Foto: Albert Perera Castro Querido Raúl:
Muy estimados estudiantes e invitados:
Queridos profesores:
Queridos graduados:
Pareciera —para algunos— por la nostalgia lógica de la despedida, que todo concluye hoy. No es verdad, hoy comienza lo más trascendente: servir al pueblo como Ingenieros de la Revolución.
Muchos soñaron con este día, pero no imaginaron el privilegio de recibir, como regalo mayor, una reflexión de nuestro Comandante en Jefe y la presencia del Segundo Secretario del Partido y Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro, en el acto de graduación.
La UCI es fruto de la Batalla de Ideas, consecuencia de una coyuntura política, y resultado del pensamiento de un hombre que en las más difíciles adversidades nunca ha perdido la confianza en el futuro.
Esta universidad nació en fecundos años de realizaciones concretas, que tocaron la raíz de la cultura, la educación y los conocimientos; es parte de los más de 200 Programas de la Revolución, emanados de una convicción socialista, humana y revolucionaria: «el talento es masivo».
A ustedes los convocó la Unión de Jóvenes Comunistas en todos los municipios del país, apelando a la confianza en la Revolución. En ese momento no existía la UCI, no estaban seleccionados todavía los cuadros de dirección ni los profesores. Seis mil jóvenes del país respondieron con entusiasmo a la nueva posibilidad, con el apoyo de sus familias.
El Comandante decidió cada detalle de la UCI. El 23 de marzo del 2002, en reunión del Grupo de Trabajo de la Batalla de Ideas, indicó su creación.
El 7 de agosto de ese mismo año visitó e intercambió con los constructores. Doce días después, durante más de nueve horas, debatió con los compañeros que organizaban el comienzo del primer curso de la Universidad.
El 12 de diciembre de aquel mismo año, la visitó nuevamente y dejó para los estudiantes la inolvidable definición de Tropa de Futuro.
Tres meses después, durante diez horas presidió el primer Claustro. Realizó un exhaustivo análisis de los resultados docentes del primer semestre y de la captación para los próximos ingresos, y trazó importantes acciones de trabajo.
El 19 de julio del 2003, en este mismo teatro clausuró el primer curso de la universidad, hace hoy exactamente 4 años, y fijó la elevadísima meta de lograr una Universidad de Excelencia.
Todo cuanto se ha alcanzado en esta obra, se debe a su idea y su conducción permanente.
Los 1 334 jóvenes que hoy se gradúan, han tenido la oportunidad de participar en la concreción de una idea de Fidel y, desde ella, culminar sus estudios con excelentes resultados académicos, como lo reflejan el promedio general de 4,51 puntos y los 300 Títulos de Oro, alcanzados sin dejar de acompañar a nuestro pueblo en cada marcha, en cada acto durante estos años de combate por las ideas.
Convirtiendo a su escuela en el hospital más grande de América Latina a través de la Misión Milagro, atendieron a más de 27 mil pacientes de pueblos hermanos y conquistaron para sus vidas una de las más valiosas experiencias que atesorarán siempre, comparada solo con el deber cumplido por los 67 graduados que tuvieron la posibilidad de formar parte de la noble misión internacionalista en los Centros de Diagnóstico Integral en la República Bolivariana de Venezuela.
La UCI nació para socializar y multiplicar como nunca antes los estudios superiores de la informática en Cuba.
En cinco años, el país pasó de 2 483 a 16 395 estudiantes en carreras universitarias de computación, multiplicando la matrícula de la especialidad casi 7 veces que, unido a los 39 000 estudiantes de politécnicos de informática, significa una fuerza de más de 50 000 jóvenes comprometidos con la idea fundamental de convertir la informática en la rama más productiva y aportadora de recursos para la nación, empleando a fondo la inteligencia.
La extraordinaria concepción de la municipalización de la universidad demuestra que no hay límites posibles para formar cuanto recurso humano nos sea necesario.
Ninguna trasnacional puede lo que un país integrado con voluntad de lograr objetivos. La UCI, que ya ha aportado ingresos superiores a lo que costó su inversión, representa una capacidad para generar soluciones tecnológicas integrales y servicios de software para nuestro país y el mundo. No es para competir contra nosotros mismos; es para proporcionar ingresos a la nación y con bajos costos. La posibilidad mayor está en su fuerza laboral de más de 5 mil estudiantes de años superiores y 500 profesores vinculados a 166 proyectos productivos.
Hace apenas unos días, el Comandante revisó en detalle la ubicación laboral de cada uno de ustedes, aprobó su incorporación en los ministerios que prestan importantes servicios a nuestro pueblo y en los organismos que manejan recursos económicos fundamentales, e indicó crear una reserva centralizada con los mejores 200 graduados para enfrentar tareas priorizadas. Ello es una gran muestra de confianza que estamos seguros ustedes sabrán honrar, poniendo por completo lo aprendido a disposición de la Revolución y el futuro de la humanidad.
El camino al salir de las aulas nunca es fácil. Unos llegarán a lugares donde podrán aplicar rápidamente lo aprendido, otros tendrán que emplearse con dedicación para desarrollar su profesión y ser más útiles.
La informática está asociada cada vez más a cuanto proceso humano se realice. Serán ustedes responsables —con su uso inteligente, creativo y ético— de contribuir al desarrollo socialista de Cuba, de ayudar a alcanzar niveles de vida más elevados para nuestro pueblo y servicios de mayor calidad. La informática, bien aplicada, puede facilitarlo todo.
El optimismo, la humildad, la disciplina estricta, la honradez, el respeto, la perseverancia, el patriotismo, el espíritu solidario y la convicción absoluta de que nada es imposible, deben primar en cualquier misión que asuman en los próximos años.
