24 de junio de 2007
La juventud es baluarte de la libertad y su ejército más firme, decía nuestro Apóstol. Casi un siglo después, en 1965, Ernesto Che Guevara, en su ensayo El Socialismo y el Hombre en Cuba —un verdadero clásico de la literatura revolucionaria— expresaba: «la arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud; en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar la bandera».
Estos dos grandes hombres de nuestra historia, quienes ofrendaron sus hermosos años juveniles a la causa de la libertad y la justicia, sabían bien lo que estaban diciendo. La patria de hoy es el corolario de la lucha de numerosas generaciones de jóvenes, que no resistieron jamás vivir bajo la ignominia y el latrocinio, y cuya sangre y pensamiento surcaron el camino, firme y seguro, hacia la emancipación de nuestra Isla.
Pocos países en el mundo han tenido un martirologio juvenil tan vasto y heroico. Por solo mencionar unos nombres, como trazos en un enorme y palpitante lienzo: Ignacio Agramonte, Panchito Gómez Toro, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Antonio Guiteras, Gabriel Barceló Gomila, Rafael Trejo, Frank País, José Antonio Echeverría, Eduardo García Delgado, entre muchos otros, son muestra fulgurante de esto.
Esos aires de lucha por un porvenir más justo, de defensa imbatible de las ideas más revolucionarias y de los principios más dignos, soplan con fuerza hoy en la atmósfera que respiran los jóvenes cubanos, herederos de ese preciado legado.
Tenemos sobre nuestros hombros numerosas responsabilidades y trincheras que defender, tenemos por delante hermosas páginas de historia por escribir, solo así, seremos consecuentes con nuestro papel en los momentos actuales, y podremos, algún día, entregar sin una sola mancha los estandartes de lucha de este pueblo a las venideras generaciones de jóvenes.
Fueron pocos los bisoños de fines del siglo XIX los que pudieron nutrirse de toda la inmensidad y amplitud de miras del pensamiento martiano. Martí murió el 19 de mayo de 1895, cuando no habían transcurrido ni siquiera tres meses de reiniciada la lucha independentista; este vacío, entre otros factores, permitió que el naciente imperialismo estadounidense pudiera clavar sus garras alevosas en nuestra Isla, escamoteando el triunfo a hombres que lo habían dado todo por la libertad y a los miles que habían abonado su sangre.
Aquellas horas fueron muy confusas, pues ante la ausencia de una claridad meridiana, muchos pensaron que habían alcanzado realmente la libertad, no entendieron los nuevos mecanismos sofisticados que ensayaron por primera vez los Estados Unidos en Cuba. No sería hasta los años 20 del siglo pasado que se produjo un real despertar de la conciencia nacional, una verdadera comprensión de la nueva situación, y donde los jóvenes liderados por ese dinamo incomparable de energía humana: Julio Antonio Mella, dejarían su huella indeleble.
Sin embargo, los jóvenes de hoy hemos tenido el inmenso privilegio de tener a nuestro líder Fidel Castro durante numerosos años, hemos podido conocer a profundidad su pensamiento, pero sobre todo, hemos percibido la obra que bajo su clarividente dirección a sabido materializar en hechos y realizaciones concretas, pese a los inmensos obstáculos y agresiones del gobierno norteamericano, desde los primeros días del triunfo de la Revolución Cubana hasta la actualidad. Con Fidel, el pueblo cubano ha sabido erigirse en un bastión de la dignidad y la resistencia a nivel mundial, a solo 90 millas de la potencia militar y política más significativa del orbe que ha conocido el siglo XX y lo que va del XXI.
Las palabras de nuestro Comandante publicadas el pasado domingo, nos inspiran a seguir luchando por esta auténtica Revolución Socialista, sus profundas reflexiones del 17 de noviembre de 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y las que ha venido realizando en los últimos tiempos son, como lo fue para él y sus compañeros de lucha en su momento La Historia me Absolverá, nuestro programa de lucha de las horas actuales y las que se avecinan. Sabemos que lo que hagamos hoy por esta Revolución, será también por América Latina, será por el mundo, será por la salvación de la especie humana. No permitiremos jamás que las medidas de los yugos sean tomadas sobre nuestras frentes. Eso está escrito en el cielo y en la tierra.
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!