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Qué república era aquella

A Batista, el golpista, le prepararon un golpe de Estado. Algunos tristes antecedentes del 10 de marzo de 1952, uno de los hechos que condujo al surgimiento de la Generación del Centenario

Autor:

Luis Hernández Serrano

A Fulgencio Batista le prepararon un golpe militar en febrero de 1941. Estuvo a punto de ser derrocado por José Eleuterio Pedraza, jefe del Estado Mayor del Ejército; su homólogo de la Marina, Ángel Anselmo González, y el jefe de la Policía, Bernardo García.

Lo salvó una llamada a Columbia del embajador de Estados Unidos, George Messermith, en ausencia de Pedraza, que estaba en la base aérea de San Antonio de los Baños.

Así Batista pudo ir a Columbia con los sargentos-coroneles Manuel Benítez e Ignacio Galíndez y conjurar a tiempo la insubordinación. A diferencia de 1941, en marzo de 1952 la Embajada yanqui no hizo llamada telefónica alguna a Prío para alertarlo del golpe batistiano.

Cuando el 20 de mayo de 1952 la república cumplía su primer cincuentenario, el pueblo cubano sufría una nueva dictadura.

También antecedieron al golpe de Batista, en 1948, varios crímenes. El 22 de enero asesinaron al líder azucarero Jesús Menéndez. El 2 de abril al trabajador Miguel Fernández Roig, de la fábrica de tabaco La Corona. El 17 de octubre, a Aracelio Iglesias, sobresaliente luchador del Partido Socialista Popular (PSP) y del Sindicato de Estibadores de La Habana. Y tres días después, el 20 de octubre, a Sabino Pupo, líder de la Federación Campesina de Cuba.

Más tarde, durante el Gobierno de Prío, mataron a los dirigentes azucareros Amancio Rodríguez y José Oviedo; asaltaron y destruyeron los talleres del periódico Hoy, órgano del PSP. Así el golpe batistiano no encontró una oposición organizada del movimiento obrero como institución de masas.

Enseguida apareció el vendido sindicalista Eusebio Mujal, «el Catalán», quien encontró un aliado fuerte en la Embajada de Estados Unidos. Solo dos días después del golpe de Batista, ya Mujal estaba al habla con el Ministro de Trabajo del dictador.

Un año antes, el gánster Policarpo Soler se fugó del Castillo del Príncipe con cuatro de sus principales compinches: Manuel, «el Guajiro», Salgado; José Fayat Aguerres, «el Turquito»; Luis Matos Silbes y Wilfredo Lara.

Los tres primeros participaron en la masacre de Orfila, el 15 de septiembre de 1947. Rodearon la casa del comandante Antonio Morín Dopico, en ese reparto de Marianao, y el saldo fue de seis muertos.

El año 1952 abrió con el atentado al ex presidente de la Cámara, Alejo Cossío del Pino, que recibió varios balazos mortales. Fue Ministro de Gobernación de Grau y justificó el asalto a la casa de Dopico. Lo asesinó en Belascoaín y San José, un comando gansteril de la llamada Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR).

Otro hecho de pistoleros ocurrió en la calle Prado: el sargento de la Policía Lutgardo Martín Pérez y el representante a la Cámara por el Partido Auténtico y jefe del denominado Movimiento Social Revolucionario (MSR), el sanguinario Rolando Masferrer, asesinaron al miembro de Acción Revolucionaria Guiteras (ARG) Emilio Grillo Ávila. Cayó también el joven Francisco Madariaga Mulkay, a quien Martín Pérez consideró de la ARG, sin serlo.

Bibliografía: El Grito del Moncada, Mario Mencía, p.p. 37,38,47,55,67,94 y 109, Tomo I, Editora Política, La Habana, 1986.

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