Desacreditado Premio Nobel de la Paz, otra injuria que premia a la guerra. Autor: Adán Iglesias Publicado: 11/10/2025 | 11:59 pm
En medio de los peligros con que las amenazas de intervención militar de Estados Unidos apuntan a Venezuela y pese al rechazo internacional que ello provoca, el escandaloso otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a una promotora de la violencia y de la guerra constituye un ultraje a la nación bolivariana y a una buena parte del mundo, y desacredita ese emblema.
Cobijada por su apariencia de mujer frágil y madre de familia, María Corina Machado ha llamado reiteradamente a las guarimbas y la violencia, y ha puesto en manos de la intervención estadounidense sus ansias de liderazgo, disfrazadas de cuestionable amor a la Patria.
El émulo a quien acaba de «arrebatarle» el bochornoso reconocimiento basta para desnudar la hipocresía y el sentido politizado y lejano a la paz que encierra el trofeo otorgado cada año por el comité noruego que, con esta premiación, conspira sin tapujos contra los propósitos que alega defender.
Salvando las distancias que separan al millonario mandatario de una potencia agresora, y a una pretendida líder capaz de desbarrancar por su ignorancia y falta de pudor a su país, el diálogo telefónico que sostuvieron ambos los retrata de la misma calaña, y en similares planos.
Ha trascendido que María Corina telefoneó presurosa a Donald Trump para decirle que aceptó el galardón en su honor, «porque tú te lo mereces». Entonces él confesó los lazos que les unen al recordar que ha estado «ayudándola en todo momento».
Así lo narró el mismísimo Presidente que amenaza con realizar operaciones militares terrestres dentro de la nación que Machado dice defender, y a quien ella no ha tenido reparos en desbancar del premio, al aceptarlo.
Esa actitud podría ubicarla, incluso, más allá de la total falta de principios y respeto a la legalidad internacional con que actúa Trump. María Corina no solo ha sido desleal con los compatriotas que pudieran morir bajo eventuales acciones armadas estadounidenses. También ha dado un golpe bajo al Presidente de la potencia que la ampara y promueve.
Antes de este diálogo de mal teatro, la Casa Blanca había expresado su descontento con la decisión y, en medio del orgullo herido, su director de Comunicaciones, Steven Cheung, había denunciado lo que todos ya sabemos: el comité que entrega el Nobel de la Paz «antepone la política por encima de la paz» al no reconocer al Presidente de Estados Unidos.
La suigéneris conversación narrada por Trump desnuda la farsa.
Pero si quedaran dudas de la impudicia después de conocer el infeliz desaguisado entre Washington y María Corina que el mandatario estadounidense quiso remendar, pudiera revisarse
el prontuario de la persona felicitada por el comité noruego y, seguramente, por sus familiares en casa pues, según una reciente encuesta de la firma Hinterlaces, el 91 por ciento de sus paisanos rechaza el liderazgo ansiado por María Corina.
Las causas de esa contraposición entre el premio y la ciudadanía venezolana fueron explicadas por los expertos de la consultora que realizó el sondeo: «El contraste entre la percepción mediática global y la opinión nacional evidencia una profunda desconexión entre las narrativas internacionales y el sentimiento popular venezolano», afirmó.
Expediente enjundioso
No obstante, la labor manipuladora de los grandes medios que se suman a la actitud hostil contra Caracas mediante un aspirado jolgorio en torno a Machado, pocos en el mundo han sido engatusados por esa maniobra política.
Desde que se conoció la decisión, llueven los pronunciamientos de personalidades políticas, activistas sociales, intelectuales y artistas de distintos lares que repudian el otorgamiento.
Sus frases de repudio valen para conformar el expediente acusatorio de María Corina como alguien que conspira contra la paz, en vez de defenderla.
«Conferirle el premio de la paz a quien no ha cesado de reclamar invasiones militares, golpes de Estado, guarimbas y guerras es una aberración más del actual desorden internacional. Es el mundo al revés. Es hacer realidad la distopía de Orwell en 1984, en la que la verdad es la mentira y la paz es la guerra. Triste Nobel putrefacto», opinó el prestigioso analista internacional y escritor Ignacio Ramonet.
«Cuando vi el titular “María Corina Machado gana el Premio de la Paz”, casi me reí de lo absurdo. Pero no lo hice, porque no tiene nada de gracioso premiar a alguien cuyas políticas han causado tanto sufrimiento. Cualquiera que conozca sus ideas sabe que no hay nada remotamente pacífico en sus políticas», aseveró desde EE. UU. una de las coordinadoras de la plataforma Codepink, Michelle Ellner.
María Corina Machado no es símbolo de paz ni progreso, remarcó, y agregó que su quehacer forma parte de una alianza global entre el fascismo, el sionismo y el neoliberalismo; «un eje que justifica la dominación con el lenguaje de la democracia y la paz». Eso ha significado para el pueblo de Venezuela sanciones, ataques terroristas y privatización, reveló.
El conocido observador político argentino Atilio Borón la identifica ante sus seguidores en la red social X como «la misma figura política que aplaudió sanciones, bloqueos y violencia desestabilizadora contra su propio país. ¿Paz para quién? ¿Para Wall Street? ¿Para los que celebran la asfixia económica del pueblo venezolano?», preguntó.
«Mientras tanto, dijo, los medios hacen malabares para mostrarla como símbolo de libertad, cuando en realidad representa la vieja receta: neoliberalismo con moño y discurso democrático de exportación».
Otros han apuntado el bochornoso apoyo de Machado a Israel y a sus ataques despiadados a Gaza. No asombra demasiado que apoye a Benjamín Netanyahu. En 2018, llegó a pedir una intervención de Tel Aviv contra su país, como lo revela una carta dirigida al Primer Ministro israelí con su firma, y publicada en X.
«María Corina Machado es una golpista», afirmó en entrevista una analista española que la calificó de amiga del sionismo, participante de los encuentros ultra de Patriots en Madrid; alguien que pide una invasión estadounidense a su propio país y lo más importante: su pueblo no la quiere.
Nada, que el Premio Nobel de la Paz, como institución, acaba de hundirse totalmente. Y lejos de ensalzarla, ha puesto a María Corina Machado en la picota. Eso sí, con un diploma, una medalla de oro y un millón de dólares en su bolsillo…