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¿Adónde vas, edad de la inocencia?

La pérdida de la candidez es uno de los fenómenos crecientes y preocupantes del mundo infantil cubano, cada vez más invadido por las conductas y patrones de los adultos

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¿El carro que tendrá? Es sábado en la tarde. Anayla saca el pescador y la blusita de lentejuelas del escaparate. ¡Que no se te olvide el cinto de camuflaje!, le dice su mamá desde la cocina.

Hoy es el décimo cumpleaños de Leodan, el muchachito «más bonito» del barrio. A la fiesta van a ir todos los niños de la comunidad y por eso Anayla quiere vestirse a la moda como su tía de 18 años. La música está buena, comentan algunos mientras disfrutan del ritmo pegajoso de Daddy Yankee, Don Omar y Eddy K.

Cerca de Anayla, Missael Díaz, de nueve años, baila con sus amiguitos de la escuela.

—¿Te gusta está música?

—Sí, me encanta.

—¿Por qué?

—Es divertida, está de moda, los niños grandes la prefieren y con ella puedo hacer los movimientos que quiera.

Foto: Franklin Reyes En otro hogar, Alex Rivera, de siete años, enciende el moderno equipo de música y entona, al compás de Wisin y Yandel, su canción preferida: El teléfono. «El reguetón me gusta porque la letra es bonita, los intérpretes cantan rápido y es más contagiosa y movida». Aunque posee en su casa discos de música infantil, Alex solo la escucha en algunos cumpleaños de infantes menores que él.

Muchos recordarán la época cuando grupos como los Rolling Stones, The Beatles, Led Zeppelin y The Monkey eran considerados revolucionarios dentro de géneros hasta ese momento desconocidos. Las letras de sus canciones abordaban temas estereotipados en una sociedad llena de complejos y prejuicios. Los intérpretes introducían modas totalmente opuestas a la forma de expresarse y comunicarse las personas en aquella década.

Actualmente ocurre algo similar. Un género cuyo antecedente fue el reggae, se cuela en las casas de las familias cubanas. Pero son niños y jóvenes los principales receptores.

Algunos coinciden en que este fenómeno comenzó hace casi diez años. Los zapaticos de charol, las mediecitas de encaje, los lazos exuberantes en las motonetas de las niñas, el gatico Vinagrito y la esperada Calabacita fueron sustituidos por los nuevos géneros musicales y los patrones de moda asumidos por los adultos.

Era usual asistir a fiestas infantiles y escuchar canciones que reflejaban cuestiones acordes con la edad, la inocencia y la conducta de los niños en esa etapa. Sin embargo, hoy es diferente.

¿Por qué la mayoría de los niños escuchan más canciones de adultos que infantiles? ¿Cómo influye en el niño la letra de ese tipo de música? ¿Dónde están las baticas y los lazos?

MUNDO DE ADULTOS

¿El ídolo musical? Desde que nace hasta los 12 años, el niño pasa por diferentes etapas. La primera va desde el nacimiento hasta los tres años (edad temprana), la segunda de los tres a los seis años (etapa preescolar) y la última, llamada edad escolar, se inicia a los seis y llega hasta los 12 años.

El comportamiento varía en cada fase en dependencia de los modelos recibidos. A los tres años empieza a adquirir lo que denominamos conciencia de sí; y es a partir de este momento en que son marcadamente importantes los modelos del adulto. Él se reconoce como un ser independiente con sentimientos y emociones propios. Esta conciencia primero es corporal y después con el tiempo se transforma en subjetiva.

«A esta edad descubre su figura en el espejo y comienza a enfrentarse al mundo de manera diferente porque ya no se siente como una prolongación de su mamá. Poco a poco, intenta independizarse. Los padres consideran este comportamiento como una crisis. En realidad es el momento en que el niño amplía las relaciones sociales con su entrada al círculo», afirma la psicóloga infantil Ingrid Pedre Chávez.

¿Lo valiente que será?

«Con el tiempo, el pequeño incorpora necesidades propias, reelabora su posición, comienza a ser más crítico, auténtico, cambia sus modales, reconoce los defectos de mamá y papá, crece y tiene un pensamiento más abstracto y un determinante mucho más psicológico, por eso decimos que nunca llega a ser una copia fiel del adulto. Si bien en un principio tienden a homogeneizarse (todos quieren ser iguales a todos), cuando llegan a la adolescencia cambian el estilo», expresó también la psicóloga.

En el círculo infantil asumen los juegos de roles (casitas, policías, maestros), donde imitan a los mayores en todos los sentidos: la forma de caminar, de vestir, de actuar, de hablar. Ser como adultos significa la independencia, quieren serlo porque ya tienen conciencia de eso.

Los modelos más fuertes a copiar son las personas favorecidas en la sociedad y a las que todo el mundo quiere y admira. Generalmente, estas figuras son los adultos más cercanos: un hermano mayor, su mamá o su papá y al entrar en la edad escolar, la maestra, que pasa a ser el modelo fundamental.

