la insuficiente preparación de cuadros y especialistas afectan también los resultados aquí.
El propio Ministerio admite que busca más eficiencia y prioriza proyectos que impacten, con agilidad, en la vida en los municipios. La visión indica que en 2022 ingresaríamos 230 millones de dólares por concepto de cooperación internacional, de manera que la estructura del Mincex —y no solo la suya ni solo en La Habana— se prepara desde ahora para ejecutarlos bien.
Soberano municipio
En Cuba todo se trata de la soberanía, para vacunar/se y para vivir, así que no asombró que, en sus intervenciones, varios diputados reiteraran las ideas del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado, Esteban Lazo Hernández, y de Malmierca Díaz, de que también en estas áreas la prioridad era la mejoría del pueblo y la independencia de la nación. La diputada Nancy Reinoso Torres lo definía a su modo: tenemos que hacer negocios, pero con el sello de la identidad.
El debate pasó entonces, en palabras del diputado Alejandro Gil Fernández, por la convicción de que no nos sirve «cualquier inversión extranjera», sino aquella que impulse nuestro camino de desarrollo. Más allá de incentivos fiscales que el también vice primer ministro y titular de Economía y Planificación definió como obsoletos en la práctica internacional, Cuba muestra al inversor la atracción de su seguridad de todo tipo y la calidad y calidez de su capital humano.
Las alertas a calibrar bien fueron hechas también por el diputado Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, quien comentó que una parte importante de los negocios de inversión extranjera en Cuba son bajos exportadores y muestran escaso encadenamiento con otras áreas económicas, lo que se contradice con la necesidad urgente de divisas frescas del país.
Ello entronca con el llamado de la diputada Ana Teresa Igarza Martínez a la correcta selección del socio y a la conciencia responsable, junto con el Mincex, de todos los organismos. Ante una pregunta de Esteban Lazo, Igarza refirió el principal freno que aprecia para la inversión extranjera: no hemos cambiado la mentalidad al respecto.
Si algo parece haber cambiado, para bien, al menos por lo escuchado en la plenaria del Palacio de las Convenciones, es la certeza de que la visibilidad social de estos programas se verifica en los municipios. Basada en experiencia propia, la diputada Beatriz Jonhson comentó la necesidad de que el desarrollo territorial se promueva desde provincias y municipios y que los gobiernos a ese nivel elaboren sus carteras de proyectos, en vínculo con los centros académicos y las necesidades de la gente.
Esa idea se conectó con la de Magalis Estrada Díaz, la directora general de Colaboración del Mincex, quien precisó que los gobiernos locales están facultados para ejercer el control de los proyectos en sus demarcaciones.
Diputados y ministros a la vez, los titulares cubanos de Industrias, Agricultura y Energía y Minas explicaron cómo va, y cómo apuntan, estos programas en los territorios. En un bienio muy duro que ha barrido —según dijo Carlos Luis Jorge Méndez, director general de Inversión Extranjera del Mincex— entre el 30 y el 40 por ciento de los flujos de inversión extranjera en el mundo, Cuba cuenta en el Parlamento centavo a centavo y programa a programa.
No es poca cosa: los diputados son los primeros en saber que allí custodian la cartera del pueblo.