Sus empeños en la UBPC Jóvenes del Centenario son la confirmación de que escogió la carrera correcta, confiesa la ingeniera agrónoma Yanaiza López Álvarez. Autor: Odalis Riquenes Cutiño Publicado: 02/03/2019 | 09:06 pm
CONTRAMAESTRE, Santiago de Cuba.— Mientras describe de forma milimétrica el recorrido que hará en las próximas 24 horas la máquina de riego de pívot central, Zenaida Hechavarría Gutiérrez se siente la persona más útil del mundo.
«Ella permanece regando hasta donde llega el cultivo, de boniato en este caso; cada 60 segundos camina 0,25 centímetros; así estará hasta mañana más o menos a esta hora (dos de la tarde)… En el riego, he trabajado con los aspersores y con estas máquinas. En la escuela nos enseñaron a manipular esas tecnologías», explica con la seguridad de quien se siente cómoda con lo que hace.
Tiene 19 años y hace poco más de dos meses inició su vida laboral como técnico medio en Agronomía en la granja Aguacate, única estructura estatal y responsable de casi el 50 por ciento de la producción de la empresa agropecuaria Laguna Blanca, el principal polo productivo santiaguero.
«Somos dos técnicos en esta estructura. Al principio llegamos tímidos, pero ya vamos perdiendo el miedo, pues aplicamos lo que aprendimos en el politécnico Rolando Ayuz Elías. «Rotamos por las diferentes áreas para irnos adiestrando en todos los cultivos. Desde que entré he trabajado en la siembra y cultivo del boniato, en el tomate y ahora estoy a cargo de los viveros».
Cada día antes que el sol se alce sobre El cuartelito, comunidad centro de la zona de Laguna Blanca, en el santiaguero municipio de Contramaestre, donde vive, ya está en pie esta muchacha para abordar el transporte, que tras tres o cuatro kilómetros de vaivenes, la llevará hasta Aguacate.
Cuando otros han renunciado a esa rutina, en una granja donde en enero último, de un universo de 21 jóvenes, cinco causaron baja por solicitud propia, ella se empeña.
«Aquí en Laguna Blanca la principal fuente de trabajo es esta y lo que hacemos es importante, pues de esta empresa salen los productos para la alimentación de la ciudad de Santiago. Sembramos y cosechamos boniato, plátano, pimiento, tomate, yuca, maíz, frijol, distintos tipos de frutales y hasta el higo, que es nuevo, y podría sustituir importaciones», comenta.
Desde la satisfacción de aportar, esta enérgica muchacha se suma al día a día de una estructura en la que unos 120 trabajadores habituales comparten labores con más de un centenar de internos, que se reeducan de manos del trabajo concreto. «Hay muchos reclusos que saben sembrar, otros, no; pero son muy laboriosos y respetuosos», sostiene.
El tiempo que lleva en Aguacate tal vez no le alcance a Zenaida para comprender que la granja en la que se inserta, y en la que han sido instaladas para la atención de sus 510 hectáreas cultivables, 13 de las 29 máquinas de riego de pívot central con que cuenta la empresa, ha puesto en los conocimientos de los nuevos técnicos como ella, sus esperanzas de superar escollos como la falta de preparación de los operarios de las máquinas.
Así lo asevera el técnico en Gestión del capital humano de la granja, Ángel Enamorado Tamayo: «Hoy tenemos grandes fluctuaciones entre los operarios de las máquinas de riego de pívot eléctrico, porque los compañeros no siempre son los más capacitados, y a veces tenemos que cerrarles el contrato a algunos o trasladarlos de puesto de trabajo.
«En estos momentos es intención tanto de la empresa como de la granja, crear en las áreas bajo riego de cada máquina un colectivo laboral con un técnico al frente, para transformar esta situación».
La joven Zenaida de seguro asumirá con todo el ímpetu de sus años esta misión, pues sabe que en ello está también la posibilidad de realizar esos sueños que hoy esparce al sol: «Yo quiero aprender mucho para luego entrar a la Universidad y hacerme ingeniera agrónoma».
Los nuevos deciden
Puede que, ciertamente, los menores de 35 años no sean mayoría entre los más de 2 300 hombres y mujeres encargados en Laguna Blanca de cumplir con la misión de garantizar de manera estable el envío de las viandas, hortalizas, granos y frutas que demandan seis mercados agropecuarios de la ciudad de Santiago de Cuba, pero como asegura Roberto Hardy del Rosario, director general de la empresa, el trabajo de los jóvenes decide todo lo que se hace aquí.