Mediante los juegos de roles, los pequeños reflejan lo que captan en su hogar. Si quieres saber lo que el niño piensa de su mamá o papá observa el juego de las casitas. Pueden jugar muchos niños y ninguna mamá ser igual a la otra.

En una casa donde los comportamientos estén relacionados con determinada música y disfrute de la misma, el niño incorpora esos gustos. Si, por ejemplo, los padres reconocen y admiran al cantante Daddy Yankee, visten a su hijo de forma similar a él. El niño, al observar que este cantante es un modelo favorecido por sus padres también lo reconoce y admira porque quiere parecerse al adulto.

Si se adopta desde lo social una manera de vestir, esta es incorporada también por los niños. La moda y la música son condicionamientos sociales que influyen en la forma de pensar y actuar de un individuo.

«Los niños no eligen el reguetón, otras formas musicales, conductas o preferencias sociales. Son los adultos quienes lo legitiman en un espacio donde están ellos», aseveró la psicóloga.

Tendencias como el reguetón u otras nuevas aparecidas en la música son revolucionarias. La sociedad ha entrado en un período donde se precisa renovar el baile, la música... y satisface esa necesidad con esos ritmos, que son fuertes, requieren de un gran despliegue de energía. En un mundo de tanto estrés las personas liberan tensiones de esa forma.

EDUCACIÓN

La venta acelerada de muñecas Barbies forman parte de campañas de publicidad y mercado que defienden determinados patrones de belleza. Foto: Roberto Morejón

Estudios sobre familias revelan que los más pequeños están prendidos de fenómenos vinculados con la modernización de la sociedad, la complejización de los procesos sociales y la relación de los individuos con las instituciones. Al sumarse ellos a estos cambios surgen un conjunto de elementos desfavorables como la pérdida de significados e impresiones propios de la infancia.

«Esta música no es adecuada para los niños. El contenido de sus letras destruye los valores que los maestros intentamos inculcar en los estudiantes. Poco a poco su lenguaje se vuelve chabacano, vulgar y adquieren una forma de vestir extravagante. Incorporan a su personalidad elementos que no se relacionan con la apariencia de un niño. Imitan los gestos agresivos de los cantantes y en el caso de los varones observamos un cambio de actitud en la manera de tratar a sus compañeras de aula que a veces llega hasta la falta de respeto», explica la maestra de sexto grado Ana Gloria Izquierdo.

Algunos de esos ritmos, actualmente en boga, surgen como una forma de expresión de los sectores marginados de la sociedad que manifiestan su sentir a través de este discurso musical.

La forma de decir y de comunicar está degradada en algunos de estos géneros tan difundidos y populares. En sus letras la mujer responde a un estereotipo físico. Determinadas relaciones, como las de pareja y las de familia, se objetivan de un modo que no es el ideal.

La investigadora auxiliar del Instituto de Filosofía Georgina Alfonso González considera que el papel del adulto no es imponer sino orientar: «Los pequeños no son objetos de manipulación; son seres pensantes, con intereses, deseos, valores propios y escogen su música de acuerdo con esos aspectos. Guiarlos por el camino correcto es una responsabilidad colectiva que incluye, entre otras, a las instituciones educacionales y al hogar. El trabajo en este sentido debe ser coherente y armónico. La variedad de alternativas al oído hacen del niño un sujeto activo con decisiones particulares».

Para el hombre los objetos, los acontecimientos y los hechos tienen un significado que puede ser bueno, malo, bonito o feo. A esos significados, en filosofía, se les llama valores. Ellos se adquieren a partir de las relaciones con otras personas y los intereses y necesidades como ser humano. Inculcar valores en los jóvenes es enseñarles el sentido de esos significados.

Los seres humanos buscan, mediante la reflexión sobre la vida, la manera de proyectarse para alcanzar la justicia, la equidad, la dignidad, la igualdad, en dependencia de las necesidades sociales. Por eso los infantes se sensibilizan cuando oyen a cantautores cubanos reflejar en sus canciones, por ejemplo, la soledad de una campana o la tristeza de la fea Bestia. Ellas forman parte de su educación.

Los niños y los jóvenes deben recibir estímulos, instrumentos y enseñanzas para que asuman una capacidad crítica de su realidad. A veces en la escuela no se realizan suficientes actividades extradocentes donde se trabaje con ellos, y las familias, en ocasiones, disponen de poco tiempo y recursos para sacar a pasear a sus hijos.

¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

Varias son las instituciones cubanas que investigan sobre este fenómeno, pero se requiere un enfoque más integral y un trabajo más eficiente para enfrentarlo. «La escuela, como institución educacional, trata de rescatar esta etapa que es tan importante; pero requerimos un mayor apoyo de los padres y de otras instituciones», comenta la maestra Ana Gloria Izquierdo.

Son los propios padres quienes dan al niño discos o casetes. Los llevan a lugares para adultos, y una vez que están expuestos a ese ambiente, los niños imitan para ponerse a la par de quienes los rodean.

