La Santa Misa en el Santuario Nacional de El Cobre se distinguió por la alegría. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:18 pm
En el último día de su visita pastoral a Cuba, el Papa Francisco celebró esta mañana una misa votiva en la basílica menor del Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad de El Cobre, en Santiago de Cuba, que contó con la asistencia del Presidente Raúl Castro Ruz.
Desde su primera oración durante la ceremonia, el Papa pidió al Señor que nos conceda fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
A partir de la lectura del Santo Evangelio según San Lucas, Francisco convocó en su homilía a cambiar el mundo con amor y compartió hondas reflexiones sobre la grandeza de la Virgen María, cuya imagen como Patrona de Cuba presidió la misa.
El Sumo Pontífice dijo que Dios siempre nos invita al movimiento. El Evangelio nos enseña que María, la primera discípula, sale a servir, a compartir la alegría recibida como servicio. María protegió la lucha de los que han sufrido por defender los derechos de sus hijos, señaló el papa.
«Estas tierras también fueron visitadas. La patria cubana nació y creció al calor de la devoción de la Virgen de la Caridad. Ella suscitó los mejores ideales de amor a Dios, a la familia y a la patria en el corazón de los cubanos», sostuvo Francisco.
El jefe de la Iglesia Católica recordó que hace cien años patriotas cubanos pidieron a Benedicto XV que declarara Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre y aseguraban orgullosos que «ni las desgracias ni las penurias lograron apagar la devoción».
El Santo Padre afirmó que María custodia nuestras raíces, nuestra identidad, para que no nos perdamos en caminos de la desesperanza. «El alma del pueblo cubano fue forjada entre dolores y penurias que no lograron apagar la fe», señaló, y reconoció el valor que tuvo en ello la entrega de abuelas, madres y tantos otros que «con ternura y cariño fueron signos de visitación, valentía».
Francisco expresó que «volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño» y recordó que estamos invitados a salir de casa, a tener los ojos y el corazón abiertos a los demás. «Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre proximidad. Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones», dijo.
El papa llamó a la Iglesia a, como María, servir, salir de la casa, de los templos y sacristías para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad de un pueblo noble y digno.
«Que salga de la casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Como María, debemos ser una Iglesia que acompañe todas las situaciones embarazosas de nuestra gente. Todos juntos, todos juntos, sirviendo, ayudando, todos hijos de Dios, hijos de María, hijo de esta noble tierra cubana», afirmó.
Para la misa, la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue trasladada de manera eventual, en el propio Santuario Nacional, desde su nicho habitual donde Cuba entera le honra a diario, a una urna cercana donde el propio Sumo Pontífice —que antes le había puesto flores, orado ante ella, prendido una vela y entregado una ofrenda consistente en una copa de plata con flores, con tallo y pétalos de mosaicos y cerámica— le manifestó su devoción.
Esta misa inauguró el año jubilar mariano —hasta el 24 de septiembre de 2016— por el centenario de la petición de declaratoria de la Virgen María de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, hecha al Vaticano en 1915 por luchadores independentistas de la Isla.
Dicho año jubilar se dirige a promover más enfáticamente la reconciliación, el perdón, la bondad y el amor.
A mitad de mañana, Francisco partirá para la catedral de Santiago de Cuba, donde sostendrá un encuentro con familias cubanas. Desde allí, bendecirá la segunda ciudad más importante de la nación. Al mediodía, tras una despedida oficial, se dará por concluida su visita a Cuba y el Papa volará a Estados Unidos, donde igualmente le esperan intensas actividades como pastor católico universal y jefe del Estado Vaticano.
Fotos de Calixto N. Llanes