«En la juventud están puestas todas las esperanzas de encaminar el trabajo. Ahora tenemos 12 ingenieros agrónomos, y estamos recibiendo unos 20 técnicos de nivel medio que se insertan en todas las estructuras; y ya se nota el impacto, porque esa misma juventud es la encargada de animar, de dinamizar, de infundirle al trabajo esos bríos que la caracterizan», enfatiza el directivo.
Y energías nuevas es algo que necesita este emporio productivo santiaguero sobre cuyas 7 500 hectáreas cultivables y 15 estructuras productivas: ocho UBPC, seis CCS, la granja estatal Aguacate, y los usufructuarios, descansa la responsabilidad de garantizar los 3 000 quintales semanales de productos agropecuarios que deben enviarse hasta Santiago de Cuba.
En los esfuerzos actuales de Laguna Blanca deciden y limitan los dos grandes problemas que, históricamente, ha confrontado este gigante productivo: la inestabilidad en el suministro del agua necesaria para conseguir los niveles productivos comprometidos y la fluctuación de la fuerza de trabajo.
Con el logro de haber conseguido que el 33 por ciento de sus áreas cultivables (2 500 hectáreas) estén bajo riego, en su mayoría con las avanzadas máquinas de pívot central, la empresa agropecuaria ve depender sus empeños productivos del rugido de los maltrechos motores de seis estaciones de bombeo, que toman el líquido, siete kilómetros aguas abajo, de la presa Protesta de Baraguá, y lo extienden a todas las estructuras a través de un canal magistral de unos 13 kilómetros.
Sin embargo, precisa el Director General, en 2018 apenas se mantuvieron funcionando uno o dos motores; en estos momentos hay tres, y eso no garantiza los niveles productivos que pudieran darle plena satisfacción al pueblo. Para abril, en que se tiene prevista la compra de bombas nuevas la empresa tiene cifrada sus esperanzas de comenzar a revertir esta situación.
Asimismo, directivos y trabajadores de Laguna Blanca se afanan en desterrar su otro talón de Aquiles, que es la fluctuación de la fuerza laboral. Por falta de brazos esta empresa tuvo que entregar unas 2 700 hectáreas de tierra en usufructo. Hoy esa carencia encuentra solución con la incorporación de internos en casi todas las bases productivas y en mayor número en la granja estatal Aguacate.
En los últimos tiempos otros problemas se han sumado al panorama de Laguna Blanca. Dificultades en la salud financiera de la empresa, por ejemplo, se traducen en afectaciones salariales a los trabajadores no vinculados directamente a la producción.
Igualmente, un reciente recorrido del Buró Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas por la zona, permitió conocer en intercambio con varios muchachos de anhelos de recreación insatisfechos y la necesidad de una mayor atención por las instancias municipal y provincial, que pongan fin a añejos problemas como los del vial que conecta a una zona de tanto peso económico con la Carretera Central.
Realización junto al surco
Después de un año y medio de adiestramiento en áreas de la UBPC Jóvenes del Centenario, la ingeniera agrónoma Yanaiza López Álvarez, siente que en tan apartado paraje ha encontrado el desarrollo. «Aquí tengo que ver con todo, atiendo también una finca y tengo un gran apoyo de mis compañeros, especialmente de mi jefe de producción, que siempre me está guiando», afirma la muchacha de 24 años.
Según ella se vuelve a graduar otra vez de la Universidad en cada ceremonia de siembra, iniciativa que la empresa ha puesto en práctica con los jóvenes profesionales, en la que estos llegan al campo, se presentan con los obreros, les explican y demuestran qué y cómo se va a sembrar en un área determinada; intercambian criterios y rectifican cualquier proceder incorrecto.
Entre la experiencia y los libros a veces sobrevienen las contradicciones y extender algunas concepciones, las ventajas de utilizar más el control biológico, pues hay mentalidades acostumbradas al uso de los fertilizantes químicos, explica. Pero a pesar de eso siente que su criterio se escucha, que la tienen en cuenta: «en el trabajo todos damos una opinión y al final se hace lo más correcto».
«Es muy bueno sentirme bien desarrollando el trabajo que me gusta, el que escogí, por eso nunca pensaría en irme a la ciudad; cuando uno ve resultados solo le queda luchar porque lo que tiene sea mejor», recalca. Su decisión es la de otros muchos con rostro imberbe que plantan sueños y se empinan en pos del bienestar económico y la alimentación de los santiagueros en los predios de Laguna Blanca.
Aprender de todo para llegar a graduarse como ingeniera agrónoma es el sueño de la técnica Zenaida Hechavarría Gutiérrez, de solo 19 años. Fotos: Odalis Riquenes Cutiño