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Anamú vs. dipirona: una pastilla, por favor

La escasa sostenibilidad en el mercado cubano de reconocidas tabletas de origen natural y el pobre aprovechamiento de sus bondades, redunda sobre los aún tortuosos caminos de la generalización de los frutos de la ciencia cubana

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Adriana es una cubana con cáncer. Después del tratamiento quirúrgico y las correspondientes radioterapias y quimioterapias sus oncólogos le han recomendado usar las tabletas de anamú, un excelente inmunoestimulante celular.

 Hasta ahora, por mediación de un amigo, solo ha podido conseguir un frasquito de 50 unidades, insuficientes para el tiempo de terapia recomendada.

Teresa leyó en la prensa sobre el mentisán, pastillas para chupar, ideales contra el catarro y la congestión nasal que muchas veces padece su hijo, pero nunca ha podido encontrarlas.

Tanto las tabletas de anamú, como el mentisán, o el lecisán (elaborado a partir de la lecitina de soya) y otros, son resultados probados de la ciencia cubana, frutos del esfuerzo investigativo y la voluntad de hacer del Grupo de Innovación de la Empresa Laboratorios Farmacéuticos Oriente (LFO).

Desde el año 1996 el quehacer del consagrado colectivo, con sede en esta oriental ciudad, ha conseguido convertirse en líder del empeño cubano de poner la sabiduría que habita en las plantas medicinales a favor del bienestar humano.

A fuerza de constancia materializan lo que hoy es un imperativo de la actividad innovadora en la Isla: desarrollar, registrar, e introducir en la red de farmacias una decena de productos naturales en forma de tabletas, elaborados a partir de reconocidas plantas medicinales tradicionales, derivados apícolas y algunos subproductos de otras industrias.

Como explica la máster en Medicina Natural y Bioenergética Martha Zoe Lemus Rodríguez, investigadora del LFO y alma de estos resultados, se trata de productos elaborados con rigor, esmero y una alta preocupación por la calidad desde su concepción, selección de las materias primas, producción, acabado y presentación, certificados algunos como suplementos nutricionales por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (Inhem) y otros registrados como medicamentos por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Medios Diagnóstico y Equipos Médicos (Cecmed).

«Preferimos confeccionarlos en forma de tabletas, precisa Lemus Rodríguez, pues la estabilidad químico-farmaceútica de estas las hace más fáciles de transportar y conservar que las fórmulas líquidas; resultan más aceptables que las cápsulas y no requieren el procedimiento de preparación de las infusiones.

«Somos muy rigurosos con la selección de las materias primas y exigimos a nuestros proveedores que las plantas cumplan con los parámetros agrotécnicos necesarios. Por suerte tenemos contratos con estructuras de la Agricultura en la región oriental que saben lo que queremos y son capaces de garantizarlo.

«A pesar de ser una fábrica antigua, de las dos primeras existentes en el país, en nuestra planta de tabletas se cumple con todos los parámetros para el control de la calidad y contamos, quizá, con los troqueladores y las personas con más experiencia a nivel nacional en la elaboración de estos comprimidos a partir de plantas medicinales.

«Por otra parte, nos hemos preocupado por el acabado y la presentación, lo que ha contribuido a elevar la confianza de la población que los consume.

«Productos como las tabletas de anamú, que tuvimos la posibilidad de presentar por primera vez en el hospital oncológico Conrado Benítez, de acá, nos han dado la satisfacción de que los buenos médicos de este país: oncólogos, inmunólogos, que al principio eran reacios a reconocer la medicina natural, hoy lo prescriben, lo recomiendan, lo aconsejan.

«La población reconoce sus bondades, pero acceder a ellos es difícil, más allá de la ciudad de Santiago encontrarlos es prácticamente imposible. Cuando hablo de eso siempre recuerdo las palabras de un amigo que me dice: “Ustedes desarrollan buenos productos, pero no se ven...”».

 Escollos e invisibilidad

La creciente aceptación popular de que gozan las tabletas de origen natural contrasta con su escasa disponibilidad en la red farmacéutica nacional.

—¿Las tabletas de anamú? Aproveche ahora. Generalmente es así, vendemos un poquito y hasta dentro de cuatro o cinco meses no volvemos a sacar.

La explicación ofrecida por un dependiente de una de las farmacias biosaludables existentes en la ciudad de Santiago de Cuba para la comercialización de los medicamentos de origen natural, es bien gráfica en cuanto a la situación de estos surtidos.

La historia de consumo de estos productos ha estado marcada por la falta de sostenibilidad, explicó a JR Eliécer Martínez Suárez, especialista de la Dirección Provincial de Farmacias y Ópticas.

