Las aulas de la escuelita se convirtieron en consultas. COCODRILO, Isla de la Juventud.— Algo inusual pasa por estos días en Cocodrilo. Es el blanco de la esperanza, de las sonrisas, que traen en sus batas los protagonistas del proyecto Mi Isla sonríe.
Con sus sillones portátiles a cuestas llegaron hasta esta comunidad, distante a casi cien kilómetros de la capital pinera, un grupo de recién graduados como doctores en Estomatología y de estudiantes del último año de esa especialidad, para brindar atención estomatológica a los pobladores del lugar, como parte de sus Brigadas Estudiantiles de Trabajo.
Las aulas de la escuelita Máximo Cainet, transformadas en consultas, acogen este proyecto de gran impacto social, que permite que cerca de 40 pacientes sean atendidos diariamente e incluye, además, charlas de prevención y educación sanitaria.
Raymundo Rivera, un viejo poblador de la comunidad, estuvo entre los primeros en asistir a consulta, y aunque considera lo que está sucediendo como algo normal, pues las autoridades del gobierno siempre se han preocupado por los habitantes de la zona, no deja de mostrar la satisfacción que sienten todos por la llegada de estos jóvenes.
«Es maravilloso lo que está pasando; tienen un trato exquisito y son excelentes personas; conviven con nosotros aquí en la comunidad como uno más», concluyó.
Según la doctora Mirna Fontes, jefa de los Servicios de Estomatología en la Isla de la Juventud, estas acciones ayudarán a mejorar la salud bucal de los habitantes de esta comunidad, que por su lejanía geográfica de Santa Fe (poblado más cercano y a una distancia superior a los 70 kilómetros de Cocodrilo) no reciben estos servicios con la sistematicidad requerida.
Para Eidy Sánchez, estudiante del último año de Estomatología, el proyecto los hace mejores seres humanos, más humildes y sensibles.
«Esta acción forma parte del proyecto de intervención comunitaria, que va mucho más allá de lo meramente asistencial, pues incrementa el necesario vínculo universidad-comunidad, y ayuda en el trabajo con la formación de valores en las nuevas generaciones», comentó el doctor Jesús Quintero Casanova, decano de la Facultad de Ciencias Médicas en el territorio.
El también especialista de Segundo Grado en Medicina Interna y Profesor auxiliar, habló además de la posibilidad de repetir esta experiencia en otros poblados de difícil acceso del municipio especial.
Trabajar en una comunidad rural, atender a pacientes de costumbres distintas a los que habitualmente tratan, es algo novedoso para los protagonistas principales de esta idea, entre los que se encuentra Mandéis Fiss del Toro, quien cursa el último año de la carrera, y considera que experiencias como esta les aportan mucho profesionalmente.