Si antes viajaban del Sur al Norte los esclavos negros y los metales preciosos, hoy son obligados a viajar del Sur al Norte los cerebros calificados de personas de cualquier color y raza. Así nos desangran, para continuar convirtiendo a los ricos en más ricos y a los pobres en más pobres.
Será imposible enfrentar los grandes problemas de la humanidad —el hambre, el SIDA, los cambios climáticos—, si, como denunciaba ayer el Comandante en Jefe, continúa ocurriendo lo que en los últimos 40 años, cuando más de 1 200 000 profesionales de la región de América Latina y el Caribe emigraron hacia Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido; si de los 150 millones de personas que en el mundo participan en actividades científicas y tecnológicas, el 90 por ciento se concentra en las siete naciones más industrializadas.
Ayer, después de publicada su reflexión sobre el robo de cerebros, el gobierno de Estados Unidos le dio la razón una vez más cuando anunció que «volverán a aceptar solicitudes de residencia permanente para trabajadores profesionales extranjeros», agregando que «la medida beneficiará a quienes hayan ingresado al país con visados H-1B, reservados para profesionales especializados en sectores tecnológicos como la Informática y la Ingeniería».
Por su parte, el Departamento de Estado señaló que solo comenzaría a procesar esas solicitudes en el otoño, debido a que la cantidad recibida había producido un gran congestionamiento.
En esa misma reflexión, el Comandante en Jefe decía que ustedes «fueron los pioneros de los que tanto aprendió sobre la inteligencia y los valores de nuestros jóvenes». Más adelante añadió: «Quien tenga una computadora, dispone de todos los conocimientos publicados. La privilegiada memoria de la máquina le pertenece también a él.
«Las ideas nacen de los conocimientos y de los valores éticos. Una parte importante del problema estaría resuelta tecnológicamente, la otra hay que cultivarla sin descanso o de lo contrario se impondrán los instintos más primarios.
«La tarea que los graduados de la UCI tienen por delante es grandiosa. Espero que la cumplan, y la cumplirán».
La creación del cuarto ejército para la guerra cibernética en Estados Unidos, su fuerza de tarea para el control del uso de Internet en Cuba y en otros países, la bomba electrónica para inutilizar los pocos medios de comunicación de los países invadidos, y el estreno en Iraq de un avión teledirigido capaz de transportar una tonelada y media de bombas y misiles con sus pilotos cómodamente sentados frente a videoconsolas a más de 11 mil kilómetros de distancia, en Arizona, son solo algunos ejemplos que demuestran que el imperio se prepara cada vez más para dominar a los pueblos, y no podemos olvidar que Cuba para ellos es una asignatura pendiente.
La hora que vivimos es definitoria. No puede perderse un solo minuto. Vean en esta etapa que comienza una extensión de la UCI. Hagan de sus vidas una universidad eterna. Estudien, supérense, lean, confronten ideas, aumenten su capacidad de reflexión. Inspírense en el ejemplo de Fidel, quien, aun en franco proceso de recuperación, no ha dejado de aportar sólidos argumentos a la Batalla de Ideas que libramos.
Interactuar y dominar las modernas tecnologías necesita de hombres y mujeres ideológicamente convencidos y firmes.
La UCI estará pendiente de ustedes. Sus profesores estarán siempre listos para que continúen superándose. Quien no lo haga constantemente deja de ser todo lo útil que la Patria amenazada requiere.
Agradezcan siempre a sus profesores por su esfuerzo y desvelo. El magisterio en los nuevos tiempos exige más. Y ellos dieron lo mejor por ustedes, se convirtieron en su familia. Eso lo dice todo.
Agradezcan a sus padres, quienes confiaron en la Revolución para hacerlos hombres y mujeres de bien, y hoy los reciben ya Ingenieros en Ciencias Informáticas, revolucionarios profundos, dispuestos a cualquier tarea.
Para ustedes nuestra más íntima felicitación. Sus botas de agua y sus capas amarillas en medio de varios ciclones en los primeros cursos, sus banderas cubanas agitadas en cada movilización, las miles de opiniones con las que nos contaban sus impresiones, serán parte de la memoria de la UCI.
Recuerdo aquellos primeros días, hace ya cinco años, cuando, en medio del fango por las construcciones y la natural ansiedad ante la nueva experiencia, los vimos por primera vez. Y ya ven, del fango y la incertidumbre inicial se hizo posible este día.
Tras el combate de La Plata, el joven rebelde Raúl Castro anotó en su diario: «Desde lo lejos se veían arder sobre los cuarteles de la opresión las llamas de la libertad. Algún día no lejano sobre esas cenizas levantaremos escuelas».
De lo que parecía imposible surgió la victoria de la Revolución, y de ella realizaciones concretas como esta.
De la Columna 1 de nuestro Comandante en Jefe salieron los principales jefes de aquella gesta, con la misma filosofía de justicia, ética extraordinaria y confianza en el futuro.
Queridos compañeros:
La idea de otorgarle al Comandante en Jefe el Título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Informáticas evidencia la intención de un merecido reconocimiento, un acto de total justicia por los significativos aportes que ha hecho, hace y hará por el desarrollo de la informática y la educación en Cuba y en el mundo.
Todos conocemos la modestia de nuestro Comandante y la firmeza con que sostiene el pensamiento martiano de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Esta tarde no solo agradezco en su nombre el honor que se le hace; siento el deber de afirmar que es algo muy merecido, porque Fidel ha sido siempre, y lo sigue siendo, un maestro excepcional.
¡Viva Fidel!¡Viva Raúl!¡Viva la Revolución!¡Socialismo o muerte!¡Patria o Muerte!¡Venceremos!