Unidad insigne de la defensa nacional que hoy cumple 60 años de vigilancia frente al pedazo de suelo usurpado desde hace más de un siglo. Autor: Lorenzo Crespo Silveira Publicado: 08/11/2021 | 11:49 pm
GUANTÁNAMO.— Son 60 años de vigilia. De la vista, insomne frente a un enemigo que no te lo imaginas, lo tienes delante, desembarcado en un trozo de tierra del país que te vio nacer. Los combatientes de la Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo, lo tienen claro. Siempre.
Sucede así desde que en 1960, formaron la primera compañía especial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias como custodia permanente de nuestra soberanía. También después, a partir del 9 de noviembre de 1961, cuando en la Finca Vilorio, a unos 12 kilómetros de la ciudad de Guantánamo, otros y aquellos, abrazaron el ético compromiso de mantener la salvaguarda del suelo patrio en el Batallón de la Frontera, el mismo que tres años más tarde, en 1964, devino Brigada insigne en la primera trinchera de la defensa de la nación. Defensa con gloria y honor, pero también con la sangre de sus hijos.
Porque los de entonces y los jóvenes de hoy que se honran y honran esta institución armada, saben que el 19 de julio de 1964 se abrió otro capítulo en la historia de las agresiones desde el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo.
Ese día, disparos procedentes del enclave militar le arrebataron la vida al joven soldado guardafronteras Ramón López Peña, mientras cumplía su servicio de guardia en la posta 44 de la Brigada. Con la misma infamia que asesinaron después al también imberbe soldado Luis Ramírez López, el 21 de mayo de 1966.
Son de los hechos que refuerzan, avivan sentimientos, y sostienen la conducta serena, pero firme de los de entonces y de quienes ahora tienen el nada fácil deber de no ceder ante provocaciones de ningún tipo.
Un instante...suficiente
Luis Orlando Vargas Chacón.Foto:Lorenzo Crespo Silveira.
De sus 19 años de edad, 11 meses los ha vivido Luis Orlando Vargas Chacón, en una de las unidades de la Frontera. Del poblado granmense de Buey Arriba, en las estribaciones de la Sierra Maestra, el joven tiene sus razones para afirmar que cuando el próximo 16 de enero marche a su pueblo natal, allí y dondequiera que esté, llevará a cuestas la huella que en él ha dejado la Brigada de la Frontera:
«Lo que experimentas desde el primer instante en un servicio de guardia, se te queda muy dentro. Estás frente a un enclave militar estadounidense y ves moverse a los marines, las armas de combate que, aunque a lo lejos, los ves perfectamente, eso te crea un sentimiento profundamente antimperialista, que no lo sustituyen mil conferencias. Eso te refuerza el patriotismo, el amor a tu país. Por eso, donde quiera que vaya diré: yo fui un soldado de la Frontera».
Escuela para toda la vida
Jany Bacaro Ledo.Foto:Lorenzo Crespo Silveira.
La muerte de sus abuelos maternos golpeó a Jany Bacaro Ledo. Fue una noticia muy fuerte que le llegó a la muchacha de 18 años de edad y del capitalino municipio de 10 de Octubre, que próximamente comenzará sus estudios en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, justo en un momento en que cumplía su misión en un puesto de observación.
Ella, que en estos momentos se desempeña como ayudante en la jefatura del Estado Mayor de la Brigada, no pudo estar con su familia en tan difíciles circunstancias, no solo por la complicada coyuntura epidemiológica del país, sino también por la misión que cumplía en ese momento.
«La responsabilidad y pensar que mis abuelos, ambos alfabetizadores y combatientes de la última etapa por la definitiva independencia de nuestro país, harían lo mismo en una situación similar, me fortaleció y se lo debo a esta unidad, que es una forja de los valores más genuinos que necesitamos los jóvenes de hoy».
A lo que te obliga el deber
Daniel Salgado Castillo.Foto:Lorenzo Crespo Silveira.
