Fidel William Urquía y Ángel Reyes Aguilera, junto a su nueva mascota.
SEGUNDO FRENTE, Santiago de Cuba.— Una rana toro de color blanco, de unos 37 centímetros desde el extremo de las ancas hasta la punta de la cabeza, y de una libra y cuarto de peso (unos 575 gramos), fue capturada por dos vecinos de este montañoso municipio santiaguero.Según precisaron a la prensa los «descubridores», Fidel William Urquía Gutiérrez y su hijastro Ángel Reyes Aguilera, residentes en la comunidad de La Tablilla, unos 12 kilómetros al este de Mayarí Arriba, cabecera del oriental territorio, el simpático batracio vive suelto en una cañada cercana a su casa.
«Lo vi por primera vez en febrero de este año; quise cogerlo, pero se me escapó... hasta hace muy poco, cuando lo volví a ver y pude capturarlo.
«En mis 55 años de vida he cazado a miles de estas. Las he visto grises, negruzcas, pardas, pero nunca tan grandes y ¡mucho menos blancas!», explicó William Urquía, quien trabaja como reparador de caminos en el Consejo Popular de El Rosario, en pleno lomerío del Segundo Frente, y contó que en aliviaderos, cañadas y arroyos es común el encuentro con este tipo de anfibios.
«Es el suceso en todo el barrio», acota su hijastro, de 21 años, amante de la pesquería y acostumbrado a que las ranas toro se enganchen en sus atarrayas y redes.
Las ranas toro, también conocidas como rana catesbeiana o rana mugidora, son anuros pertenecientes a la familia Ranidae, de reproducción muy fácil y abundante.
Su nombre común, rana toro, se debe al sonido que emiten, muy parecido al bramar del ganado vacuno, y que puede escucharse a decenas de metros a la redonda. Cuando coinciden en grupos, la serenata suele ser estruendosa.
Sin embargo, en las montañas del Segundo Frente, Fidel y Ángel, quienes muchas veces han comido ancas de estos animales, aseguran que su novedosa captura no irá a la sartén.
En La Tablilla, junto a sus vecinos, esperan porque instituciones especializadas, para estudios o exhibición, se interesen en su singular mascota que, en tanto, ya parece acostumbrada a las miradas curiosas y el gesto impresionado hasta de los más longevos cazadores.