Un mismo perro no me muerde dos veces, escuché decir a un vecino como si no tomar todas las precauciones para ciclones no sería más problema en estas tierras, que cuatro años atrás sufrió las afectaciones del huracán Sandy y ha incorporado esa experiencia muy útil ante el acecho de Matthew.
El ajetreo es notable. Se amarran o desmontan techos, se les coloca arena encima, se clavetean maderas para proteger los cristales, mientras se desfila con provisiones de alimentos, gas, velas e hipoclorito, para el tratamiento del agua en la fase recuperativa.
Le falta a la ciudad el brillo de sus lumínicos y muchos árboles fueron podados por 35 brigadas de motoserreros y los propios vecinos.
María Luisa Soria Montero, promotora cultural en Cayo Granma, es de las que nunca abandona su terruño, típico de los pescadores de la entrada de la bahía santiaguera acostumbrados a lidiar con la furia
del mar, así sea encaramándose en los lugares más altos, pero esta vez cruzó hacia tierra firme.
Su esposo aseguró bien el bote con amarres en un lateral de la casa, como muchos lo hicieron en las calles del cayo de apenas dos kilómetros de ancho, y se evacuaron con sus niñas en la casa de su madre, al igual que prácticamente todos los pobladores de La Socapa, Barrio Técnico y Caracoles.
Los trabajadores de la planta Elf Gas aumentaron su producción diaria de 6 000 cilindros de diez kilogramos a 10 000 800, para satisfacer la necesidad de su venta liberada en las provincias de Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo y el municipio de Moa.
Un grupo de 23 jóvenes operarios y la dirección administrativa amaneció este domingo en la planta y prácticamente han trabajado sin descanso para garantizar el combustible en la mayor cantidad de hogares posibles como parte de la recuperación.
Algunos se han incorporado tras haber asegurado sus pertenencias, como es el caso del operario Yaser Despaigne Roche, de 27 años.
En las tres casas de niños sin amparo filial de la provincia, todas en buenas condiciones para resistir los embates, permanecerán profesores junto a los menores.
Más de 350 embarazadas a término han sido ingresadas para su cuidado en instalaciones médicas y ahí esperan seguras sus bebés, contra viento y mareas.
Lisandra Vaillant Garbey, quien se encuentra en el hospital materno Sur Mariana Grajales Cuello en Santiago de Cuba, dijo sentirse muy bien atendida por el personal médico y las enfermeras que están dispuestas a permanecer con ellas en cualquier circunstancia.
No pensé tener además una alegría tan grande como la de conocer a Raúl Castro, que durante su recorrido por el hospital se detuvo en mi cama y se preocupó por mi estado, y compartió con nosotras anécdotas de los partos de Vilma Espín.
Eso nos da mucha confianza, dijo la joven.
Los momentos se pasan rápido aquí, agregó al rememorar las historias de Silvia la enfermera de la Sala que hace reír con las ocurrencias de su hijo al que nada le agrada que su madre vuelva a pasar otro ciclón fuera de la casa, y ella no más que le responde como Mariana Grajales a Antonio Maceo: «Y tú, empínate».