Aunque ya han desaparecido físicamente todas las personas de la antigua ciudad rusa de Simbirsk, donde Vladimir Ilich Ulianov «Lenin» vino al mundo el 22 de abril de 1870, porque han pasado 138 años, no ha podido ser borrado el pensamiento revolucionario que este hombre legó a la humanidad, como tampoco ha podido ser enterrado lo que queda de su cuerpo, embalsamado en los fríos muros del Kremlin.
Cuando tenía 15 años, el profesor le devolvió al Lenin adolescente la composición que había hecho y le preguntó: «Ulianov, ¿de qué clase explotadora habla usted aquí? ¿A qué viene eso?».
En 1887, cuando fue expulsado de la Facultad de Derecho de Kazán por su rebeldía ante las injusticias, el oficial que lo condujo a la cárcel le formuló otra pregunta: «¿Para qué alborota tanto si ante usted se alza un muro?». Y él contestó: «Un muro, sí, pero podrido. ¡Bastará darle un empujón para que se derrumbe!».
Su vida entera la invirtió preparando ese empujón, que dio al traste con el sistema feudal zarista, mediante el estallido de la Revolución Socialista de Octubre, en 1917, y la creación de las bases de una nación conformada por 15 repúblicas.
La historia de ese acontecimiento, que estremeció el mundo, se conoce. Después vino la construcción de una nueva sociedad.
Un día lo llamaron «El soñador del Kremlin», porque quiso electrificar el inmenso territorio del nuevo país, pero lo electrificó. Otro día le dijeron que no podría construir el Metro de Moscú, que el transporte urbano de la populosa ciudad se resolvería con mil ómnibus Leyland ingleses, y no solo logró la magna obra, sino que edificó el más grande y mejor metro del mundo.
En el día de este nuevo cumpleaños, el artífice del Primer Estado Socialista del planeta sigue siendo paradigma de las ideas patrióticas y revolucionarias y también se le considera parte de la memoria intocable y motivo de respeto en Rusia —un país que es más grande que la cara iluminada de la luna— y en muchos otros rincones del orbe, como por ejemplo Cuba, donde no se han tumbado sus estatuas y siguen vivas y eternas sus ideas.