«Se comercializan solo en dos unidades —las llamadas farmacias biosaludables— de la cabecera provincial y aunque tienen una alta demanda, el año anterior en la provincia en la farmacia Botino, por ejemplo, solo recibimos unas cinco veces las tabletas de anamú y otras cuatro o cinco veces las de lecitina de soya. El mentisán solo lo tuvimos cuando se presentó el producto. Esa es más o menos la norma».

Así, cual furtivos frutos del conocimiento, a pesar de su probado historial, transitan las pastillas de origen natural por el mercado nacional. Un escollo importante en la generalización de estos logros de la ciencia y por ende de su visibilización está en su proceso productivo.

Según datos del departamento de Producción, la planta de tabletas del LFO elabora al mes en estos momentos unos 65 millones de unidades, de ellos solo el cinco por ciento, (menos de un millón de unidades) corresponde a los comprimidos de origen natural.

Atendiendo a su objeto social, el LFO centra su prioridad en el compromiso con los medicamentos genéricos incluidos en el cuadro básico, que en el caso de la planta de tabletas corresponde al 17 por ciento de los surtidos de este tipo que requiere la nación, y que comprende medicamentos como la nicotinamida, el nutriforte, alprazolam, naproxeno, sulfato de zinc, y toda la dipirona que precisan los hospitales.

Como explicó a JR Alicia Rosales, del citado departamento, la capacidad productiva de la única línea que posee la planta se comparte entre ambos tipos de producciones. Como la prioridad está en los medicamentos genéricos, mientras no se haya cumplido el plan de estos, no se puede introducir ningún producto natural, los que son elaborados por campañas o ciclos.

Súmele a eso que por razones de control de calidad es imprescindible antes de iniciar uno u otro proceso, realizar una rigurosa limpieza que evite la contaminación cruzada entre ambos tipos de producciones, sobre todo cuando se elaboran tabletas oscuras como las de anamú o el propóleo, además de otras medidas especiales que implican un aumento de los costos directos e indirectos de producción.

Algunas veces se cumplen los planes de los medicamentos genéricos, pero el tiempo que queda es muy corto para introducir los naturales y no se puede aprovechar la planta. Según explicó Alicia Rosales se precisan como mínimo ocho días desde el proceso de preparación hasta el envase de las tabletas de origen natural.

Pesa igualmente  la obsolescencia tecnológica de la planta de tabletas, inaugurada en 1972, donde componentes tecnológicos imprescindibles como los troqueles ya se sienten el paso de los años; el suministro inestable de envases, otros componentes y dificultades con algunas materias primas como las provenientes de la apicultura que garanticen la elaboración sostenida de los diferentes surtidos de este tipo de producción.

Como consecuencia de esta realidad, los comprimidos de origen natural quedan condenados a la producción esporádica y en escaso volumen, que ni siquiera satisface la demanda de la provincia de Santiago de Cuba, que constituye hoy el principal mercado.

Antídoto contra la adversidad

Como buenos creadores, el colectivo del LFO opone empeño y voluntad a las adversidades y buscan alternativas en aras de conseguir que los frutos de su actividad innovadora lleguen a manos de las personas a las que puedan resultarles útiles.

La solución a los problemas productivos y que son la clave de la escasa presencia en el mercado de las reconocidas tabletas, pasa por el montaje de una línea independiente para los productos naturales que conllevaría financiamiento y muchas otras condiciones. En tanto, los especialistas santiagueros le han propuesto al Grupo Empresarial BioCubaFarma, al cual pertenecen, un proyecto que apuesta por aprovechar parte de la actual planta, lo que abarataría la inversión.

«No se trata de una inversión ambiciosa como construir otra planta —argumenta Zoe Lemus—, lo que estamos proponiendo es aprovechar las facilidades de construcción civil, equipos tecnológicos, servicios ingenieriles, de mantenimiento, generales y de atención al trabajador instalados en la actual planta de tabletas para la creación de una línea de producción dedicada a los productos naturales, la cual quedaría físicamente separada del resto de dicha área de proceso, evitando así la contaminación cruzada entre ambas producciones».

La solución propuesta continuaría utilizando además toda la infraestructura y la logística (almacenes, laboratorios de control de la calidad) actualmente en funciones y los recursos humanos, preparados y con la formación y cultura farmacéutica adecuada para el buen manejo de la tecnología empleada en estas producciones, al frente de las cuales está el grupo de investigadores capaz de llevar adelante el desarrollo de nuevos productos que enriquezcan el surtido con que se cuenta actualmente en el LFO.

Al decir de la investigadora Zoe Lemus, el que Cuba disponga, a través del LFO, de una línea dedicada a la producción de tabletas de origen natural, traería beneficios para todos: la falta de medicamentos sintéticos que a veces se presenta en las farmacias de la Isla podría suplirse con productos a base de plantas medicinales de uso  probado, únicas en Cuba, lo que beneficiaría la salud de grupos vulnerables como los adultos mayores.

