Irma, la delegada del poblado de Armando Mestre, apoyó en todas las labores de la recuperación al delegado de Moscú. Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 30/11/2017 | 08:20 am
MOSCÚ, Esmeralda, Camagüey.— En medio de la intensa faena constructiva de viviendas por cientos de hombres en el poblado de Moscú, en Esmeralda, donde el huracán Irma hirió con más fuerza, se vió a otra Irma, Irma Luis Nevet, la delegada del poblado de Armando Mestre, más conocido como el Micons. Ella apoyó en todas las labores de la recuperación a su colega, Orestes Estrada Esquivel, el delegado de Moscú.
Irma es una mujer bien mestiza que anda «pá arriba y pá abajo», preguntando, orientando, chequeando y hasta hablando con todos casi que a la misma vez, a pesar de ser una damnificada de los tantos que hay en la tierra que más cerca estuvo del ojo de ese gran huracán.
«Esto no es fácil», dijo la esmeraldeña a JR. Asegura que desde que se supo que se había formado una tormenta tropical nombrada Irma, en las aguas del Atlántico, su vida nunca más ha sido apacible, sino «de mucha jarana, pues he cambiado el nombre por el de "ciclona" y hasta me llaman "huracán en dos patas"….
«Las mil bromas empezaron primero en la casa, con mi esposo Lázaro y mis sobrinos, pero cuando la tormenta se convirtió en un huracán categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, y entre más se acercaba a Cuba, te confieso que hasta los "gatos" me hicieron sus guasas», comentó la mujer que llevaba cinco años liderando su comunidad.
Irma también parece un «ciclón» por su muy activa manera de desdoblarse entre tres y hasta cuatro cosas a la misma vez. «Aquí no hay tiempo para nada más que trabajar. Incluso hasta la familia siente mi ausencia, porque bien entrada la noche es que llego a casa, donde muchas veces me esperan mis vecinos, a los que debo de atender con calma y mucha paciencia».
— ¿Qué le ha dejado esta «dama destructiva» luego de su impacto.
— Un huracán de trabajo
— ¿Qué le ha enseñado Irma, el huracán?
— Que siempre se puede más y a tener un «saco» de paciencia, pues hay mucha gente herida y todo el mundo cree que su problema es el peor. Hay que hablar mucho, convencer y explicar, para que nadie quede sin esperanza, mientras les llega su solución.
— ¿Se cambiaría usted su nombre?
— ¡Qué va! Este me lo puso mi madre y se queda para siempre. Aunque hay «chivadores» que me lo han sugerido en jarana, y de verdad que casi que lo he perdido ya, el nombre de Irma me gusta, porque he buscado su raíz y te aseguro que se parece al ímpetu de muchas cubanas; mujeres de fortaleza, lealtad y fuerte voluntad.