Primer suboficial Tahimy Alfonso Castillo. Autor: Ana María Domínguez Cruz Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
«Muchos choferes piensan que por ser mujer pueden tratarme diferente. Me dicen: ¡Mira, mami, los papeles!, y yo les rectifico: Mire, oficial… Creen que pueden convencerme más fácil por ser mujer, pero se equivocan, porque no por eso dejaré de hacer bien mi trabajo, que tanto me gusta. Lo mal hecho no puede ignorarse, sobre todo cuando se pone en peligro la vida de muchas personas», aclara la primer suboficial Tahimy Alfonso Castillo, única mujer que se desempeña como ciclista de tránsito en la Isla de la Juventud.
Trabajaba anteriormente como gastronómica pero, refiere, quedó seducida por un spot televisivo que promovía los diferentes cursos para la futura reinserción en la Policía Nacional Revolucionaria, por lo que se dirigió a la Dirección Municipal de la PNR en varias ocasiones en busca de la aprobación requerida.
«Mi papá me decía que yo no tenía carácter para este trabajo, y a pesar de mi timidez y de los prejuicios que se tienen con las mujeres en algunas profesiones como esta, le demostré que sí podía hacerlo», cuenta orgullosa esta pinera a quien sus compañeros identifican como «intransigente, muy seria y eficiente».
Ella recorre ahora todas las calles de Nueva Gerona, La Fe y otras localidades con mayor incidencia de infracciones del municipio especial en su Suzuki 250, con «vista de águila», al tanto de las infracciones viales que se cometen, «a pesar de que muchos pensaron que no podría ni manejar la motocicleta, y resulta que ya es parte de mí.
«Imagínate, empecé en el curso de Agente de Orden Público en el 2007, en la Academia de la Policía Mártires de Tarará, en la capital, con solo 19 años, delgadita y calladita. Éramos cuatro, aunque solo nos graduamos tres, y a mí me decían la Niña. Me gustaba lo que hacíamos y por eso puse todo mi empeño, por encima de todo. Siempre he sido muy recogida, como dicen los guajiros, pero el día a día hace que uno se supere, mucho más cuando se es madre de una niña tan inquieta que a todo el mundo le dice que su mamá es “caballito”», añadió Tahimy en uno de esos «momenticos» en los que no tenía que contestar el llamado por la planta.
Precisamente en ese constante reto que impone su quehacer diario esta joven reconoce que, además del conocimiento de las leyes —en especial del Código de Seguridad Vial recientemente aprobado—, no debe faltarle valor para tratar con los usuarios de la vía.
«Las personas a veces salen a la calle distraídos, con sus problemas personales o profesionales, y se comportan agresivos con la autoridad, sobre todo con los “caballitos”. A pesar de eso, pienso que nuestra manera de dirigirnos a los conductores influye en el modo de reaccionar. Por ello siempre saludo y les explico las razones de la infracción, con paciencia y buenos modales. Hasta multas del Primer Grupo he impuesto, y en ocasiones hasta las gracias me han dado. Todo depende de cómo desempeñemos nuestro trabajo», explicó mientras sonreía, pícaramente.
Tras la causa de esa picardía, esta reportera pudo conocer que ni siquiera cuando el amor toca a su puerta Tahimy abandona su profesionalidad.
«Conocí a mi novio en plena faena, cuando detuve el camión que conducía. Con un poco de prepotencia, me dijo que su licencia estaba limpia, sin multas desde hacía años. En ese momento todo estaba en orden, pero le aseguré que antes de irse de la Isla, al concluir su trabajo, yo le impondría una multa. Todavía estoy a tiempo, ¿no?, todo depende de su comportamiento», aseguró.