El 1er. teniente de 25 años de edad Daniel Salgado Castillo, asegura que «aquí he aprendido una de las "formulas" para levantar la moral del combatiente: conocer la historia»
Y no lo dice porque como instructor político de una unidad ubicada en el perímetro fronterizo, se considere muy experimentado, aunque se desempeña como tal desde hace tres años:
«La misión que cumplimos aquí nos permite darnos cuenta de manera diáfana qué defendemos y por qué lo defendemos. Y eso mantiene alta la moral del combatiente, ese que está mirando los movimientos de los soldados del otro lado cuando hacen el relevo de la guardia… pero su misión es proteger firme y celosamente el perímetro fronterizo.
«Son muchachos muy jóvenes que vienen de la vida civil, que es menos rigurosa, algunos con desajustes, sin formación militar, y mi trabajo es ayudarlos a adaptarse, lo cual siempre demanda mucho esfuerzo».
Otras armas, las mismas ideas
Yusleydis Caisé Cabrera.Foto:Lorenzo Crespo Silveira.
Al cabo de un año me la encuentro y ya no es la 1er. teniente, oficial para el trabajo político en uno de los batallones de Infantería, elegida entonces delegada directa al 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Hoy Yusleydis Caisé Cabrera, a sus 29 años de edad y oriunda de un poblado cercano a la Sierra Maestra, lleva en sus hombros y en el corazón, el grado de capitán y se desempeña como política del destacamento naval.
«El intervencionismo del gobierno que mantiene ese enclave militar en nuestro territorio tiene nuevos rostros. Nos atacan en el ciberespacio, y los soldados necesitan, y tienen, las armas de las ideas, y con ellas combatimos en las redes sociales», dice la muchacha.
La joven oficial insiste en que esa fortaleza política forma parte, también, de «los valores que se inculcan en los nuevos combatientes que cumplen su servicio militar», asegura.
La «guapa» de Yateras
Leynis Ramírez Ponce.Foto:Lorenzo Crespo Silveira.
Cuando le dijeron que un servicio de guardia en la Frontera implica mantenerse en posición firme durante cuatro horas, con fusil al hombro, Leynis Ramírez Ponce, del municipio guantanamero de Yateras y con solo 18 años de edad, dudó si lo lograría.
«La impresión que te causa la cercana presencia de una base militar enemiga, es tan fuerte
como pensar que tu país se puede ver en peligro, y ante esa realidad uno ni siquiera pestañea, porque sabes que tienes una misión muy importante y porque el servicio militar (en su caso y en el de todas las jóvenes, voluntario) deja enseñanzas y es una forja de valores, de cualidades que nos sirven para el resto de nuestras vidas, aunque pases momentos de tristezas, como los he tenido, pero porque extraño mucho a mi mamá y a mi hermano».
El retorno del maestro
Poco tiempo después de graduarse como maestro, Geydis Rosales Góngora debió incorporarse al Servicio Militar Activo, pero por la situación epidemiológica del país, a causa de la propagación del nuevo coronavirus, no fue posible. Entonces el chico, de 20 años de edad, ocupó su puesto en un aula de segundo grado de una escuela rural en las inmediaciones de su pueblo, Jiguaní, en la provincia de Granma.
No llegó a tomarle el «gusto» a su noble oficio porque muy pronto, ahora sí, debía partir para «el verde». Así, llegó a la Brigada de la Frontera, y casi al concluirlo, se considera un mejor ser humano.
«Desde que estoy aquí pienso en tres cosas: En mi mamá, que está muy orgullosa de mí, pues a esta unidad se entra de manera selectiva; en mi pueblo, porque soy un centinela de su tranquilidad; y en la Revolución que me dio la oportunidad de tener la profesión que amo, y nunca la defraudaré».
De vuelta, el orgullo
Al regresar a su natal Contramaestre, en la provincia de Santiago de Cuba, Legna Mora Galán llevará consigo el recuerdo de los días tristes por no poder abrazar a su pequeño hijo, a quien dejó al amparo de su abuela tras tomar la decisión de incorporarse voluntariamente al servicio militar.
«Pero cargaré también el orgullo de haber servido a la salvaguarda de mi país en una institución armada que, además, me dio la posibilidad, una vez terminado, de estudiar una carrera universitaria que me permitirá seguir siendo útil a Cuba y ayudar a mi familia».