Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Oro y plata

El titular sugiere Juegos Olímpicos o Paralímpicos, pero no. Con la conclusión de la cita bajo los cinco aros, los educadores comenzamos a preparar el inicio del curso y vino a mi mente Herminio Almendros, con su texto Oros Viejos. Este pedagogo español que encontró refugio en Cuba tras la Guerra Civil Española, nos legó otros textos como Había una vez (1946) o 30 escenas de animales (1951). A medio siglo de la partida física de Almendros, me llega un mensaje que comparto, con enseñanzas de un valor no mesurable en oro, plata, u otro metal precioso.

Los anillos

Un hombre, ya muy mayor, falleció y, entre los bienes que dejó a sus dos hijos, había un par de anillos. Uno lucía un diamante de muchos kilates y el otro era un sencillo aro de plata. El primogénito, nada más ver ambas piezas, dijo: «Como soy el hermano mayor, la sortija con el diamante me corresponde en herencia». El hermano menor, sin mostrar oposición alguna, se conformó y se colocó el sencillo anillo de plata en uno de sus dedos. Días después, estaba jugueteando con él cuando, de repente, vio la inscripción que había sido grabada dentro: «Esto también pasará».

La vida transcurrió y, como sucede con todos los humanos, les trajo alegrías y tristezas; momentos buenos y malos; fortuna e infortunio; placer y dolor. Y mientras el hermano mayor no supo encajar los golpes y aprovechar las bonanzas, con lo cual empezó a desequilibrarse, el más joven se enfrentó a situaciones equivalentes, pero siempre tuvo en mente la inscripción que su padre había grabado en el anillo: «Esto también pasará». Ese lema le dio fuerzas, paz y serenidad para encarar la vida, sin dejarse arrastrar por estados de exaltación ni de depresión como le sucedía al primogénito, de modo que aquel mensaje secreto fue el mejor regalo que su padre le había hecho (Enviado por Rubén Tejerina Delgado)

Regalo de jueves

Hay que infundir vitalidad a la escuela. Hay que ensanchar su espíritu angosto abriendo el horizonte de sus ideales. Hay que plantar en ella objetos humanos y sociales que aceleren el paso de los destinos históricos… Que los niños de todos los climas vayan tejiendo una red de simpatía sobre el área del mundo (…); para una educación liberadora, de mutua comprensión humana y pacifista…». (Herminio Almendros)

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