Hasta determinada edad los padres son responsables de adquirir la ropa de sus hijos; y algunos alegan que para que los niños estén a la moda y sus compañeros no se burlen, les compran atuendos de adultos. Ya resulta extraño ver a una niña con bata, cintas o lazos. Por otra parte, los medios de difusión promueven también un estereotipo de belleza asociado a la moda.

Es por eso que con frecuencia, a partir de quinto y sexto grados, las niñas comienzan a hablar de dietas y ejercicios para alcanzar un cuerpo perfecto y los varones practican deportes porque, según ellos, solo serán admirados si tienen músculos fuertes.

La neonatóloga Patria Rivero, mamá de Alex Manuel, endilga una parte de la culpa a las instituciones. «Mi hijo me dice que en el aula todos se saben las canciones de reguetón, y para no quedarse atrás se las aprende. Las tablas en las escuelas las montan con esta música. No basta con enseñarles en la casa las canciones infantiles cuando en la escuela se promueven otros gustos».

Para la socióloga Eneycy Morejón, la máxima responsabilidad de la pérdida de la ingenuidad y la candidez, y de la moda y la música la tiene el adulto. «Hay dejadez en este al incorporarle al niño su manera de vestir y pensar. También son responsables de la difusión de determinados tipos de música en horarios y lugares no adecuados».

Rosa Ibarra, directora de la ESBU Pedro Esperón, situada en el habanero municipio de Bauta, opinó acerca de las posibles causas de esta situación: «Este fenómeno está relacionado con la participación en las actividades que dan los padres a sus hijos. En ocasiones la música que se pone en una fiesta para jóvenes también se pone en un cumpleaños de niños pequeños. Quizá se deba a que actualmente en muy pocos lugares se venden discos o casetes de música infantil».

Los niños no siempre disfrutan de la programación destinada a ellos, puesto que de cuatro a seis de la tarde las madres aprovechan para ayudarlos con las tareas, bañarlos y comer. Es por eso que consumen también una parte de la programación dirigida a los adultos donde, por supuesto, no hay música infantil.

¿CUMPLEAÑOS O DESFILE DE MODAS?

La filósofa Georgina Alfonso plantea que la causa fundamental de este fenómeno globalizado es la económica. «En países de América Latina la lógica del mercado y la cultura asociada a ella, aceleran la etapa de la infancia para convertir a los niños en adultos, justificar la explotación en el trabajo y la prostitución».

Todas las campañas de publicidad y mercado en el mundo defienden patrones de belleza. Un ejemplo es la venta acelerada de muñecas Barbies. Esta es una estrategia que contribuye al salto de una etapa a la otra. En esta campaña los principales protagonistas son los medios de comunicación.

Cuba no está al margen de este fenómeno. Aunque nuestro proyecto social defienda a ultranza los derechos de los niños, esa moda y cultura llegan también a la Isla.

Ana G. Izquierdo considera que los patrones de moda son los causantes de que los pequeños de familias más sencillas se sientan apartados, pues la ropa moderna es muy cara y muchos padres no tienen la posibilidad de comprársela a sus hijos. «Ciertas actividades, cumpleaños, fiestas y discofiñes parecen verdaderas pasarelas de modas donde el mejor es el que más dinero gaste en su vestuario».

Muchos de los padres entrevistados opinan que en las tiendas la poca ropa de niños que venden es cara y poco variada. Solo pueden acceder a la que está de moda en los jóvenes.

Bárbara Pulido, vecina de Playa Baracoa, municipio de Bauta, dice que sus hijos pequeños no van a la discoteca aunque es la única opción para divertirse en el pueblo donde viven. No sucede igual con las niñas de su aula que van vestidas y maquilladas a ese lugar como si fueran mujeres. Comenta, además, que hace algunos días asistió al primer cumpleaños del hijo de una amiga. «Le habían puesto para las fotos un pañuelo en la cabeza y una argollita en la oreja. Por la forma como estaba vestido, el niño parecía más hombre que el padre».

Todos coinciden en que esta situación está presente en la sociedad y crece de un modo alarmante. Los niños pierden su inocencia y conocen términos, conceptos y palabras no adecuadas para una edad temprana.

Por su parte, algunos artistas y realizadores de dramatizados cubanos han creado canciones y programas infantiles para recuperar esas costumbres al parecer olvidadas. Por ejemplo, la cantante Haila María Mompié fusiona el ritmo de reguetón con letras de músicas infantiles (El maní) y Liuba María Hevia ha propuesto canciones más movidas y pegajosas como Estela, granito de canela y El despertar.

En algunas escuelas se trabaja con el propósito de rescatar la música, juegos y cuentos para los pequeños, con actividades como bailes y representaciones teatrales; pero aún buena parte de los medios difunde ritmos ajenos a los más pequeños.

Queda mucho por hacer todavía. Las instituciones del país deben aunar esfuerzos para que los niños disfruten a plenitud esta etapa sin desear ser adultos precipitadamente.

Nota: Los tres montajes fotográficos que encabezan estas páginas son regalos de cumpleaños para niños de la Cuba de hoy.

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