Un estudio realizado por el Doctor Rafael Moya Díaz, director del Centro Nacional de Toxicología de Cuba, revela que la exposición a los productos emanados por la incineración de basura puede constituir un gran riesgo para la salud humana.
Entre los contaminantes que se desprenden de estos fuegos se encuentran las dioxinas que, además de provocar cáncer, en dosis inferiores ocasionan alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino.
El cadmio, reconocido carcinógeno humano, es señalado como otro de los factores de riesgo, pues puede permanecer en el organismo durante décadas. Este químico se acumula en los riñones y ocasiona daños irreparables en los mismos.
Asimismo la investigación puntualiza que la exposición a los vapores de mercurio puede provocar lesiones pulmonares, y, en dosis bajas, afectar el Sistema Nervioso Central y causar debilidad, fatiga, pérdida de peso, trastornos gastrointestinales y cambios en la personalidad o la conducta.
Igualmente el plomo, que también emana de algunos desperdicios cremados, es uno de los causantes del deterioro en el desarrollo neuroconductual de los niños, el aumento de la presión arterial y afectaciones en el Sistema Nervioso Central. Otros efectos de esta sustancia química son los daños renales, la anemia, el aumento de los abortos y los problemas en la producción de espermatozoides en los hombres.
El mayor peligro de estos gases es que las personas no tienen que estar muy cercanas al lugar o directamente expuestas, pues las condiciones climáticas pueden favorecer que las emanaciones viajen gran cantidad de kilómetros afectando la vida humana, animal y vegetal a su paso, o al entrar en contacto con fuentes de aguas y cultivos.