Sería asimismo una fuente importante para el aprovechamiento de los recursos humanos del sexo femenino, que hoy comprenden el 50 por ciento del total de trabajadores de la planta de tabletas, y quienes se verían beneficiados por un mayor ingreso en términos de salario por aumento de la producción y de la productividad.

Teniendo en cuenta que entre los productos naturales elaborados por el LFO algunos como la tableta de lecitina de soya se producen a partir del subproducto de la planta procesadora de soya, que constituye un potencial peligro para el entorno, y que trabajan en otra pastilla utilizando la levadura de cerveza, excedente de la fábrica santiaguera, la elaboración sostenida de estas pastillas tendría un positivo impacto medioambiental.

Remedio verde frente a la inercia

Una frase de Paracelso que es bandera entre los investigadores del LFO reza que «contra todo padecimiento crece una planta». El reto mayor que tiene hoy el emprendedor colectivo es quizá encontrar esa planta capaz de inmunoestimular mecanismos como el de la generalización de los resultados, asignatura pendiente aún del sistema de ciencia cubano, incluso en tiempos en que el Citma apuesta por multiplicar las empresas innovadoras capaces de cerrar ciclo en su actividad creadora, como lo ha hecho el LFO.

Un remedio verde precisa igualmente de la capacidad de integración entre todos aquellos llamados a hacer progresar el mayor uso de las plantas medicinales y productos naturales en pos de la salud y el bienestar de los cubanos. Solo así se transformaría el actual desconocimiento de lo logrado por el LFO en reconocimiento de una potencialidad cubana que además de regalar salud de la manera más natural podría incluso aportar económicamente.

Solo así lo que hoy es voluntad exclusiva contra molinos de viento de la dirección del LFO se convertiría en prioridad del Grupo Empresarial BioCubaFarma, al que pertenecen, único capaz de adoptar las decisiones en materia inversionista.

Defender la sostenibilidad de la producción industrial de las tabletas de origen natural permitiría a la ciencia cubana, unida, desplegar ante el mundo otra de sus potencialidades, y abriría una promisoria puerta en un campo cuyo mercado internacional ofrece perspectivas halagüeñas, como evidencia el interés que han suscitado en el mundo publicaciones de los investigadores del LFO sobre temas como las tabletas de anamú, por ejemplo.

La también ingeniera química Zoe Lemus es enfática: «Para cumplir con los Lineamientos del Congreso del Partido que hablan de potenciar el empleo de la medicina  natural para beneficio de la salud cubana, no se puede desconocer lo que hace el LFO.

«En mis más de 20 años como investigadora, he recibido múltiples estímulos; incluso recientemente tuve la satisfacción de que me otorgaran la orden Carlos J. Finlay, pero el mayor reconocimiento para un investigador es que alguien te diga: ese producto que está en la farmacia lo tomó mi tía, mi abuela y le fue bien, y yo pueda decir; yo trabajé en él; ese es el mejor diploma».

 

Aproveche ahora que este es un producto muy bueno, recomienda el dependiente de la farmacia biosaludable santiaguera Botino.

 

Pocas veces puede leerse en la tablilla de la farmacia biosaludable de la avenida Garzón, en la urbe indómita, la oferta de tabletas de origen natural. Fotos: Odalis Riquenes Cutiño

Productos naturales desarrollados por el LFO

—Manzanisán: Tónico digestivo a partir de la universalmente conocida manzanilla. Es comparable al metilbromuro de homatropina; como sedante resulta superior al meprobamato, y como antinflamatorio aventaja a la papaverina.  

—Tabletas de anamú: Están registradas como medicamento herbario inmunoestimulante celular. Administradas a pacientes que reciben radioterapia o quimioterapia accionan mejor que el levamisol.

—Jalex: Elaborada a base de jalea real, aventaja al fumarato ferroso en el tratamiento de la anemia, la fatiga, los trastornos sexuales, la pérdida de apetito y el agotamiento físico.

—Jalca: Jalea real con calcio

—Fibrosán: Compuestas por fibras insolubles a base de salvado de trigo y fibras solubles de hollejos de naranja, que son ideales para resolver el estreñimiento, y en dietas de adelgazamiento.

—Viprol: Tabletas a base de propóleo, mejoran los procesos digestivos y se usan como profiláctico en la parasitosis por Giardia lambia.

—Lecisán: A partir de la lecitina de soya; elimina depósitos grasos, protege el hígado, estimula la función intestinal y mejora la circulación sanguínea.

—Mentisán: Antiséptico bucofaringeo efectivo contra el dolor de garganta, congestión nasal y halitosis.

—Ya fue registrada la esperada moringa en tabletas. Tienen en desarrollo las de pasiflora, el sedante por excelencia de muchas personas y las de levadura de cerveza, formidable antianémico y portador del complejo B que aprovechará el subproducto excedente en la fábrica de cervezas de Santiago.

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