En La Sierpe se trabaja en el montaje de bombas en 40 pozos para enfrentar la sequía que afecta la producción arrocera. Autor: Vicente Brito Publicado: 21/09/2017 | 07:02 pm
LA SIERPE, Sancti Spíritus.— Todavía hay quienes ven a Luis Enrique Remedio como el «mocoso» que no les dejaba dormir la siesta del mediodía por su «mataperreo» alrededor de los edificios de la comunidad.
Para ellos, la bata blanca y el estetoscopio no lo despojan de aquellos días en que andaba descalzo, sin camisa, detrás de perros y gatos o jugando a policía-bandido.
De entonces hasta acá ha llovido bastante, lo suficiente para que ahora se le llame doctor y recorra cada apartamento donde alguien sufre un padecimiento.
«Regresé a mi lugar de origen. Trabajar en el consultorio del médico de la familia número 13 de La Sierpe, donde tantas veces me atendieron, me hace muy feliz. Creo que es el mejor agradecimiento para con la tierra que me vio nacer», refiere mientras coloca su cuño a un interminable número de recetas.
Al igual que este joven galeno, Daniel Pérez Corrales, especialista en organización del trabajo y salario en la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro (EAG) —entidad con solvencia económica gracias al esfuerzo de hombres y mujeres que sortean vicisitudes de toda índole para cumplir con sus planes—, se asume comprometido con el desarrollo de un territorio que promete en sus polos productivos distinguirse entre los mejores del país.
«Somos el municipio más joven de Cuba, por tanto, aquí la tradición es que la juventud es la que guapea bajo el sol para obtener los resultados», refiere.
Y no exagera; en los poco más de 40 años de existencia el territorio con menor densidad poblacional en Sancti Spíritus —15 habitantes por kilómetro cuadrado— sobresale en la diversificación de sus producciones agropecuarias. Es el único de la provincia que cumple su plan de entrega de leche y la EAG despunta como la de mejores rendimientos en el cultivo del arroz a nivel nacional. En cada uno de esos números se evidencia un rastro de lozanía.
Llanura que se extiende
Ubicada al sur de Sancti Spíritus, en forma de plato llano y con gran parte del mayor trozo de «mar artificial» del país —la presa Zaza— en su interior, La Sierpe se creó como municipio en 1976. Su ciudad cabecera se fundó con varios edificios, para entonces de nuevo tipo, que acogieron, principalmente, a las familias cuyas casas quedaron bajo las aguas del referido acuatorio.
Y aunque allí el tiempo parece más lento, no solo por sus desventajas en materia de vialidad —cuenta con solo 21 kilómetros de carretera de asfalto—, sino por la propia idiosincrasia de sus pobladores parsimoniosos, cuando se camina por su interior se descubre que sus arrozales, a pesar del impacto de la sequía, presentan los rendimientos más altos del país.
«Que la presa esté casi seca nos hizo repensar nuestro objeto social como empresa agroindustrial, y hoy somos capaces de producir casi todo para que las bases productivas no quiebren. De esa forma están a mano la economía cubana y la de nuestros bolsillos», explica Daniel Pérez, quien se pasa el mes contabilizando cada centavo de la entidad.
Las alternativas para mitigar los efectos de la sequía incluyen también la colocación de bombas en 40 pozos, que se sumarán a la infraestructura hidráulica de la arrocera.
A Yilian Díaz Meneses, también trabajadora de la EAG y con 30 años sobre sus espaldas, no hay quien le haga un cuento sobre lo que ha cambiado su municipio. Se espabila todos los días a las cinco de la mañana porque las jornadas en esa zona comienzan temprano.
«Se construyó una finca de alimento animal, de referencia para el país. Contamos con ganado mayor y menor con pesos significativos. Entre nuestros resultados se distinguen, además, la cría de aves y la ceba de ovinos en tarima. Durante tres años consecutivos hemos sido el único municipio espirituano en cumplir el plan de entrega de leche», añade.
Pero esas cifras no han aparecido de forma silvestre en la llanura sierpense. Detrás de cada número están las palabras sacrificio y entrega.
«La juventud aquí tiene como principal opción de trabajo el campo, por eso hay tantos rostros bisoños desperdigados monte adentro. Insistimos, siempre, en comprender la importancia de la labor, por humilde que sea; y si al final del mes palpas que valió la pena, te enganchas y sigues echando pa’ alante», asegura Pérez Corrales.
Pero La Sierpe ha crecido no solo gracias a las manos que llegan directamente a sus producciones. «También estamos los jóvenes que desde los sectores sociales incidimos en el desarrollo de este municipio. Por ejemplo, nuestro policlínico tiene índices envidiables y el trabajo de la biblioteca municipal fue reconocido en la Asamblea Nacional», opina Luis Enrique.
Como toda obra humana, pensar que La Sierpe es una tacita de oro es una quimera. Aún le resta por saldar muchísimas deudas con los intereses y necesidades de sus pobladores.
Potenciar sus auténticas expresiones culturales, evitar que el polvo colora’o «ahogue» el paso de los vehículos hacia sus comunidades más alejadas o elevar la calidad en la prestación de los servicios, son asuntos que no dejan bajar la mirada.