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Sin desesperanza a pesar del golpe

En la noche del viernes empezó el huracán Irma, lamentablemente con nombre de mujer, a desencadenarse con saña contra la costa norte villaclareña, asiento de siete municipios costeros, donde viven más de 7 000 personas

Autor:

Nelson García Santos

CAIBARIÉN, Villa Clara.— A la gente de esta tierra, ni un monstruo como el huracán Irma la asusta, y muchísimo menos la sume en la desesperanza cuando las tinieblas de la noche se esfuman para revelar el paisaje ajado que, en un santiamén, nos colgó esta mujer ataviada de malignidad.

El viernes en la noche se fueron a dormir o, mejor dicho, a mantener una vigilia desde la comodidad de la cama, con los oídos prestos, porque saben al dedillo que mientras mayor sea el zumbido del viento así será la magnitud de lo que se les viene encima.

Para los pobladores de aquí, familiarizados con los ciclones, visitantes inoportunos que cada cierto tiempo se dan una vuelta por acá, las palabras miedo o susto no están registradas en sus memorias, pero eso sí, le tienen un inmenso respeto, como dice Caridad Blando, quien los ha soportado durante toda su vida.

Confiesa tener un recuerdo especial del siniestro huracán Kate que puso bien feo esto aquí, pero, de súbito calla, entrecierra sus ojos, para volver con este señor ciclón.

La espera para comprobarlo no duró mucho. En la noche del viernes empezó el huracán Irma, lamentablemente con nombre de mujer, a desencadenarse con saña contra la costa norte villaclareña, asiento de siete municipios costeros, donde viven más de 7 000 personas.

El primer golpe en Caibarién fue de espanto: los fuertes vientos se llevaron la antena que mide la velocidad de estos, lo cual ocurre cuando sobrepasan los 186 kilómetros por hora, explica Amaury Machado Montes de Oca, jefe del Grupo de Pronósticos del Instituto de Meteorología en Villa Clara.

El embate sostenido pasó de los 200 kilómetros por hora con rachas superiores, que ocasionaron en la cayería norte olas entre los ocho y 12 metros, equivalentes a un edificio de cinco plantas, por lo que el daño en esa zona pudo ser considerable.

Las referidas golpearon el litoral con una altura entre tres y cuatro metros y desencadenaron inundaciones hacia dentro de la ciudad de hasta 500 metros de longitud. Luego, debido al mismo fenómeno meteorológico, los vientos empezaron a soplar de la tierra hacia el mar, y volvieron a arrastrar hacia el océano, en parte, el agua que golpeó de nuevo todo a su paso.

Ese impacto doble fue causa principal, junto a los vientos, de considerables daños que se reflejan en afectaciones de viviendas, instalaciones estatales de diversos sectores, caída del tendido eléctrico, de líneas telefónicas y árboles que han interrumpido vías.

Lo ocurrido en Caibarién semeja, en mayor o menor magnitud, los estragos en Sagua la Grande, Remedios, Camajuaní, Encrucijada, Quemado de Güines y Corralillo, los otros municipios costeros, donde se calcula se han registrado los mayores daños en Villa Clara.

Hacia el interior de la provincia también sacudió Irma, considerado el huracán más potente en la historia de Villa Clara, según afirmó el Jefe del Grupo de Pronósticos del Instituto de Meteorología del territorio.

Ahora la gente se sacude. A la vista, la recuperación. Quedó atrás el mal momento.

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